La mayoría de los programas para perder peso no le brindan suficiente atención al monitoreo y tratamiento de la depresión. Este estudio señala la importancia de controlar los síntomas de la depresión para mejorar la salud física y el bienestar psicológico.
Depresión y obesidad:
La depresión, como así también la obesidad son patologías muy habituales, existen alrededor de 300 millones de adultos que padecen de obesidad y 121 millones de depresión.
La obesidad ha ido en aumento a tal punto que afecta a una gran proporción de niños y adolescentes y la depresión es una de las enfermedades más importantes e incapacitantes a nivel global.
Estudios previos comprueban que estas patologías están vinculadas ya que una persona obesa enfrenta un riesgo de 50% a 150% mayor de desarrollar una depresión.
El estudio trabajo con 203 mujeres de 40 a 65 años que padecían de obesidad. Cada una de las voluntaria pasó por un examen de salud que comprendió un análisis de la posible presencia de la depresión, su nivel de actividad física y los hábitos alimentarios.
Las mujeres fueron agrupadas en dos grupos, de forma tal que la mitad siguió un programa orientado en perder peso y la otra mitad a tratar la obesidad y la depresión.
Los programas tuvieron una duración de un año y los investigadores analizaron a fondo la salud de las voluntarias a los 6, 12 y 24 meses de haber comenzado.
Las mujeres que superaron con éxito su depresión consiguieron, al mismo tiempo, una mayor pérdida de peso.
La actividad física en la lucha contra la obesidad es importante pero también es ideal contra la depresión. La relación entre la depresión y la actividad física va en ambos sentidos. Un mayor incremento en el ejercicio lleva a mejoras en la depresión, y un alivio de la depresión conduce a un aumento en la actividad física.