En cuanto a los senos y su connotación sexual hay mucha agua corriendo bajo el puente. Aprovecho este artículo para citar a un querido ex compañero de trabajo, F., que develó una de las mayores verdades sobre la naturaleza de los senos al afirmar con solvencia y temple que “la teta es una construcción social”.
F. sabía bien lo que decía, pues todos tenemos claro que el seno no tendría porqué ejercer atracción física más que una rodilla o un hombro; simplemente es una protuberancia más del organismo. Sin embargo, la ciencia siempre ha reconocido el hecho de que los senos son un verdadero misterio, y han emergido unas cuantas explicaciones al respecto.
La primera (y la clásica) es la freudiana, de que los senos recuerdan a nuestras madres y por ello sentimos atracción. La explicación prehistórica afirma que los senos reflejan nalgas animales sobre las que el hombre primitivo se montaba. Otra explicación es la reproductiva, que sostiene que los senos grandes son un indicador de altos niveles de estrógeno. El neurocientífico Larry Young tiene una nueva explicación, esta vez respecto a los senos en tanto fortalecedores del vínculo sexual.
Según Young, la hormona oxitocina juega un papel crucial aquí. Esta hormona es liberada durante elamamantamiento, haciendo más feliz a la mujer y fortaleciendo el vínculo con su bebé. Durante el sexo, las caricias y los besos en el seno también estarían liberando oxitocina en el organismo de la mujer, lo cual haría que las mujeres se entregaran con mayor seguridad a la relación sexual, algo que los hombres habrían percibido y evolucionado para tomarlo en cuenta.
Sea como sea y por qué sea, es innegable que los senos son un motor de atracción que funciona muy fuerte. Las explicaciones son varias, y todavía ninguna del todo convincente como para entregarnos a ella. ¿“El poder del seno” resulta un título muy promiscuo? Ahora que has leído el artículo te darás cuenta que no lo es tanto, ¡pues vaya si tendrán poder de atracción!