Para mí fue una suerte de paradoja: Estábamos entrando a la época de verano, y yo pensaba que en verano las posibilidades de resfrío eran casi nulas.
La segunda vez fue al cumplir un año. En esos momentos si hacía mucho frío y fue de faringitis. La última vez fue hace unas semanas y afortunadamente se trató de un resfrío común, por lo que solo tuvo un poco de congestión y tos, que terminó en unos 5 días.
Lo que esos periodos tuvieron en común, es que fueron momentos muy oscuros para mí, sobretodo porque tiendo a creer que puede empeorar y que nunca va a pasar. Pero luego de estos episodios, me he esforzado por volver retrospectivamente a ellos para mirarlos con más calma y poder entender mejor lo sucedido para así mejorar mi actitud.
De esa reflexión he llegado a una serie de ideas que deseo compartir contigo. Si crees que hay alguna que falte, no dudes en comentarlo.
Qué hacer cuando nuestros hijos enferman
Evita llevar a los niños muy pequeños a sitios concurridos y o con mala ventilación
Sobre todo en invierno ya que los espacios cerrados o con mala ventilación son ideales para el contagio, y si están un poquito baja las defensas entonces las probabilidades de que enfermen son más altas.No exponer a los niños a cambios bruscos de temperatura.
A veces pensamos equivocadamente, que entre más abrigado este nuestro retoño menos se enfermará, pero es un error, ya que en general los niños de hasta un año, pueden tener una temperatura corporal un poco más alta que los 37° promedio de un adulto, producto de su metabolismo más acelerado.Por ello, es bueno tocar su cara para comprobar que no estén acalorados y cuando los niños son más grandes, preguntar si están cómodos con la ropa que llevan. Esto les permitirá jugar sin que transpiren y que luego ese sudor pueda bajar mucho su temperatura. Debemos vestir a nuestros niños con ropa adecuada y cómoda permitiéndoles que se puedan ir quitando prendas cuando entren a ambientes más cálidos.
El higiene también es salud.
El lavado frecuente de manos, por ejemplo, es una costumbre que debemos inculcar a nuestros niños ya que este simple acto les permitirá protegerse de una gran cantidad de agentes patógenos. Por otro lado se cree erróneamente que cuando los niños están resfriados no hay que bañarlos. Muy por el contrario, si tu niño está congestionado o tiene fiebre un baño le será sumamente beneficioso, ya que le permitirá descongestionarse, bajar la temperatura y relajarse para poder dormir mejor.Lo principal es mantener la habitación de baño a una temperatura templada sin corrientes de aire.
Tener mascota.
Hay una fuerte evidencia que relaciona el contacto de los niños con animales con un aumento natural de las defensas, protegiéndolos de sufrir problemas como alergias y asma.La mejor fuente de protección para nuestros hijos está en una buena alimentación.
Nos referimos a una alimentación basada en una gran variedad de frutas y verduras de temporada, frutos secos, legumbres y carnes blancas y magras. Debemos evitar que nuestros niños consuman productos altamente procesados como son las bebidas de fantasías, los pasteles y galletas, entre otros, productos todos muy altos en azúcar refinada, sodio, colorantes, preservantes y realzantes del sabor, que exponen al organismo a un alto grado de exigencia nutricional para poder eliminarlos. También debemos recordar ser respetuosos de las porciones y gustos de nuestros niños, no obligarlos a comer por el simple hecho de que consideramos que el alimento es nutritivo, lo mejor es ofrecerles alternativas para que puedan elegir según su apetito.Recurrir a los medicamentos sólo como última opción.
Una de las bellezas de nuestra época es que contamos con gran cantidad de opciones para sanar, muchas de ellas buscan una forma de salud integral para los niños, solo debes investigar y probar cual puede resultar mejor para ustedes. La medicina tradicional es muy efectiva en el ataque a los síntomas de las enfermedades pero olvida que el ser humano es un conjunto más grande de sensaciones y vivencias. Por ello es tan importante que tratemos de entender la enfermedad y el momento que están viviendo nuestros hijos antes de simplemente acallar los síntomas.Otro punto fundamental es la relación que cultivemos con el médico. Busca alguien que te haga sentido y no sigas consejos simplemente porque la persona es portadora de un título.
Recuerda que la alegría también es una fuente de inmunidad.
Por lo mismo, no debemos ser tan prohibitivas y confiar un poco más en lo que sienten; dejémosles jugar, correr, ensuciarse. Y si tu niño ya está enfermito entonces puedes hacer algunas cosas entretenidas, contar chistes, hacer adivinanzas, etc. Verás cómo su mejoría es más rápida cuando están de buen humor.Identifica las causas o los motivos que rodearon el episodio en cuestión.
Toma la siguiente frase: “Toda enfermedad es una oportunidad de ser más saludables”Sean cuales sean las circunstancias podemos aprender de ellas, basta con que meditemos en calma acerca de lo que ha sucedido y podrás descubrir los factores que rodean la enfermedad.
En mi caso personal, yo creo mucho en las energías: La última vez que mi niño estuvo enfermo, días antes yo había tenido una fuerte discusión con mi madre. Por supuesto que mi niño no presencio este vergonzoso hecho, pero yo estuve muy triste, decepcionada y con culpa. Es probable que esa energía negativa de alguna forma haya afectado a mi hijo y disminuido sus defensas.
Para finalizar quisiera destacar la trascendencia de ver, aceptar y promover la idea de que “la salud es el estado natural de las personas” y que cuando ese estado se altera no es casualidad, es porque en algo debemos mejorar. No olvides que la falta de salud de nuestros hijos es también una excelente oportunidad para nuestro empoderamiento, para aprender a confiar en nuestro instinto y recurrir a toda nuestra fuerza interior.