Bebe agua de mar y beberás vida. Sí. Como lo estás leyendo.
Agua
de mar que convierte desiertos en vergeles, cura desde una cirrosis a
una rinitis, mejora la calidad de tu nutrición, fortalece las dietas
infantiles y es avalada por investigaciones e informes médicos a lo largo de décadas.
Ya.
Ya sé que crees que quien la bebe muere rápido o se vuelve loco. Hay
muchas historias de náufragos y varias películas que se te vienen a la
cabeza. Pero ten en cuenta una cosa: nada (o poco) es como te contaron.
Yo ahora te voy a contar esa historia, la del náufrago, de otra forma.
¿Viajas conmigo a esta nueva isla líquida? Es una isla que te ha estado siempre esperando.
DE GRECIA AL SIGLO XIX
Herodoto escribió, cuatro siglos antes del nacimiento de Cristo, que “la cura de sol y el agua de mar se impone en la mayoría de las enfermedades y, sobre todo, en las afecciones de la mujer”.Eurípides, que “el mar cura las enfermedades de los hombres”. Y no se estaba refiriendo a las provocadas por la melancolía.
Tuvieron que pasar años y años, muchos años más, hasta llegar a un hombre, el investigador francésRené Quinton. El reloj del tiempo marca esta fecha: finales del siglo XIX, comienzos del siglo XX.En 1904, Quinton publica “El agua de mar, medio orgánico” como estandarte de sus investigaciones. Para él, las enfermedades son un ‘ensuciamiento’ del medio interno celular.
Somos un 70% de agua, de agua salada (así es nuestro sudor, así son
nuestras lágrimas); si nuestro medio ‘marino’ se altera, nuestra salud
se altera. Venimos del mar. ¿Lo dudabas?
Quinton experimentó con perros enfermos. En transfusiones, sustituyó toda su sangre por plasma marino.
A finales del XIX, en 1897, ya demostró que el organismo del perro
convertía ese agua de mar en sangre casi de forma inmediata, que el
animal curaba y, además, reforzaba ampliamente su vitalidad. Más allá de
sus experimentos, Quinton instaló en Francia ‘dispensarios marinos’ y
curó con éxito enfermedades mortales en la época: cólera, tifus y tuberculosis quedaron anotadas en su lista de éxitos. Un colega coetáneo, el doctor Robert Simon, decía esto de su trabajo: “Tras sólo tres años de experimentos nadie puede prever los límites que el futuro concederá a este método. Los últimos ensayos (gota, reuma, ciática y tosferina) nos autorizan a pensar que el ámbito de sus aplicaciones se irá extendiendo”.
¿Ha sido así? No, ciertamente. El poder de los laboratorios farmacéuticos se impuso tras las guerras mundiales y
fue mucho más fuerte que la labor de Quinton. Hoy, sin embargo, crecen
sus discípulos que actúan y siguen su método ya por todo el mundo.
EL DOCTOR ÁNGEL GRÁCIA
Aquí le ven. Tiene 82 años y lleva décadas bebiendo agua de mar.
Doctor en Veterinaria, premiado en todo el mundo, presidente de la
Fundación Seawater con sede en Florida y autor de libros con títulos
como “El poder curativo del agua de mar”. Ángel Grácia, maño, de
Zaragoza, con un curioso acento hispano. Defensor a ultranza de las
teorías de Quinton y promotor de una ‘hoja de ruta’ para llegar a lo que
él llama la “Cultura de la Salud” frente a la “cultura de la enfermedad que nos tiene impuesta el sistema”.
“Tenemos derecho -asegura- a vivir y morir sanos. El agua de mar y el
sol (¿les suena? ¿a Grecia tal vez?) son la solución gratis. Pero interesa que la gente esté enferma, enferma para no pensar“.
En ‘El Proyecto Matriz’ http://elproyectomatriz.wordpress.com/2010/12/01/dr-angel-gracia-la-hoja-de-ruta-de-la-salud-i
encuentras su trabajo y sus documentadas teorías. Sus referencias a Quinton y, entre otros, a Otto Warbürg, Premio Nobel por su Respiración Celular: “Todas las enfermedades son ácidas y donde hay oxígeno y alcalinidad no puede haber enfermedad, incluido el cáncer”, dijo Warbürg entre 1930 y mediados de la década de los 40. En pleno tiempo convulso.
