Las cosquillas… ¡esas curiosas “caricias” que inducen tantas sensaciones! nos hacen reír, nos incitan al bienestar, al tiempo que nos provocan un cierto reparo, y también nos invitan al juego y adentrarnos al vínculo social.
Puesto que no nos produce ningún efecto hacernos cosquillas a nosotros mismos, las cosquillas son las dueñas de la compañía, del acercamiento, del cariño y de la risa. Ahora bien… ¿qué se esconde psicológicamente detrás de ellas? ¿Tienen algún significado relevante en nuestra interacción con los otros? Y yendo más allá ¿Nos sorprende saber que la forma más antigua de estimular la risa es a través de este juego de arrumacos?
Desde nuestros ancestros y como base de comunicación entre madre e hijo, las cosquillas son las primeras en provocar la risa. Antes de que el bebé pueda articular una palabra y adentrarse al mágico mundo del lenguaje, estalla en alegría con la carcajada y esto es a través de las cosquillas, y en interacción con los demás. La perfección del diseño humano hace que este vínculo se de en un primer momento con la madre, pero más tarde con el resto de personas con las que hemos forjado un vínculo.
Las palmas de las manos, los pies, las axilas o ciertos rincones recónditos del cuerpo humano son el blanco perfecto para provocar el hormigueo y en consecuencia el regocijo que provocan dichas sensaciones. Pero fijémonos en la majestuosidad del acto; para provocar la alegría que desprenden, necesitamos sí o sí de otro sujeto. Esto significa que representan una granrol a nivel social. Hablamos entonces de un potente motor de comunicación íntima que nos produce sensaciones de bienestar y de pertenencia.
En segundo lugar, las cosquillas también engendran juego, debido a que su estimulación produce una defensa divertida que invita al recreo de nuestros lazos sociales más cercanos. Esto es; producen risa pero de manera implícita, producen un “querer escapar” y un “devolver” las cosquillas a nuestro compañero/a. Sin embargo esto no es lo más relevante. Lo verdaderamente fascinante es que en el juego de dar y recibir cosquillas existe una programación neurológica que hace que la gente establezca vínculos. Psicológicamente estamos ante un mecanismo de cohesión social que favorece la relación con nuestros amigos y/o familia.
Hay más. Lo curioso de sentir el cosquilleo es que dentro del jolgorio, uno puede llegar a sentir incomodidad y esta explicación se remontaría a un significado evolutivo. Los estudios corroboran que el hecho de que las cosquillas puedan crear una sensación molesta en un momento dado, tendría su explicación en el desarrollo de habilidades para el combate. Dicho de otro modo; las cosquillas representan también un rol protector para el cuerpo.
En resumen; no hablamos de un acto reflejo ni de un acto que produzca motivación de manera aislada. Hablamos de un acto que solo existe en interacción con otra persona y que proporciona alegría y bienestar. Por otra parte refuerza vínculos y provoca juegos, donde los dos “dan y reciben”. Finalmente, las cosquillas, nos hacen sentir una ambivalencia de sensaciones, que no en vano, sirven para desarrollar una protección de nuestro organismo. De nuevo, me quedo sin más palabras para encontrar sinónimos que designen la perfección de nuestra psicología humana.
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Las cosquillas son la expresión de señales nerviosas relacionadas con el tacto y el dolor. Cuando se producen el organismo libera endorfinas. Al parecer, son una reacción nerviosa que puede ser activada. Es por esta razón que muchas personas comienzan a reír incluso antes de que se les toque. Las partes más comunes de cosquillas del cuerpo son las plantas de los pies, axilas, cuello, costillas, barriga, rodilla y en los costados del torso.
La ciencia de las cosquillas
Existen explicaciones psicológicas para el cosquilleo, según las cuales este es un modo de establecer entre padres e hijos relaciones placenteras mediante el contacto. Por otra parte, los hermanos entre sí lo utilizan como una especie de castigo. Son las llamadas cosquillas-torturas que se realizan para experimentar la sensación de dominio sobre el otro hermano al que se cela.
Una teoría apunta que quizás durante la etapa prenatal las áreas sensibles ayuden a orientarse al feto para poder hallar posiciones más cómodas. Otros señalan que puede existir una ventaja evolutiva en tener zonas más vulnerables, pues obliga a los individuos a proteger ese lugar específico
La knismesis es compartida por muchos animales y se asocia a una alarma ante el contacto con insectos, arañas o cualquier tipo de realidad que pueda ser amenazante. Sin embargo, la gargalesis es específica del hombre y los primates. Como el primer caso es una respuesta protectora, no depende del factor sorpresa y puede ser autoinducida.
En cambio, en la gargalesis lo que precisamente provoca el reflejo de sobresalto es que no se espera el contacto. Por esta razón, este tipo de cosquillas no puede ser auto-provocado. Un toque propio pensado no produce ningún movimiento en la piel. Todo parece indicar que se produce un proceso cortical que disminuye o inhibe la sensación de cosquilleo. Este mecanismo se considera aún desconocido. .
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