¿Qué es el trastorno límite de la personalidad?
Un síndrome que afecta a personas, en su mayoría jóvenes, que sufren una especie de caos personal asociado a un estado de confusión que a veces les lleva a poner en peligro su vida.
¿Cuándo se acuñó por primera ver el término “Borderline”?
Fue Hughes (psiquiatra inglés), en 1884, quien designó así a los estados borderline de la locura. Los define como “personas que pasaron toda su vida de uno u otro lado de la línea”. En la historia de la psiquiatría se encuentran descripciones de este trastorno muy rocambolescas, como la de Stern, en 1938, es quien se refiere a él como una “hemorragia mental”, definida como intolerancia al dolor mental. Los enfermos tienen el sentimiento permanente de estar heridos o ser lastimados.
¿Qué sucede con estas personas?
Que parecen tener verdaderas dificultades para regular sus necesidades y se encuentran a merced de sus propios impulsos, a los que no saben poner límites. Viven en una permanente inestabilidad emocional y son extremadamente sensibles, por lo que sus relaciones interpersonales y sus afectos pueden variar de un extremo al otro, pasando de la euforia a la depresión, del amor al odio. Es un todo o nada sin matices ni gradaciones.
¿Cuál es el perfil familiar de un borderline?
Se ha constatado que suele aparecer un trastorno límite de la personalidad en un nido familiar desestructurado, con carencias afectivas, abusos sexuales y abandono.
Hay síntomas que coinciden con otros trastornos de la personalidad, ¿cómo se llegaría a un diagnóstico adecuado de un borderline?
Nos guiaríamos por el “DSM IV” (Manual diagnóstico y estadístico de
los trastornos mentales) que nos dice que en este cuadro clínico deben presentarse cinco o más de estos síntomas (de larga duración, persistentes e intensos):
- Esfuerzos frenéticos para evitar un abandono real o imaginario
- Patrón de relaciones interpersonales inestables e intensas caracterizado por la
alternancia entre los extremos de idealización y devaluación
- Alteración de la identidad: auto-imagen o sentido de sí mismo acusada y
persistentemente inestable
- Impulsividad en al menos dos áreas que son potencialmente dañinas para sí mimo
- Comportamientos intensos o amenazas suicidas recurrentes, o comportamiento de
automutilación
- Inestabilidad afectiva debida a una notable reactividad del estado de ánimo (por
- Sentimientos crónicos de vacío
- Ira inapropiada e intensa o dificultades para controlar la
- Ideación paranoide transitoria relacionada con el estrés o síntomas disociativos
graves
¿Cómo combaten tantos desequilibrios como tienen las personas que padecen este trastorno?
Intentan combatir su angustia y el miedo aferrándose a relaciones enfermizas con cualquier persona, grupo, sectas y también con la droga, el sexo, el juego, etc., y siempre de una forma compulsiva.
¿A dónde conduce esta dinámica?
Esta dinámica personal les lleva a cometer, a veces, actos de graves consecuencias. Pueden llegar a robar y a delinquir, pero muchas veces no es más que un torpe intento de sentirse formando parte de un grupo o de una cultura determinada. De nuevo en una desesperada búsqueda de la “identidad perdida”.
Un ejemplo…
Cuenta una mujer, sobre su infancia: “Quería ser buena y a veces tenía unos arranques de mal genio (desde pequeña) que no podía controlar (le hinqué un tenedor en la pierna a mi hermano con saña, y porqué él escondió el cuchillo. Tenía entonces 6 años)…”
¿Qué otros problemas asociados parecen arrastrar?
Algunos sufren de anorexia o de bulimia. Pueden utilizar la comida para “tapar” o “llenar” un sentimiento de falta, de vacío (bulimia), como para expresar su más profundo malestar y rechazo hacia algo o alguien (anorexia).
También están los que se “enganchan” a las drogas para intentar evadirse de su angustia y de su caos personal. Sin embargo, su inestabilidad e incontinencia, suele provocar que acaben siendo expulsados de los tratamientos Esta dinámica psicológica está estrechamente vinculada con un fondo depresivo que también acaba conduciendo hasta procesos autodestructivos (accidentes de circulación, sobredosis de drogas, contagio de enfermedades víricas, etc.).
¿Qué piensa la familia?
Los familiares de estas personas se sienten impotentes y confusos. No entienden qué ocurre, qué están haciendo mal, o qué podrían cambiar con tal de mejorar la situación.
¿Cómo lo ve un afectado por este síndrome?
“Yo no quiero ser otra persona. Solo quiero corregir algunos defectos de mi carácter que me frenan y que realmente me han imposibilitado para mantener relaciones sociales, para establecer nuevas amistades o conservar las que ya tengo. Eso fundamentalmente.
Mi familia quiere que me convierta en otra persona. Durante el tratamiento me convertí en un mueble, pero ellos estaban felices, se felicitaban a si mismos y decían “que maravilla, eres otra persona”
¿Cómo se ayuda a estas personas?
Frecuentemente acuden a psicoterapia, individual o de grupo, destinada al fortalecimiento de su Yo, es decir a fomentar la independencia y la autoconfianza, a la mejora del control emocional y del manejo de la comunicación eficaz. Un abordaje psicogenealógico de este trastorno, podría consistir en un análisis a fondo de la triada del sujeto, estudio de su tipo de madre, así como de su árbol genealógico completo, en especial en el estrato de sus abuelos, donde se enraízan muchos de los conflictos del universo emocional del mismo.