Dependiendo
del compromiso existente en la mucosa se las ha clasificado en
gastritis erosivas y no erosivas. Dependiendo del tiempo de evolución,
también se las clasifica en agudas, solo inflamación de la mucosa, y
crónicas donde además hay cierto grado de atrofia y disminución de la
digestión de los alimentos.
Numerosos
factores predisponentes se han involucrado en el desarrollo de la
gastritis, como los medicamentos analgésicos - antiinflamatorios (AINE),
el estrés (psíquico o físico), el alcohol, personas gravemente
enfermas, etc.
En
los últimos años, diversos estudios apoyan el papel de una bacteria, el
H. Pylori, como agente causal, fundamentalmente de la gastritis
crónica. En los países en vías de desarrollo, con un sistema sanitario
deficiente, escaso nivel cultural y bajos ingresos económicos, la
prevalencia de la gastritis crónica es muy elevada, sobre todo en los
adultos y los ancianos.
Cuadro clínico
Las
manifestaciones clínicas son inespecíficas, pudiendo no producir
ninguna molestia. Generalmente comienzan con pérdida del apetito,
náuseas y vómitos ocasionales, mareos y sensación de ardor o quemazón en
el abdomen. En algunos casos, no manifiestan síntomas y se presenta
como un cuadro de hemorragia digestiva, con eliminación de sangre por la
boca o de heces oscuras. Las pérdidas de sangre pueden ser no evidentes
y con el tiempo ocasionan un cuadro de anemia.
También
puede aparecer distensión del abdomen, eructos, pesadez luego de las
comidas y mal sabor en la boca, constituyendo el cuadro denominado
dispepsia funcional.
Tratamiento
La
mayoría de las lesiones erosivas de la mucosa del estómago cicatrizan
en forma espontánea y la hemorragia suele autolimitarse también en
muchos casos. Para acelerar el proceso, resultan de gran utilidad los
medicamentos inhibidores de la secreción ácida del estómago, antiácidos,
antihistamínicos (ranitidina), inhibidores de la bomba de protones
(omeprazol); o los que poseen propiedades protectoras del estómago
(sucralfato).
En
los casos de gastritis asociadas a H. Pylori, la eliminación del
microorganismo se asocia con una mejoría de las manifestaciones
clínicas. Para ello puede recurrirse al bismuto coloidal o antibióticos
como la amoxicilina o la claritromicina y nitroimidazol.
¿Qué hacer en caso de gastritis?
Un
estilo de vida saludable y unos adecuados hábitos alimentarios pueden
prevenir esta dolencia y, en caso de padecerla, mejorar los síntomas y
prevenir posibles recaídas
La
gastritis es una inflamación de la mucosa gástrica que puede ser de
tipo agudo, de aparición rápida y resolución en pocos días, o de tipo
crónico, en cuyo caso, puede persistir durante años y llegar a producir
úlcera péptica.
¿Por qué se produce la gastritis?
Con
frecuencia se debe a una infección causada por la bacteria helycobacter
pylori. Otras causas incluyen el consumo excesivo de alcohol y otras
transgresiones dietéticas (comidas copiosas, abuso de condimentos
fuertes e irritantes…), las intoxicaciones de origen alimentario, el
estrés, el uso prolongado de ciertos medicamentos (antiiflamatorios y
antirreumáticos) o tomar demasiadas aspirinas.
¿Cuáles son sus síntomas?
Los síntomas característicos son sensación ardiente en la boca del estómago que puede llegar hasta el pecho, acidez, náuseas, en ocasiones vómitos y flatulencia.
Recomendaciones dietéticas generales
La
dieta varía en función de los síntomas y de la evolución de la
enfermedad. En periodo de evolución favorable, las recomendaciones
generales son las que siguen a continuación:
Llevar
a cabo una alimentación lo más variada posible, excluyendo tan solo
temporalmente aquellos alimentos que crean molestias y los que aumentan
la acidez o irritan la mucosa gástrica. No limite su dieta más de lo
necesario.
Distribuir
la alimentación en tres o cuatro tomas (desayuno, comida, merienda y
cena). Se puede incluir una colación a media mañana, según horarios y
costumbre.
No hacer comidas abundantes; pesadas o copiosas, comer lentamente y masticar bien.
No comer alimentos sólidos justo antes de ir a la cama (fermentan en el estómago y producen molestias).
No es aconsejable la toma frecuente de leche, ya que a las 2-3 horas tras su ingesta produce acidez.
Preferir alimentos jugosos que apenas precisan grasa ni cocción prolongada.
Probar
la tolerancia frente a los alimentos ricos en fibra (verduras cocidas
enteras, ensaladas, legumbres, cereales integrales, frutos secos y
frutas secas…).
Excluir los alimentos muy salados o condimentados y las conservas en escabeche.
Evitar
alimentos que estimulan la secreción gástrica (café, descafeinado, té,
alcohol); sustituirlos por achicoria, malta o infusiones suaves (romero,
salvia, poleo, manzanilla, etc.).
No tomar bebidas gaseadas.
No consumir cantidades excesivas de azúcar.
Si hay acidez, los derivados del tomate (salsas) y el zumo de cítricos pueden causar molestias según la persona.
Evitar los alimentos muy calientes o muy fríos ya que provocan irritación.
Progresivamente
incluir alimentos nuevos hasta llegar a una alimentación normal y de
acuerdo a las indicaciones de dieta equilibrada.