Solemos
respirar superficialmente, no somos conscientes de ello, es algo
automático.
Esta respiración limita mucho nuestra capacidad pulmonar, no
llenamos los pulmones, no trabajan los músculos inspiradores.
Y en el
cuerpo lo que no se usa… se atrofia.
Lo que distingue a la respiración superficial habitual de la respiración abdominal profunda es la función que desempeña el diafragma.
El diafragma es músculo que separa la cavidad torácica de la abdominal.
Cuando los pulmones cogen aire, empujan el diafragma hacia abajo, y
hacia arriba cuando lo soltamos.
Debido a la pereza, ignorancia, tabaco,
contaminación o estreñimiento entre otros factores, hoy en día las
personas adultas respiramos con el pecho, en vez de hacerlo
profundamente con el abdomen como sería lo ideal.
Esto hace que la parte
inferior de los pulmones (la más ancha) permanezca inmovilizada. Por lo
tanto es necesario respirar 3 veces con el pecho para igualar 1 respiración abdominal.
La práctica de la respiración abdominal
reduce el número de inspiraciones y respiraciones por minuto a menos de
la mitad y aumenta el rendimiento respiratorio, ahorra esfuerzo al
corazón y conserva la energía vital.
A la vez que fortalece los músculos
intercostales y extensores de la columna, evitándonos a la larga
patologías vertebrales.
Obsérvate, ¿Cómo respiras?