Estar deprimido es una situación que, por desgracia, presenta una marcada tendencia expansiva.
Según datos de la OMS, las depresiones suponen un 27% de las discapacidades tanto mentales como físicas que se diagnostican cada año a nivel mundial.
De seguir esta tendencia, en el 2030 la depresión podría llegar a ser la dolencia más frecuente en el mundo.
En España, las cifras también son reveladoras: un 60% de mujeres y un 32% de hombres se han visto afectados por problemas anímicos, en cualquiera de sus niveles de gravedad, en algún momento de sus vidas.
Desde el punto de vista orgánico, la depresión tiene que ver con una disfunción de un neurotransmisor, la serotonina, utilizada por el cerebro como medio para enviar mensajes de una neurona a otra.
Cuando el nivel de serotonina está por debajo de lo normal, la persona sufre una caída en su estado de ánimo y es más vulnerable a la irritación y a la melancolía.
Las plantas medicinales pueden ser un apoyo válido en procesos depresivos leves, siempre y cuando no se haya iniciado ya un tratamiento con medicamentos antidepresivos, a fin de evitar posibles incompatibilidades.
Además las plantas no tienen riesgo adictivo.
Entre ellas el hipérico es el antidepresivo herbario más conocido y divulgado.
Debe su capacidad antidepresiva a una sustancia, la hipericina, que inhibe la acción de las monoaminooxidasas y de la recaptación de la serotonina, combatiendo los síntomas de la depresión, reduciendo la ansiedad y elevando el ánimo de quien lo toma, pero sin provocar muchos de los efectos secundarios que se atribuyen a los antidepresivos clínicos (náuseas, cefaleas, insomnio…).
La avena, con gran poder remineralizante y vitamínico, se revela como un sedante y antidepresivo suave. Resulta especialmente adecuada para personas de edad avanzada y para niños y adolescentes, afectado por estados puntuales de irritabilidad, ansiedad, hiperactividad e insomnio, que de prolongarse puede coincidir con síntomas depresivos.