“El agua de mar alcaliniza el medio interno de un organismo, además de nutrirlo”, asegura Grácia. Es el alimento de los mamíferos marinos, tan cercanos y no tan diferentes al hombre.
El agua de mar es lo que ayudaría frenar la desnutrición infantil (posee en su composición todos los minerales y oligoelementos de la Tabla Periódica), irrigaría desiertos y aportaría calidad a la alimentación del ganado.
¿Ciencia ficción? No: ya se está practicando.
DESDE DISPENSARIOS EN AMÉRICA A CULTIVOS EN ÁFRICA
Eritrea, África. Un desierto… regenerado gracias a las aguas del Mar Rojo. El vergel surge;ahí crece el mangle y la salicornia (lo
ves en la foto). De las semillas de esta última se extrae incluso
aceite para el consumo. Los animales y los hombres vuelven a la vida en
lo que antes era un entorno árido, difícil y hostil.
Nicaragua, Centroamérica. ‘Dispensario Marino’ Santo Domingo. Ahí el agua de mar se utiliza como complemento nutricional en
gran medida pero también en tratamiento de enfermedades. Los
resultados, según refleja la Fundacion Seawater, pasan por la
disminución del consumo de medicamentos en enfermos crónicos (hipertensión
arterial, reumatismo, cardiopatías, diabetes, artrosis) y la solución
total a rinitis alérgicas, casos de cirrosis o psoriasis.
En La Ceja, Colombia, el consumo de agua de mar está generalizado.
Y el cartel con la frase de Eurípides (otra vez Grecia) está presente
en cafés, restaurantes, escuelas y pabellones deportivos.
¿Qué más nos queda en este viaje? Lo más importante. Cómo tomar el agua de mar. Cuándo tomarla y, en tu día a día, para qué tomarla.
Vamos allá.
EL AGUA DE MAR EN TU DÍA A DÍA
“Nuestra
recomendación para aprender a beber agua de mar -explica el doctor
Ángel Grácia- es que se haga poco a poco. Se puede añadir limón al
gusto”.
Lo
ideal es combinar una porción de agua de mar y tres porciones de agua
al uso, añadiendo lo que nos recomienda el doctor Grácia: zumo de limón.
Al menos, comenzar así su ingesta.
Los
defensores del agua de mar aseguran que puedes recogerla del mar
directamente (aunque ya se vende embotellada con la etiqueta
‘Biomaris’). La ósmosis actúa frente a la contaminación. Lo hace así, en palabras del experto Carlos G. Dreyfus: “Si
una bacteria, virus u hongo de origen terrestre caen en el mar, por
acción de la ósmosis, se deshidratará y se desactivará. Esto garantiza
que el agua de mar no se puede contaminar. La ósmosis toma su tiempo
para actuar. En los lugares puntuales donde se depositan desechos de origen terrestre, no es recomendable tomar agua. Lo correcto es buscar lugares donde garanticemos que la ósmosis ha tenido suficiente tiempo para actuar”.
Es diurética, no produce hipertensión (el agua de mar está salada, pero no por la sal tratada de consumo habitual), ayuda a limpiar nuestro intestino (se utiliza el procesos depurativos), actúa a modo de bebida isotónica perfecta, descongestiona las vías respiratorias, hidrata la piel y resulta excelente en la cocina sustituyendo al agua habitual.
Se almacena en una botella al uso, alejada de la luz del sol directa. No tiene fecha de caducidad y, a mayores, cuenta con el marchamo médico.
Aquí
tienes un informe de profesionales de la Medicina que avala su consumo
habitual en la dieta (como su recogida directa de las playas).
En él, el grupo de doctores firmantes indica que dolencias
de tiroides, cardiopatías, arritmias, estrés, depresión, insomnio o
enfermedades de la piel han experimentado una gran mejoría sólo con
tomar agua de mar.
Ahora sólo te queda llenar un vaso y brindar con ella.
Regresar a la sabiduría de Grecia.
Y comprobar que tu cuerpo de navegante no va a naufragar en el intento.