Hay hombres que, en la cama, se comportan como avestruces, tortugas o murciélagos. ¿Qué espécimen te ha tocado?.
Me he encontrado con muchas sorpresas en la cama; unas muy buenas (que aún suspiro al recordar) y otras que de plano me han enviado, casi, casi, al psicólogo.
Estas últimas me han ayudado a ver qué me gusta y qué de plano no va conmigo.
Un súper sexy, con cuerpazo, piel suave, ojos negros y pestañas gigantes. ¡Suena divino! ¿No? La cosa es que por desgracia no había suficiente atracción y además de ello, el sujeto en cuestión era cero experimental y bastante tibio bajo las sábanas; se conformaba con treparse sobre mí y hacer movimientos lentos, monótonos y bastante flojos. ¿Alguna vez han visto a dos tortugas apareándose? Bueno, las pobres duran ¡un día entero! Y no se ven bastante entretenidas. Ahora puedo decir que las entiendo.
LA PANTERA
De imaginas que fue una experiencia divertidísima, con maromas en el colchón. Pero NO. Este hombre me encantaba por alguna extraña razón, y después de años de atracción, nos aventamos a estar juntos. Pero mi macho deseado resultó ser... demasiado macho. Me mordió la boca, me dio demasiadas nalgadas e incluso me sacó ¡sangre de la mejilla! Me arañaba la espalda. Al día siguiente me sentí más dañada que el rostro de Mickey Rourke.
LA LIEBRE
Ni demasiado rápidos ni demasiado lentos ni demasiado constantes. Así pienso que deben ser los movimientos en la cama. Pero este ... este tipo apostaba más por adaptar la película “Rápido y furioso” en versión sexo. Vueltas por aquí, vueltas por allá, rápido, rápido, rápido... y yo sintiendo que más que sexo, estaba practicando una coreografía de gimnasia para los Juegos Olímpicos. Ups.
EL LORO
Como el nombre lo indica, este amante no pa-ra-ba de hablar. Sí, el dirty talk es bastante interesante, pero en lugar de dirty se vuelve serious e incluso te dicen cosas como “cásate conmigo” cuando prácticamente ni saben su nombre, la pasión prefiere decir “au revoir” y el acto sexual parece más un diálogo de una obra de Shakespeare.
LA AVESTRUZ
Simplemente escondía el rostro cuando lo quería besar, y jamás me vio a los ojos, JAMÁS. He de confesar que el sexo no fue malo, pero sí muy impersonal y mecánico. Dicen que la raza humana es la única capaz de verse a los ojos al tener relaciones... pero este hombre se esforzó por evitarlo.
EL MURCIÉLAGO
La oscuridad me encanta. Se me hace lo más sexy sólo ver siluetas y concentrarte más en las sensaciones que en las imágenes, pero este chico evitó todo mínimo rayo de luz durante todos nuestros encuentros. Además, se cubría la barriga, jamás quería quitarse la playera y se vestía inmediatamente terminábamos, prueba de que las mujeres no somos las únicas que podemos sentirnos inseguras en la cama.
Fuente: Belelú
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