Aún
recuerdo cuando hacía mis pinitos en consulta nutricional, quinto año
de universidad y mi primer paciente, una joven de unos 17 años, más o
menos delgada, hacía yoga, meditación y además era vegetariana! Para mí
era todo un reto, pues en casa comíamos carne cada vez que podíamos, mi
madre como buena argentina nos daba una dieta básicamente carnívora y
en la universidad poco o nada había visto del tema de vegetarianismo.
Con mi primer paciente experimenté que comer mucha fruta y mejor aún de
noche “no le puede hacer daño a nadie y además te puede ayudar a bajar
de peso”.
De
eso hace ya 16 años y sin duda he aprendido, desaprendido y vuelto a
aprender muchas cosas, es cierto que no hay nada nuevo bajo el sol y
finalmente he comprendido que lo que funciona para algunas personas no
necesariamente funcionará para otros, que el ser humano no es una
computadora y que la “simplista” idea de calcular calorías, en las
personas con sobrepeso-obesidad es el camino directo a la frustración y
el fracaso.
ENTONCES, QUÉ ES LO QUE FUNCIONA?
Existen
muchas recomendaciones que podría darte, pero la que es casi infalible
es que si tu paciente ha fracasado haciendo las clásicas dietas de “come
de todo un poco” y “balanceado” (60% hidratos de carbono, 25% grasas y
15% proteínas) le des una oportunidad a trabajar con alimentos que no
estimulen la resistencia a la insulina, hablamos de las dietas
cetogénicas.
¿EN QUÉ SE BASA ESTA IDEA?
Se
basa en el concepto de como modifican nuestro medio interno
determinados tipos de alimentos, más allá del conteo de calorías.
Aceptar que la activación de determinadas hormonas dificultarán e
incluso harán imposible que se baje de peso, por más dedicación y fuerza
de voluntad que se ponga. Además, insisto, tener en cuenta que no
todos reaccionamos de la misma manera ante determinados macronutrientes
(hidratos de carbono, grasas y/o proteínas).
¿CÓMO FUNCIONA ESTO EN EL CASO DE LA FRUTA EN LA NOCHE?
El
caso de la fruta, ésta contiene fructosa, glucosa, sacarosa (más
fructosa y sacarosa) y almidón. Lo interesante es que la fructosa, a
diferencia de la glucosa que puede ser metabolizada por prácticamente
cada célula de nuestro organismo, solo puede ser manejada por el hígado.
Por lo tanto, luego de comer fruta, la fructuosa proveniente de ella,
será transporta directamente al hígado.
ENTONCES QUE SUCEDE EN UNA PERSONA CON SOBREPESO-OBESIDAD
Normalmente
estás personas no estarán en ayunas desde varias horas antes de cenar y
de estarlo o no, al momento de cenar fruta comerán una importante
cantidad y variedad de frutas, de manera especial las más dulces (no
quiero ni pensar que pasaría si además le agregaran yogurt, cereal y/o
miel…). Entonces, el hígado intentará almacenarla como glucógeno
hepático, pero como su capacidad de almacenarla es muy pequeña, los
depósitos estarán llenos o rápidamente se llenarán.
LA FRUTA NOCTURNA Y NUESTRO PACIENTE CON SOBREPESO-OBESIDAD
Entonces,
lo qué ocurre cuando el glucógeno está completamente lleno en el hígado
y además tenemos suficiente glucosa en sangre, es que este exceso de
hidratos de carbono se convierte en una forma de grasa saturada de
cadena corta llamada Ácido Palmítico (AP), el cual se une a una molécula
de glicerol y se empaqueta con proteínas y colesterol; el resultado es
una molécula rica en AP llamada VLDL (lipoproteína de muy baja
densidad). El problema empieza a complicarse aquí, pues el AP reduce la
sensibilidad a la leptina. De esta manera el cerebro va perdiendo la
sensibilidad a esta importante hormona que es una señal de saciedad, que
se activa cuando la comida aún está en el estómago. En conclusión,
tendrás hambre aún después de haber comido suficiente.
¿CUÁN MALO PUEDE SER ESTO?
El
problema que al comer más hidratos de carbono necesitaremos más
insulina para metabolizarlo y con el tiempo, poco a poco se presentará
la Resistencia muscular a la insulina (RI), lo que origina que los
músculos tengan hambre a pesar de haber más que suficiente glucosa en
sangre, esto va de la mano con la RI hepática, que ocasiona que el
hígado siga produciendo hidratos de carbono y los mande a sangre, que al
tener ya suficiente glucosa, ocasionará nuevas hiperglicemias, seguidas
de hiperisulinemias. El siguiente paso es que el hígado empieza a
formar triglicéridos (TG) a partir de 3 AP y un glicerol y acumula
grasa, llevándonos en cierto tiempo a una esteatosis hepática no
alcohólica por el consumo de la “sana” fructosa.
Si estás haciendo dieta y comiendo fruta de noche, y no bajas de peso, no me sorprendería que esta sea la causa.
Raúl Manrique Maidana