Estas
dos humildes pero vistosas hortalizas, cuya temporada de consumo va de
noviembre a mayo (en el caso del apio, hasta junio), son un complemento
perfecto para añadir a ensaladas, caldos y guisos porque al mismo tiempo
que proporcionan un aroma y sabor particular, mejorarán nuestras
digestiones sin sumar apenas calorías y aportando vitaminas, minerales y
fibra.
Hinojo dulce
El
hinojo dulce que se consume hoy en día es una variedad del hinojo
silvestre que se encuentra en abundancia en campos sin cultivar,
especialmente en la zona mediterránea. Del silvestre se utilizan sus
semillas por sus propiedades digestivas y del cultivado, además, como
hortaliza, el bulbo.
Propiedades nutricionales
El
hinojo tiene un escaso aporte energético pero es rico en hidratos de
carbono y fibra. El aporte vitamínico es modesto y destacan en su
composición los folatos, la vitamina B3 y la provitamina A, aunque en
menor cantidad que en otras verduras. En cuanto a minerales, además del
potasio, tiene pequeñas cantidades de fósforo, magnesio y calcio.
Lo
que sobresale en la composición del hinojo es un aceite etéreo, el
anetol, que es el que le proporciona su característico olor anisado. El
anetol se encuentra por toda la planta pero se concentra especialmente
en las semillas y es al que se le atribuyen las propiedades digestivas y
carminativas del hinojo.
Es muy adecuado para...
Obesidad.
El
valor calórico es mínimo y el alto contenido en fibra proporciona
sensación de saciedad. Además su contenido en potasio facilita la
eliminación de líquidos.
Sistema digestivo.
El
consumo de hinojo es muy adecuado en caso de flatulencias e hinchazón,
ya que favorece la digestión de los alimentos gracias a su aceite
esencial rico en anetol. También tiene efecto laxante por la cantidad de
fibra que aporta.
Enfermedades
cardiovasculares. Como todos los alimentos ricos en fibra, ayuda a
controlar el colesterol y su efecto diurético, debido al potasio, es
beneficioso para reducir la tensión arterial.
Diabetes.
La fibra también es beneficiosa para el control de la glucemia.
Preparación
El
bulbo del hinojo revaloriza las ensaladas con su especial toque anisado
y su textura crujiente. Si no se está muy acostumbrado a comerlo y
sobre todo pensando en l@s niñ@s que huyen de los sabores nuevos, es
mejor empezar echándolo muy picadito y en poca cantidad. Combina a la
perfección con cualquier tipo de lechuga, zanahoria, remolacha, pasta,
cus-cus, manzana, nueces, etc. Guisado, su sabor se suaviza pero sigue
prestando un aroma especial a cualquier plato. Admite la misma
preparación que otras verduras. En purés, con bechamel, menestras, con
patatas y como guarnición de carnes o pescados.
Refranes
“Quien
ve el hinojo y no lo come, diablo es que no hombre”. Bueno, no creo que
sea para tanto pero, al menos, vamos a probarlo que nos hará bien.
“El hinojo en mayo, para el caballo”. En mayo se acaba, habrá que ir pensando en cambiar de verdura hasta el otoño.
Apio
Al
igual que el hinojo, el apio crece silvestre en zonas húmedas y
templadas. Su cultivo para consumo viene desde la Edad Media pero, mucho
antes, en China y en Grecia, ya eran conocidas sus propiedades
medicinales. El mismo Hipócrates, en el siglo V a.d.C., alabó sus
virtudes diuréticas.
Propiedades nutricionales
Indudablemente
el apio no es una fuente reseñable de energía ya que su contenido en
agua es del 95%, de hecho es uno de los vegetales más ligeros (16
calorías por cada 100 gramos). Más rico en vitaminas que el hinojo,
aporta provitamina A, vitaminas C, B1, B2, B6 y E. En cuanto a sales
minerales, la estrella es el potasio; también tiene una cantidad
importante de sodio y menor de calcio, zinc y magnesio. Pero los que le
aportan las cualidades dietéticas y terapéuticas que le caracterizan son
sus aceites esenciales con componentes como el apiol, limoneno,
psoraleno y apiina.
Es muy adecuado para...
Desintoxicación.
El
apio es uno de los alimentos más depurativos que la naturaleza ofrece.
