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Jesús no provenía de familia pobre.
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- Por Ofelia Pérez
Jesús
no provenía de familia pobre. Su genealogía y la de su padre putativo,
José, se traza hasta la dinastía de David, que fue uno de los hombres
más ricos y poderosos de la historia bíblica.
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Jesús no nació en un pesebre porque era pobre.
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Jesús no nació en un pesebre porque era pobre.
Cuando María estaba embarazada, llamaron a un censo a todos los que
tuvieran posesiones en Belén (el sitio natal de la dinastía de David.
José tuvo que viajar con María a Belén para que les contaran en el
censo. Ella se puso de parto y el pueblo estaba tan lleno de gente, que
tuvo que dar a luz en el pesebre de una posada.
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Los reyes no llegaron cuando nació Jesús.
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Los Reyes Magos no llegaron a Belén el día del
nacimiento de Jesús, ni lo vieron cuando era bebé. Vieron la Estrella de
Oriente, entendieron que había nacido el Mesías y les tomó 2 años a sus
caravanas de camellos llegar a Belén. Ya Jesús tenía 2 años de edad y
lo visitaron en su casa. Como a un rey, le llevaron regalos en oro,
mirra, especias valiosas, piedras preciosas e incienso.
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¿Dónde criaron a Jesús?
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Cuando Herodes ordenó matar a los niños, José,
María y Jesús tuvieron que huir a Nazaret, un pueblito casi desconocido,
para no ser
encontrados. Allí criaron a Jesús.
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Jesús no era carpintero.
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Jesús aprendió y trabajó en la profesión de su
padre José, que no era carpintero, sino artesano. Era un hombre
físicamente fuerte.
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Le enseñaron las costumbres y las creencias religiosas del judaísmo.
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Como judío, le enseñaron las costumbres y las
creencias religiosas del judaísmo. Tenía que conocer bien la religión
basada en la Ley porque su trabajo era reformarla y presentar un nuevo
sistema de creencias, para redimir a la humanidad de la “maldición de la
ley”.
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José no conoció a María hasta que Jesús nació.
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Jesús vino a la Tierra bajo el plan de redención
de Dios. Su madre era virgen y José no la “conoció” hasta que Jesús
nació porque Dios se quiso asegurar de que el Mesías tuviera una sangre
no contaminada con la humana. Después que él nació, tuvo hermanos
carnales, hijos de María y José.
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La túnica de Jesús era muy valiosa.
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Jesús vestía una túnica de lino sin costura, de
un solo tejido de arriba hacia abajo. Ese tipo de túnica solo la usaban
los hombres ricos de aquel tiempo. Era tan valiosa, que después de
crucificarlo, los soldados echaron suerte sobre ella para ver quién se
la ganaba.
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Cuando oraba por un milagro, echaba del lugar a personas sin fe.
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Cuando iba a orar por un milagro, echaba del
lugar a las personas que él percibía sin fe o que estaban declarando
algo contrario al milagro.
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Jesús oraba a solas.
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Jesús se retiraba a solas para orar y estar en
comunión con Dios. Cuando se narran algunos milagros, Jesús dice unas
palabras, pero actúa y da gracias (“Gracias, Padre, porque siempre me
escuchas”) como si hubiera orado antes de ese momento.
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Llevaba sus mensajes según el nivel de entendimiento de sus seguidores.
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Jesús era consciente de su propósito, lo que
ocurría y ocurriría en todo momento, pero tenía diferentes formas de
llevar sus mensajes según el nivel de entendimiento de sus seguidores.
Sabía que su evangelio era para todos, judíos y gentiles.
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¿Por qué le respondió así a Pilatos?
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Cuando Jesús inició su ministerio en la Tierra,
el Espíritu de Dios en Él era tan fuerte que la primera vez que le
preguntaron quién era y Él respondió “Yo Soy”, los soldados se cayeron y
se retiraron porque “Yo Soy” lo identificaba como Dios. Por eso, cuando
Pilatos le preguntó quién era, Jesús le respondió, “el que tú dices que
soy”. Si hubiera respondido “Yo Soy”, hubiera destruido el plan de
redención
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Sufrió como hombre.
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Jesús tuvo que comportarse como hombre y no como
Dios, para que su propósito se cumpliera. Él sabía que había venido a
sufrir y a morir como humano. A medida que el Espíritu de Dios se
desprendía de Jesús para que él pudiera imponer su humanidad y padeciera
como hombre, Jesús sentía que “el espíritu está dispuesto, pero la
carne es débil”. Si el Espíritu Santo hubiera permanecido en Él, tampoco
se hubiera cumplido el plan de redención. Hubiera sido imposible
arrestarlo, golpearlo y crucificarlo. Como cualquier hombre, Jesús se
sintió débil, se deprimió, dudó y le pidió al padre que pasara de él “la
copa”. Por esa misma razón, dijo en la cruz: “Padre, ¿por qué me has
abandonado?”. Él sabía que el Espíritu de Dios se había separado de él y
sufría como hombre, aunque eso fuera necesario para su propósito.