La aparición de una enfermedad no es igual a quedarnos sin camino, es comenzar a andar por un nuevo sendero aún no conocido...
Cuando una persona se enfrenta al diagnóstico de una enfermedad de cierta envergadura, su psiquismo pasa por diferentes etapas. Ellas transitan desde la incredulidad, la rabia, el desamparo; hasta culpar al destino por tamaña injusticia.
Existe la percepción de alguna fuerza oculta dando un empujón para apartarlo del camino trazado en su propia existencia. Muy rápidamente todo se transforma para mal y ya nada es igual.
De momento surgen muchas preguntas y todas sin respuesta. Comienzan a asomar sentimientos de frustración por lo perdido y tristeza por cosas posibles de perder; miedo a sufrir y hacer sufrir a los seres queridos; temor al futuro; así como sentimientos de soledad y aislamiento, al considerarse diferente a los demás.
Todo se vuelve muy difícil ante una nueva situación de signo negativo.
PERO NO TIENE QUE SER ASÍ
Lo primero es tener la capacidad de aceptar la enfermedad y las condiciones derivadas para construir el futuro sobre bases sólidas y, al mismo tiempo, disfrutar de la vida, pues siempre aparecen nuevas opciones.
La aparición de una enfermedad no es igual a quedarnos sin camino, es comenzar a andar por un nuevo sendero aún no conocido.
DOS ENFOQUES
Ante una enfermedad se suelen adoptar dos maneras diferentes de afrontar la vida: transformarse en un enfermo o, en cambio, considerarse una persona con una enfermedad.
La variante ideal: aceptarse como alguien con una enfermedad, permite mantener incólume la autoestima, asumir la responsabilidad plena por su propia vida, involucrarse en el cuidado de sí mismo y mantener el protagonismo de su existencia. Se conserva la percepción de independencia, a pesar de necesitar a veces la ayuda de los demás.
PRESENTE, PASADO Y FUTURO
Lo único válido es el presente, donde disfrutamos y planificamos. Aquí se utilizan las experiencias del pasado y se construyen las metas del futuro.
Una enfermedad debe enseñar a soltar el lastre de los reproches por algunos de los hechos dejados atrás y a no cargarse con imaginarias preocupaciones por el porvenir.
Debe ocuparse del momento actual con todas las energías y vivirlo a plenitud para aprovechar al máximo la vida. Avanzar, pero con el pensamiento de que aún hay cosas buenas perfectamente posibles de conseguir. Hay que moverse en el presente. De nada vale posponer o pensar en el no se puede. Se necesita actuar.
VIVIR SIN MIEDO
La vida en todos los momentos, sean malos o regulares, se debe llevar con bravura.
Aceptar la enfermedad permitirá adaptarse a la nueva vida. Nadie es feliz en base a sus circunstancias, sino con aquello a realizar en dichas circunstancias.
Le enfermedad se debe aceptar como un desafío. De esta manera se pierde la condición de víctima y se pasa a ser dueño de la situación. Y si en las orientaciones médicas se diseña un plan de alimentación saludable, actividades físicas sistemáticas, control del peso corporal o el abandono de adicciones tóxicas; para luego es tarde. Se debe comenzar de inmediato aunque sea poco a poco.
Muchas veces, con solo cambiar los estilos de vida hacia formas saludables, con el paso de los días, semanas o meses se presentan “curaciones milagrosas”.
Sin reservas, se debe solicitar la ayuda de los demás, pues existen muchas personas con la misma enfermedad y pueden ser fuente de inspiración, de información y de ejemplo.
En resumen, se trata de avanzar por un nuevo camino con la mente convencida de triunfar en una nueva batalla.