Aumenta la diuresis a pesar de su alto contenido en sodio, ya que su
aceite esencial hace que se dilaten los vasos renales, aumente la
micción y se eliminen sustancias tóxicas. Al mismo tiempo posee
propiedades antibacterianas por lo que también ayuda a eliminar virus y
bacterias de los riñones.
También
el intestino se ve beneficiado de estas cualidades puesto que la fibra
insoluble que posee aumenta los movimientos de este órgano, así mejora
el estreñimiento y se neutralizan fermentaciones y putrefacciones con su
poder bactericida.
Obesidad.
Por
su escaso poder calórico, contenido en fibra y propiedades diuréticas,
es el colaborador ideal en las dietas de reducción de peso. Las pencas
de apio son un alimento muy nutritivo y nada calórico como aperitivo o
merienda ya que la abundancia de fibra obliga a masticarlas bien y son
muy saciantes.
Digestiones pesadas.
Como
ya hemos dicho en alguna otra ocasión, la naturaleza ofrece en cada
época lo más adecuado para nuestro bienestar. En invierno las comidas
suelen ser más calóricas y pesadas, pues bien, las propiedades
estomacales del apio aconsejan preparar una ensalada de esta hortaliza,
acompañada de cualquier otra verdura, hortaliza o fruta (cebolla,
lechuga, manzana, etc.) antes de una comida contundente porque nos
abrirá el apetito, ayudará a realizar la digestión al aumentar los jugos
gástricos y la secreción de saliva y expulsará los gases sobrantes.
Colesterol.
Como todos los alimentos ricos en fibra está especialmente indicado para reducir el colesterol.
Hipertensión.
El
poder diurético del apio es muy alto. Como se menciona en el apartado
de la desintoxicación, el aceite esencial dilata los vasos renales lo
que favorece la eliminación de líquidos. También ayuda su contenido en
potasio. Una dieta que contenga apio durante quince días seguidos puede
tener resultados en una reducción de la tensión alta. Por supuesto la
acción diurética del apio siempre será menor que la de los medicamentos
pero tiene la ventaja de que podemos comer apio todos los días de
nuestra vida sin tener efectos secundarios.
Ácido úrico.
Como
en el punto anterior, una mayor diuresis ayuda a mejorar la gota, la
hiperuricemia, el reumatismo, enfermedades articulares, etc., al
eliminar con la orina sustancias de desecho como el ácido úrico y la
urea.
Enfermedades de la piel.
Los
psoralenos, componentes del aceite esencial del apio (también presentes
en la lechuga y el perejil entre otros), protegen contra el acné y la
psoriasis. Al activarse con la luz ultravioleta, estimulan la
repigmentación y son de gran ayuda en el tratamiento del vitíligo.
Cuidado en caso de...
Embarazo.
La apiina es un estimulante uterino, por lo que no es prudente tomar apio en grandes cantidades pues podría producir abortos.
Insuficiencia renal
grave e inflamación de la vejiga, para no dar excesivo trabajo a dichos
órganos, pero estamos hablando siempre de un consumo importante.
Preparación
El
apio se puede y se debe tomar crudo, sobre todo cuando las pencas son
claras pues son más tiernas y crujientes. Mezclado en ensaladas, tanto
los tallos como las hojas, bien lavados y picados en trozos o partidos
en tiras.
Como
el hinojo, se puede añadir a todo tipo de guisos, purés (quitando las
hebras de las pencas), guarniciones, menestras, incluso los tallos se
pueden rebozar y freír que sería una forma de ir introduciendo en su
consumo a l@s niñ@s.
A las sopas les da un toque muy especial, nada fuerte porque, una vez cocido, su sabor también se suaviza.
Otra
forma de tomarlo es en zumo. En licuadora puede combinarse con
zanahoria, manzana y/o limón. Por su sabor intenso, hay que tener en
cuenta que la proporción de apio no debe exceder la cuarta parte del
líquido total.
Refranes
“El
hijo muerto y el apio en el huerto” Este antiguo refrán parece un poco
fuerte pero da idea del conocimiento que se ha tenido siempre de las
bondades de este hortaliza. Es de plena actualidad pues nos señala como,
a veces, no sabemos ver los remedios que tenemos al alcance de la mano.