Conocer la verdadera edad de las personas, de los tejidos y de las células es una preocupación fundamental de la medicina, especialmente de la rama forense, puesto que los cadáveres muchas veces son reconocidos a través de la edad del individuo.
La única forma de extraer este dato de alguien que no puede ya comunicarlo, es a través de células y tejidos que permanecen invariantes durante la vida. Hasta ahora, el proceso más común toma una muestra del tejido de los dientes y mediante pruebas con Carbono 14, se puede determinar con bastante precisión la edad del individuo.
Un grupo de científicos daneses ha descubierto recientemente una nueva manera de obtener esta información. El tejido que se utiliza es el del cristalino del ojo, un tejido que aloja una serie de proteínas que se desarrollan al momento de nacer y nos acompañan durante todas nuestras vidas.
Para ello se valen de la presencia de Carbono 14 en el ambiente. Los niveles de acumulación de este material radiactivo en la atmósfera han aumentado notablemente desde 1950 debido al gran número de pruebas nucleares realizadas por los Estados Unidos y la Unión Soviética. Luego, con la prohibición de dichos experimentos, los niveles están tendiendo a la baja.
Los científicos han elaborado un patrón de presencia de Carbono 14 en la atmósfera con el transcurso de los años. De esta manera, al comparar los valores encontrados en el cristalino de un individuo, con los niveles encontrados en el cristalino del ojo podemos tener una aproximación bastante fiable sobre la edad de las personas. El margen de error en este caso, es de un año y medio, convirtiéndose en un análisis, más simple, más sencillo y mucho más rápido que el de la extracción ósea a nivel dental.