Constituyen el 3,6% de las urgencias y las genera el 2% de la población.
Se pueden dar en personas jóvenes y son más comunes a partir de los 50 años.
Cuando se produce una arritmia la persona debe pedir asistencia y acudir al centro de atención sanitaria más cercano.
Una arritmia cardíaca es una alteración en la sucesión de los latidos cardíacos. Supone un ritmo irregular del corazón, porque puede deberse a cambios en la frecuencia cardíaca, tanto porque la frecuencia pase a ser demasiado rápida o muy lenta. En la mayoría de los casos, la persona necesita la intervención de los profesionales de urgencias de los hospitales. Los mayores son el segmento de la población más afectado por estos trastornos del corazón.
El jefe de Servicio de Urgencias del Hospital Universitario Severo Ochoa, Alfonso Martín, explica que la arritmia más prevalente entre la población general es la fibrilación auricular, presente en una de cada tres hospitalizaciones por trastornos del ritmo cardíaco. Menos frecuentes son las arritmias ventriculares asociadas a la enfermedad cardiaca y culpables de la muerte súbita y las arritmias que imponen al corazón ritmos demasiado lentos y se corrigen con la implantación de marcapasos, las llamadas bradiarritmias.
En la fibrilación auricular el ritmo cardiaco se vuelve rápido e irregular dando lugar a síntomas como palpitaciones, dificultades para respirar, mareos o incluso dolor torácico derivados del fallo en el sistema eléctrico del corazón. Constituyen el 3,6% de las urgencias generales, las genera el 2% de la población general y hasta un 10% de quienes la sufren superan los 80 años.
El especialista, coordinador de la sección de arritmias cardiacas de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES), señala que estas arritmias son el origen de coágulos en el corazón que dan lugar a ictus cerebrales e insiste en que el mensaje principal es que estas consecuencias son evitables si se sigue el tratamiento con los medicamentos anticoagulantes.
Un reto por su variedad A pesar de ser tan frecuentes, las arritmias auriculares suponen un reto para los facultativos por su variedad de formas. Están asociadas con factores de riesgo cardiovasculares como la hipertensión o el sobrepeso pero también con el paso de los años y el envejecimiento, los trastornos en las válvulas cardiacas o la apnea del sueño.
Pero hay tantas arritmias como corazones. Cada paciente presenta unas características distintas, la recurrencia en las arritmias varía, así como los síntomas, su duración y los tratamientos necesarios para devolver al corazón el ritmo saludable.
En algunos casos los controles médicos de rutina, la edad del paciente o los síntomas son muy evidentes pero en otras ocasiones éstos se pueden confundir con un ataque de pánico o una crisis de angustia, por ello siempre es necesario acudir a las instalaciones hospitalarias y realizar los exámenes pertinentes. La edad es un factor clave pero las arritmias se pueden presentar en personas jóvenes y son más comunes a partir de los 50 años.
Lo fundamental es que cuando se produzca una arritmia la persona pida asistencia y acuda a su centro de atención sanitaria más cercano, que permanezca lo más tranquila posible y en reposo y que no tome ningún tipo de medicación distinta a la habitual, también se desaconseja cualquier tipo de maniobra no indicada por parte del acompañante.
Cuando el paciente llega a urgencias con una arritmia se emplean fármacos denominados betabloqueantes o se pasa a la llamada cardioversión a través de medicamentos o de una intervención en la que se seda al paciente para aplicarle corrientes eléctricas. El tratamiento depende del estado físico de cada paciente, apunta el especialista, que destaca que el abordaje de la patología supone un análisis y tratamiento global que varía de unas personas a otras.