Por ello tenemos que ser cautos, éticos, profesionales y manejar un lenguaje adecuado que permita que el paciente se lleve la información en términos que comprenda y que le sean útiles para un mejor afrontamiento.
Dicho este primer párrafo, pongo algunos ejemplos. En una cita con el personal sanitario (personal médico, de enfermería, fisioterapeutas o cualquier sanitario) a veces, por simplificar, tendemos a utilizar expresiones coloquiales erróneas para describir lo que sufre el paciente o informarle de las opciones de tratamiento.
Un último caso que he tenido ha sido el de una paciente que tuvo una fractura de hombro que no se trató en su momento. Dejó pasar el tiempo y cuando acudió a tratamiento, ya era tarde. La consolidación había sido defectuosa, con dolor, falta de movilidad y presencia de impotencia funcional.
La “información experta” que le dieron en el hospital (no digo qué profesional sanitario para que no haya susceptibilidades, ¿vale?) fue que con el hombro el único tratamiento era “ajo y agua”. No se si esa expresión es internacional o por el contrario, terriblemente local, así que traduzco.
Ajo y agua significa que lo único que se puede hacer es “a joderse y aguantarse” con el dolor y la limitación.. Creo que es la primera palabra malsonante que escribo en 5 años de blog, pero, por el tema que trato, no me extrañaría que no fuera la última.Tenemos también casos como los que comentan Carlos López Cubas en su blog, hablando de cómo explicamos problemas neuropáticos hablando de estructuras que se aplastan, que se pinzan, que dan descargas… Convirtiendo al paciente en un esclavo de esa estructura defectuosa.
De situaciones similares habla Samu en su blog que no me canso de recomendar. Asustar a los pacientes la idea de que su columna “está hecha polvo” y se necesita recolocar estructuras en su sitio para evitarle dolores los convierte en pacientes dependientes, pasivos. Ocurre mucho con hernias y dolor lumbar, siendo muy frecuente que la persona se asuste pensando que cualquier movimiento o esfuerzo va a aumentar la compresión y su dolor, cuando sabemos que precisamente actividad y ejercicio adecuados son los remedios para este tipo de problemas.
Muy interesante referido a estos temas lo que se explica en el libro Explicando el Dolor, del cual ya os he hablado, y también recomendado en muchas ocasiones. Sus autores ofrecen información acerca de cómo intervenciones informativas en pacientes con dolor (charlas educacionales únicamente) lograron mejorar la sintomatología de estas personas. Pain is in the brain, my friend.
Ese mismo libro afirma que los pacientes se enteran mucho mejor de lo que creemos los sanitarios de los conceptos de salud sobre su dolor o enfermedad cuando se lo explicamos usando un lenguaje técnico, eso sí, hay que saber explicarlo, poniendo ejemplos y aclarando bien los conceptos complicados, y resolviendo dudas.
Así que la próxima vez que hablemos de huesos machacados, espaldas destrozadas, nervios como cables que dan corrientes y demás explicaciones exageradas que no se corresponden con la realidad, pensemos que la información es el poder que tenemos como personal sanitario y que podemos ofrecer a nuestros pacientes.
Un paciente responsable, activo, informado, podrá colaborar mejor y superar su dolor, ya sea dolor crónico o agudo, pues sabemos que en la mente y el sistema nervioso residen mecanismos que modulan la percepción dolorosa, así como las respuestas de afrontamiento, y que la actividad física saludable y la implicación del paciente son vitales para vencer su problema.