Descubre cómo se va conformando la personalidad física y emocional de una mujer, incluso antes de su nacimiento.
Entender
cómo funciona y evoluciona el desarrollo femenino es una de las
dinámicas más complejas en la anatomía humana, pues durante la vida cada
mujer transita por etapas muy complejas, tanto biológica como
emocionalmente.
Se
dice que existen tres etapas esenciales: infancia, madurez y senectud.
Los límites entre ellas están marcados por la pubertad y el climaterio,
que son por tanto periodos de transición, y cursan con importantes
cambios endocrinológicos y físicos.
Si
bien el sexo del embrión queda determinado en el momento de la
fecundación según que el espermatozoide contenga un cromosoma X o un
cromosoma Y, transcurren varias semanas durante la embriogénesis humana
sin que existan diferencias evidentes -aún al microscopio electrónico-
entre un feto de sexo femenino y uno de sexo masculino.
Pero,
cómo sucede este proceso. Los psicólogos freudianos suponen que el ser
humano tiene sexo desde que es un feto en el vientre materno, y posee,
originalmente características sexuales femeninas.
La
acción de las hormonas sobre el organismo se inicia mucho antes del
nacimiento. Esta determinación sexual es resultado de una secuencia de
procesos celulares y hormonales que comienzan durante la gestación.
Así,
con el desarrollo fetal, las glándulas sexuales, ovarios o testículos,
segregan hormonas, cuya acción es crucial durante toda la vida, pues
excitan, inhiben o regulan la actividad de numerosos órganos.
Uno
de los momentos más importantes en el desarrollo sexual femenino es la
ovogénesis, que corresponde al proceso de formación y diferenciación de
las células sexuales femeninas u óvulos.
Este
mecanismo comienza en la etapa gestacional de una niña (desde el tercer
mes de desarrollo fetal), período en que ocurren dos importantes
modificaciones celulares.
En
la primera de ellas, los óvulos se dividen por mitosis y originan las
ovogonias (fase de multiplicación), mientras que en una segunda
instancia, las células sexuales crecen y se transforman en ovocitos de
primer orden.
Cuando
una mujer nace, sus ovarios contienen cientos de miles de ovocitos, los
cuales permanecen inactivos hasta la llegada de la pubertad. En la
pubertad, la hipófisis empieza a fabricar hormonas que estimulan a los
ovarios a producir hormonas sexuales femeninas, incluyendo los
estrógenos.
¿El último período?
La
menopausia supone el final de la capacidad reproductora de la mujer.
Generalmente tiene lugar entre los 48 y los 52 años de edad, aunque en
la actualidad tiende a producirse en edades cada vez más tardías.
El
principal signo de la llegada de la menopausia es la irregularidad del
ciclo menstrual; meses o años más tarde se produce la última
menstruación. No obstante, aunque la fertilidad declina gradualmente
durante los años previos a la menopausia, se recomienda el empleo de
algún método anticonceptivo durante los 12 meses posteriores al último
periodo menstrual, puesto que en esta época todavía es posible que la
mujer quede embarazada.
La
mayoría de las mujeres experimenta síntomas molestos como
acaloramientos, sudores nocturnos, picores y sequedad vaginal. También a
causa de las alteraciones hormonales, en ocasiones se presentan
trastornos emocionales y psicológicos que pueden incluir depresiones,
irritabilidad o ansiedad, que pueden ser agravados por cambios en la
situación familiar, o por una dificultad de la mujer para asumir su
reciente infertilidad y las molestias que suponen las transformaciones
de su cuerpo.
La
menopausia supone el final de la capacidad reproductora de la mujer,
pero no de su actividad sexual. Las hormonas masculinas estimulan el
deseo sexual, y éstas las sigue produciendo la mujer durante toda la
vida; tanto su apetencia sexual como su capacidad orgásmica no tienen
por qué experimentar ninguna variación.
Así,
muchas mujeres se mantienen sexualmente activas cuando son mayores, e
incluso algunas consideran que el sexo es más gratificante en los años
posteriores a la menopausia, puesto que ya no han de preocuparse por los
anticonceptivos o el embarazo.
Los
cambios hormonales que tienen lugar durante y después de la menopausia
pueden causar sequedad vaginal, por lo que puede hacerse necesario el
uso de un lubricante vaginal para facilitar el coito.
De la psicología femenina
Según
el psicólogo argentino Walter Riso, los hombres han intentado durante
siglos subestimar la mente femenina, tratándola de poco rigurosa e
ilógica. Así han exaltado el valor de la razón sobre la emoción y
menospreciado los atributos afectivos del mal llamado «sexo débil».
Sin
embargo, el supuesto predominio mental del varón no es más que una
fantasía patriarcal. La antropología, la psicología y la neurología
están de acuerdo en señalar que las mentes masculinas y femeninas son
distintas (que cada género posee una manera particular de organizar y
procesar la información, pero ninguna supera a la otra). Se trata de dos
estilos de procesamiento, dos maneras de pensar, que de ninguna manera
son irreconciliables, señaló.
Para
este terapeuta, las mujeres piensan en forma más holística (global),
son más flexibles (menos rígidas y dispuestas a tener en cuanta la
excepción a la regla), más intuitivas e imaginativas a la hora de buscar
soluciones, y prefieren hacer planes a más largo plazo. A veces les
cuesta tomar una cosa a la vez.
«Los
hombres somos más atentos, nos cuesta suspender lo que estamos
haciendo, nos gustan los resultados rápidos, pensamos de manera más
lineal y causal, y preferimos avanzar gradualmente en el logro de los
objetivos», sostiene.
Para
este investigador la mente femenina funciona con base a un pensamiento
en red donde la información es permanentemente totalizada, la mente
masculina es concreta, pragmática e hiperconcentrada.
La
psicología femenina puede ver más allá de lo inmediato y planificar con
mucha anterioridad. La imaginación le permite adentrase al futuro y
tener una actitud preventiva de alto rendimiento. Los hombres
funcionamos más y mejor en el aquí y el ahora, nos agrada resolver
problemas, dijo.
Riso
advierte que la mente femenina es capaz de asimilar infinidad de
pequeños detalles en un todo significativo y "olfatear" la solución
aparentemente sin tantos recursos técnicos.
Al
ser más flexible asimila incluso aquella información que los hombres
eliminan… Quizás allí, en esa capacidad de juntar lo aparentemente
aislado, reside la famosa intuición femenina, el oráculo con que
nacemos.