Las mamografías realizadas para detectar cáncer de mama podrían elevar las probabilidades de desarrollarlo en mujeres jóvenes cuyos genes les generan mayor riesgo de desarrollar la enfermedad, de acuerdo con un estudio realizado por las principales agencias europeas contra el cáncer.
La radiación recibida por mamografías y por otro tipo de pruebas con radiación en el pecho podría resultar particularmente dañina para ellas, y una imagen por resonancia magnética es tal vez un método más seguro de revisión para mujeres menores de 30 años que se encuentran en mayor riesgo debido a la presencia de determinadas mutaciones genéticas, concluyeron los autores.
El estudio no puede demostrar una relación entre la radiación y el cáncer de mama, pero es uno de los más importantes sobre el asunto. Fue publicado el jueves en la revista BMJ.
"Esto generará dudas y advertencias sobre la forma en que atendemos a mujeres con mutaciones (genéticas)", dijo el médico Len Lichtenfeld, subjefe médico de la Sociedad Estadounidense para el Cáncer. El y la organización no tuvieron participación en el estudio.
Las mamografías son efectuadas con mayor frecuencia en mujeres mayores de 40 años, a menos que se encuentren en alto riesgo, como presentar una mutación de los genes BRCA1 o BRCA2. El portar tal mutación aumenta cinco veces el riesgo de desarrollar cáncer. Aproximadamente una de cada 400 mujeres tiene las anormalidades genéticas, que son más comunes en poblaciones judías del este de Europa. A diferencia de las mamografías, una imagen por resonancia magnética no involucra radiación.
Se ha demostrado que las pruebas de detección de cáncer de mama salvan vidas y son claramente benéficas para mujeres de 50 años o más que tienen un riesgo promedio de padecer cáncer de mama. Los expertos dividen opiniones respecto a los valores en mujeres de menos de 50 años.
Algunos estudios han indicado que las mujeres con las mencionadas mutaciones genéticas podrían ser más sensibles a la radiación porque los genes participan en reparar problemas de ADN. Si esos genes son dañados por la radiación, podrían no ser capaces de reparar adecuadamente el ADN, lo que eleva el riesgo de cáncer.
En el estudio publicado en BMJ, investigadores europeos dieron seguimiento a 2.000 mujeres mayores de 18 años con una de las mutaciones genéticas en Gran Bretaña, Francia y Holanda. Las participantes reportaron sus rayos X y mamografías previos. Unas 850 mujeres fueron diagnosticadas posteriormente con cáncer de mama. Casi la mitad de ellas se tomaron rayos X, mientras que un tercio tuvo al menos una mamografía, a una edad promedio de 29 años.
Los investigadores no tenían datos detallados sobre cuántas mujeres se expusieron a radiación antes de los 30 años, pero calcularon que por cada 100 mujeres de 30 años con una mutación genética, nueve desarrollarán cáncer de mama para los 40 años. El número de casos calculado se incrementa en cinco si todas tuvieron una mamografía antes de los 30.
Los investigadores descubrieron que las mujeres que recibieron radiación en el pecho entre los 20 y los 30 años tenían 43% mayor riesgo relativo de desarrollar cáncer de mama comparadas con las mujeres que no recibieron radiación en el pecho a esa edad. Cualquier exposición antes de los 20 años parecía elevar el riesgo en 62%. La radiación después de los 30 años parecía no afectar el riesgo de cáncer de mama.
El estudio fue pagado por grupos europeos para el cáncer.