Las habilidades de un niño autista pueden variar, dependiendo de su nivel de cociente intelectual y de su capacidad de comunicación verbal.
El origen de esta patología aún es incierto para la medicina, aunque en muchos casos se encuentran puntos en común entre los entornos de los niños y su ambiente social.
Los padres demoran en reconocer que los menores presentan alguna anormalidad, por lo que también retrasan la consulta y el diagnóstico.
Por eso es importante conocer cuáles son los síntomas que los niños autistas pueden manifestar a edades tempranas:
Cuando el niño todavía es lactante, suele observarse un balbuceo monótono del sonido, tardío y una falta de contacto con su entorno, así como la presencia de un escaso lenguaje gestual. Al comenzar a establecer vínculos con los demás, puede notarse un desinterés por establecer conexión o alguna intencionalidad comunicativa. En general suele entretenerse con un objeto sin saber para qué sirve.
Los autistas no hablan, y cuando tiene aproximadamente cuatro años tienen severas dificultades para definir psicológicamente un yo diferente de los otros; además se muestran incapaces de reconocer la existencia de los sentimientos de las personas. Cuando se encuentran angustiados no buscan consuelo, tal como lo haría cualquier niño de su edad.
No manifiestan actividad imaginativas, es decir no participan de juegos sociales y cualquier cambio en su entorno, por más mínimo que sea, puede afligirlo e irritarlo en demasía.
En algunos casos, presentan conductas agresivas hacia los demás, con los que jamás logra establecer un vínculo, e incluso hacia sí mismo.
En general, los niños que padecen este mal tienden a realizar actividades y prácticas de poco alcance de manera repetitiva. Suelen girar o llevar a cabo movimientos rítmicos con su cuerpo, moviendo sus brazos o sus piernas.
Si presentan un alto nivel funcional, pueden memorizar relatos relativamente largos e incluso establecer rituales complejos antes de irse a dormir.
El origen de esta patología aún es incierto para la medicina, aunque en muchos casos se encuentran puntos en común entre los entornos de los niños y su ambiente social.
Los padres demoran en reconocer que los menores presentan alguna anormalidad, por lo que también retrasan la consulta y el diagnóstico.
Por eso es importante conocer cuáles son los síntomas que los niños autistas pueden manifestar a edades tempranas:
Cuando el niño todavía es lactante, suele observarse un balbuceo monótono del sonido, tardío y una falta de contacto con su entorno, así como la presencia de un escaso lenguaje gestual. Al comenzar a establecer vínculos con los demás, puede notarse un desinterés por establecer conexión o alguna intencionalidad comunicativa. En general suele entretenerse con un objeto sin saber para qué sirve.
Los autistas no hablan, y cuando tiene aproximadamente cuatro años tienen severas dificultades para definir psicológicamente un yo diferente de los otros; además se muestran incapaces de reconocer la existencia de los sentimientos de las personas. Cuando se encuentran angustiados no buscan consuelo, tal como lo haría cualquier niño de su edad.
No manifiestan actividad imaginativas, es decir no participan de juegos sociales y cualquier cambio en su entorno, por más mínimo que sea, puede afligirlo e irritarlo en demasía.
En algunos casos, presentan conductas agresivas hacia los demás, con los que jamás logra establecer un vínculo, e incluso hacia sí mismo.
En general, los niños que padecen este mal tienden a realizar actividades y prácticas de poco alcance de manera repetitiva. Suelen girar o llevar a cabo movimientos rítmicos con su cuerpo, moviendo sus brazos o sus piernas.
Si presentan un alto nivel funcional, pueden memorizar relatos relativamente largos e incluso establecer rituales complejos antes de irse a dormir.