¿Conoces la diferencia entre sexo, placer y erotismo? Estos son los conceptos básicos de la vida sexual.
Sexo, sexualidad, afecto, amor, placer, erotismo… tienden a ser confundidos e incluso reducidos a la mera penetración sexual. ¿Pero entonces qué es la sexualidad? La sexualidad, más allá de los tabúes y del énfasis por el acto carnal, es la experiencia de vida del ser humano en su vida de pareja, en las relaciones y la comunicación que establece consigo mismo y con las demás personas. Este amplio triángulo que maneja las dimensiones de pareja, individuo y sociedad se desarrolla en cada uno de nosotros desde el día en que nacemos hasta el día en que morimos. Conocer a fondo la sexualidad de uno mismo es fundamental, no sólo para conseguir una mejor interacción con la pareja y con los círculos sociales que nos rodean, sino primordialmente para lograr el conocimiento y la aceptación de lo que nos gusta a cada cual y, con ello, un sincero bienestar tanto físico como emocional.Pocas veces nos preguntamos de qué se trata la sexualidad y adoptamos aquel juicio dado por la experiencia personal dentro de una sociedad machista, liderada por la idea de un hombre potente y una mujer que debe adaptarse a las necesidades de él. Estas ideas, sin buscar culpables, están presentes porque la sexualidad ha sido considerada un tabú desde hace muchos siglos y los temas relacionados con la materia no han tenido la atención y el tratamiento que se les han dado a otras áreas. Pues bien, esta falta de conocimiento es una de las principales causas de confusión, donde nuestro bienestar físico y emocional se ha visto comprometido.
El primer paso: ¿qué es la sexualidad?
La sexualidad es el producto de lo que hemos aprendido en nuestras relaciones con las demás personas. Todos tenemos nuestra propia sexualidad, aunque cada persona tenga una manera propia de vivirla o experimentarla a lo largo de las etapas de la vida.
La sexualidad es una vivencia de gran trascendencia que nos afecta por completo en diferentes ámbitos de nuestra vida. Se manifiesta a nivel biológico con la expresión del cuerpo, a nivel psicológico por medio de las emociones y en lo social a través de los códigos sociales. En este orden de ideas, su manifestación tiene como finalidad la reproducción, el placer y la comunicación.
Reproducción, placer y comunicación
Al tener en cuenta las tres dimensiones que abarca la sexualidad, resulta fácil comprender que vivimos la sexualidad, no para tener descendencia, sino para comunicarnos y/o relacionarnos, y de esta manera obtener satisfacción con aquellas personas que nos rodean. La reproducción, y por ende el acto sexual, es una función secundaria de la sexualidad. A lo largo de la vida, tenemos una capacidad reproductiva que puede ser efectiva o no según las posibilidades biológicas, psicológicas y sociales de cada uno. Cada cual tiene el deseo libre y responsable de tomar la decisión de tener descendencia o no, lo que hace que la sexualidad sea independiente de la reproducción.
Por otro lado, el placer lo obtenemos a nivel psicológico por medio de las emociones. Cada día tenemos experiencias que nos producen placer o displacer, rechazamos el displacer y buscamos repetir aquello que nos produce mayor satisfacción. Las caricias, los abrazos, los besos, las miradas y las relaciones y vivencias sexuales son eficaces medios para transmitir emociones y sentimientos con un fin en común: el disfrute. El placer es un resultado sano y deseable que buscamos en las relaciones y en la vida común, siendo además, un valor humano que cada uno debe cultivar.
Las mujeres y los hombres somos seres sexuados que buscamos de manera constante relacionarnos y entendernos entre nosotros. Nuestra dimensión social implica aprender a establecer relaciones con los demás en un proceso que comienza el día en que nacemos, con nuestros padres y familiares, con los amigos y luego con la pareja. Estas relaciones son imprescindibles para un sano desarrollo de la personalidad.
La sexualidad es entonces un conjunto de tres dimensiones: biológica, psicológica y social que se viven en cada persona de forma diferente y a diferentes ritmos según las experiencias que a lo largo de la vida, afectan a la totalidad de la persona. Separar la sexualidad del resto de la personalidad, supone dividir al ser humano de su realidad vital y existencial.