Por
lo general, la memoria es menos eficiente conforme avanzan los años.
A
pesar de que no exista ninguna manera comprobada de prevenir la pérdida
de la memoria, se pueden tomar algunas medidas posiblemente útiles.
No
obstante, si la pérdida de la memoria empieza a interferir con sus
actividades cotidianas, o si le preocupan los cambios en ella, consulte
con el médico.
Según
las personas envejecen, en el cerebro disminuye la cantidad de células,
o neuronas. Esa disminución puede dificultar el aprender cosas nuevas o
recordar palabras y nombres conocidos. Podría ser difícil recordar los
nombres de personas conocidas, por ejemplo, o tener problemas para
encontrar los lentes de lectura o las llaves del automóvil. A algunas
personas les preocupa que esas lagunas mentales sean una señal del
inicio de la enfermedad de Alzheimer o de demencia, pero ese rara vez es
el caso.
Existen
varios cambios que se pueden realizar en el estilo de vida para
fortalecer la memoria. Primero, permanezca física y mentalmente activo.
La actividad física aumenta el flujo sanguíneo al cuerpo, incluso al
cerebro, y eso puede ayudar con la memoria; por lo tanto, salga a dar
una caminata rápida o un paseo en bicicleta, o vaya a nadar o a esquiar.
Haga cualquier cosa que disfrute y permanezca siempre activo.
La
actividad física ayuda a mantener en forma al cuerpo, y la actividad
intelectual hace lo mismo por el cerebro. Leer, escribir, ver películas u
obras de teatro, jugar juegos o conversar sobre eventos de actualidad
pueden ser actividades agradables. Igual que en el caso anterior,
encuentre actividades que disfrute y no deje de hacerlas.
Segundo,
permanezca dentro de su red social o involúcrese en alguna. Según la
persona envejece, existe una tendencia a retraerse socialmente.
Interaccione con familiares y amigos, o con entidades cívicas,
religiosas o comunitarias. Estar en compañía de otros puede reducir el
riesgo de sufrir depresión, aparte de disminuir el estrés, y
posiblemente ambas cosas desempeñan alguna función en la pérdida de la
memoria.
Tercero,
aliméntese sano. En general, una alimentación que mantenga sano al
corazón puede hacer lo mismo con el cerebro. Dicha alimentación
normalmente incluye cereales integrales, carnes magras, aves y pescados,
y por lo menos cinco porciones de frutas y verduras al día. Además,
beba suficiente cantidad de agua y restrinja el consumo de alcohol,
porque la deshidratación y demasiado alcohol pueden conducir a un estado
de confusión y posiblemente a perder la memoria.
Cuarto,
no pierda la organización. Puede estructurar sus actividades diarias
para que disminuya la posibilidad de olvidar algo que debía hacer o
dónde se encuentra alguna cosa. De igual manera, puede ayudarle hacer
listas, guardar las cosas en el lugar correspondiente y deshacerse de
todo el desorden. Por último, procure dentro de lo posible enfocarse en
una cosa a la vez. Hacer varias cosas al mismo tiempo podría demostrar
su eficiencia, pero puede ser estresante y distraerle. Nada de eso es
bueno para la memoria.
Si
pese a intentar realizar estos cambios en su vida, todavía le parece
que tiene un problema importante con la memoria, o le preocupa algún
cambio reciente en la misma, haga una cita con su médico de cabecera. El
médico puede hablar con usted sobre los síntomas, así como revisar los
antecedentes médicos familiares, los medicamentos y los suplementos
alimenticios que toma. En algunos casos, la pérdida de la memoria puede
ser un efecto secundario de ciertos medicamentos. El médico además puede
hablar con usted sobre el nivel de estrés en su vida y cualquier cambio
importante que haya enfrentado.
El
médico y usted, conjuntamente, pueden analizar las cosas que podrían
contribuir a la pérdida de la memoria y decidir cuál es el mejor curso a
tomar en su caso.