Vayamos por partes. Kelly McGonigal (@kellymcgonigal)
refiere un estudio que se prolongó a lo largo de 8 años, y en el que
participaron 30.000 norteamericanos adultos. Como era esperable, esta
investigación encontró que un nivel alto de estrés se asociaba a un mayor riesgo de muerte
a lo largo del periodo analizado. En concreto, este riesgo se
incrementaba un 43% entre aquellos que decían estar más estresados. Pero
sorprendentemente, este resultado fatal no se producía ente
aquellas personas que, a pesar de haber experimentado un nivel alto de
estrés, no pensaban que el estrés fuera dañino para la salud.
Sí, suena a una especie de “efecto nocebo”…si crees que algo -en este
caso el nivel de estrés que metafóricamente uno se inyecta a diario- te
va a hacer daño, efectivamente comenzarás a experimentar sus
consecuencias negativas. También suena a “profecía autocumplida”…o a lo
que podríamos llamar la “maldición del estrés”. Como en el “mal de ojo”, lo malo del estrés no es que lo echen sobre uno, sino que creas en él –o mejor dicho, en sus efectos.
En consecuencia, una primera estrategia contra los efectos adversos del estrés sobre la salud tiene que ver con la reestructuración cognitiva.
Según propone McGonigal, aprender a ver que el estrés puede ser una
respuesta adaptativa y útil, que en determinadas circunstancias nos
ayuda a conseguir nuestros objetivos, sería un factor de protección
frente a los riesgos que entraña una visión negativa del estrés. Y es
que, de hecho, cuando el estrés se etiqueta en positivo la reacción fisiológica de nuestro organismo se asemeja a la de emociones positivas
como la alegría o la excitación. ¿No es divertido estar en lo alto de
la montaña rusa?… y sin embargo, aunque con matices, es una situación en
la que nuestro cuerpo está estresado.
Pero además, el estrés nos hace más sociables. Como ya sabemos desde los experimentos clásicos sobre afiliación que desarrollaron psicólogos sociales como Stanley Schachter
y otros, las emociones como la ansiedad, el miedo o el propio estrés
nos llevan a buscar el contacto con otras personas, y en especial con
aquellas que se encuentran en la misma situación que nosotros. En
definitiva, estar con otros nos puede proporcionarnos seguridad, información, consuelo, o simplemente, un patrón de comparación para evaluar nuestra propia reacción. La perspectiva de McGonigal se enfoca más hacia lo neurobiológico, pero el resultado es el mismo…
Hasta ahí, tenemos que la liberación de oxitocina en situaciones de estrés se relaciona con la búsqueda de contacto interpersonal,
y que eso –psicológicamente- es claramente positivo, por cuanto supone
una mayor oportunidad de apoyo emocional e instrumental. Más aún, el
propio contacto social estimula la liberación de oxitocina. Por lo que
-finalmente- este “mecanismo integrado de resiliencia”, del que habla
McGonigal, nos ha llevado de experimentar estrés a introducirnos en un
“círculo virtuoso” de sociabilidad. De hecho, popularmente, la oxitocina
es conocida como la “hormona del amor”.
Pero, ¿cómo afecta la liberación de oxitocina a la salud?
Pues bien, esta hormona actúa como un antiinflamatorio natural, protege
al sistema cardiovascular frente a los daños potenciales del estrés
-por ejemplo, mediante la relajación de los vasos sanguíneos durante la
respuesta de estrés-, y contribuye a reducir los niveles de cortisol -la “hormona del estrés” con efectos supresores del sistema inmunitario. Y en este sentido, también se conoce a la oxitocina como la “hormona anti-estrés”. Aunque, para ser honestos y antes de crear un club de fans de la oxitocina, recientemente algunos estudios han revelado también un “lado oscuro” para esta hormona, que podría tener un papel en la intensificación de “recuerdos” dolorosos (al menos, en ratones…).
Siguiendo la argumentación de McGonigal, la segunda estrategia protectora frente a los efectos adversos del estrés es también simple…busca el contacto social…y
fácil, pues es lo que te pide el cuerpo en tales situaciones. Pero
además, el contacto social parece actuar como un factor de protección
(¡gracias, oxitocina!): las experiencias vitales más estresantes se
asocian con incrementos de un 30% en el riesgo de muerte; pero entre
aquellos que dedican su tiempo a los demás, esta relación parece
neutralizarse.
Puedes ver la TEDtalk de Kelly McGonigal aquí:
Foto de encabezamiento: composición a partir de Kiss in the sky, de Claire Macnamara y Oxytocin with labels (Wikimedia Commons)