La mercadotecnia juega un papel muy relevante en la industria alimenticia y las marcas lo saben bien.
Aunque alguien esté vendiendo grasa pura, si le agrega algún adjetivo positivo como "natural" o "integral", es posible que acabe engatusando a más de un consumidor.
Palabras como integral o natural pueden aumentar el consumo de un producto.
Un estudio desarrollado por la Universidad de Houston advierte de que hay palabras "mágicas" como "antioxidante", "integral" o "natural" que aparecen en el envoltorio o en el paquete de determinados productos y que no significan necesariamente que sean saludables.
Uno de los casos más sonados es el de la bebida 7Up de cereza, que durante un tiempo se comercializó en Estados Unidos llevando la palabra "antioxidante" impresa en cada lata. En este ejemplo en particular, los posibles efectos antioxidantes eran ampliamente contrarrestados por altos niveles de azúcar. Finalmente, acabaron retirando la palabra polémica del envase.
Además, el estudio explica que el impacto de una palabra como "sin gluten" o "integral" en un envoltorio es mucho mayor que una información nutricional que ocupa un espacio mucho más pequeño. De hecho, ese cuadro, que es obligatorio incluir en muchos países como Estados Unidos o Reino Unido, pasa tan desapercibido que prácticamente nadie lo lee, cuentan los autores del estudio.
Es muy importante prestar atención a los etiquetados.Para llegar a esta conclusión los responsables de la investigación enseñaron fotos de productos con algunas de las palabras clave , a quienes se les pidió que los calificaran como saludables o no.
Después, con la ayuda de Photoshop borraron esas palabras y mostraron las mismas fotos pero sin esos enganches "mágicos" que son términos como "orgánico" o "cien por cien natural". En el primer caso, los productos fueron calificados como sanos. En el segundo, no.
Lo cierto es que una atenta observación de algunos envoltorios puede hacernos cambiar de opinión sobre un producto que, a simple vista, parece la panacea.
Por ejemplo, muchos productos sin gluten emplean cantidades extra de azúcar o de sal para resultar más sabrosos, con lo que los celiacos acaban comiendo alimentos más salados o más dulces que la mayoría. Del mismo modo, hay pan integral con sirope o edulcorantes añadidos que acaba siendo peor para la salud que otro hecho a base de harina refinada.
La confusión a la hora de leer el etiquetado llega al paroxismo en pruebas como las de elegir la opción más saludable entre una lata de 'spam' (jamón envasado de baja calidad) y salmón. Sorprendentemente, un 20% de los encuestados opinó que el 'spam' era mejor para la salud que el salmón.
"Ante resultados como estos, parece claro que es necesario que haya un etiquetado más claro para que las personas sepan en todo momento cuántas calorías están comiendo y cuánta sal y azúcar hay en el producto", concluyen los investigadores.