Lo que tiene en mente la ‘ciencia’ impulsada por las corporaciones para el futuro de la humanidad es muy diferente del paisaje de ensueño utópico que ha sido retratado por los medios de comunicación…
Escuchando a los medios de comunicación manejados por las corporaciones, la ciencia siempre es ‘buena’ para la humanidad… Al estar siendo la industria alimentaria cada vez más invadida por la ciencia basura, se incrementarán los esfuerzos para ocultar todos los ingredientes químicos en los productos alimenticios y cambiar el nombre de los productos químicos que suenen peligrosos por nombres que suenen a buenos productos químicos...
No es la televisión. No. Tampoco es la
azúcar refinada, ni el alcohol (o sí en parte), ni el cigarrillo (y
menos el tabaco). Y mucho menos el café o el mate. No. ¡Es el Glutamato
de Sodio!, o glutamato monosódico, “una substancia química que se le ha
agregado indiscriminadamente en los alimentos procesados sin la debida
reglamentación ni estudios que avale su seguridad” (Alexander Backman).
El glutamato monosódico es una excitotoxina y es neurotóxica (excita y
mata neuronas), tiene todas las características de una droga dura (es
altamente adictiva, es degenerativa y estupidizante, y puede ser
mortal), es totalmente legal, fue descubierta por los japoneses a
principios del siglo XX, y es primeramente hoy día, el producto
“responsable” de las adicciones indiscriminadas a comidas envasadas,
desde sopas y salsas a galletas, purés instantáneos y papas fritas
envasadas, dulces y golosinas, y también al pollo, a bebidas frutales,
bebidas saborizadas, cervezas, lácteos (incluso quesos) y leche en
polvo, etc. Y en segundo lugar es responsable de casos masivos de
obesidad, fatiga crónica, depresión, ansiedad, desordenes del
comportamiento, desordenes de aprendizaje y de la memoria, epilepsia,
esquizofrenia, esterilidad, y cáncer, en todo el mundo.
“Lo que tiene en mente la ‘ciencia’
impulsada por las corporaciones para el futuro de la humanidad es muy
diferente del paisaje de ensueño utópico que ha sido retratado por los
medios de comunicación… Escuchando a los medios de comunicación
manejados por las corporaciones, la ciencia siempre es ‘buena’ para la
humanidad… Al estar siendo la industria alimentaria cada vez más
invadida por la ciencia basura, se incrementarán los esfuerzos para
ocultar todos los ingredientes químicos en los productos alimenticios y
cambiar el nombre de los productos químicos que suenen peligrosos por
nombres que suenen a buenos productos químicos... La Asociación de
Refinadores de Maíz ya está tratando de cambiar el nombre del ‘jarabe de
maíz de alta fructosa’ a ‘azúcar de maíz’.
El Aspartame va a ser ahora
llamado ‘AminoSweet’, y GMS, ha estado renombrando cosas como ‘extracto
de levadura’ o ‘polvo Torula de Levadura’… Pero se va a poner mucho peor
cuando la ciencia fraudulenta acelere los engaños de la industria
alimentaria. Espere a ver cómo los conservantes como ‘benzoato de sodio’
cambian su nombre por cosas como, ‘cristales de frescura’. O los
‘colores artificiales’ podrían ser descritos como ‘Fortificado con
colores bonitos’… Por encima de todo, la industria alimentaria quiere
ocultar de dónde provienen sus alimentos, cómo se hacen, y lo que hay en
ellos, porque esas tres categorías son malas noticias para su salud.” -
Mike Adams
“También nos ponen en peligro programas
de educación sanitaria apoyados por el estado, que en vez de
proporcionar una información precisa son una insondable fuente de engaño
e información errónea.
Desde luego, el estado ha sido siempre una
fuente de grave peligro para su propio pueblo, al que tradicionalmente
mutila y mata en guerras.” - Thomas Szasz
“Nos han envenenado con goteador, y de esto la historia ha de juzgar.” - Manolo Cuadra
“ver poca y mala alimentación que enferma a la gente ¿es estar sano?” - Guillermo De Pósfay
“Ocasionalmente tienes que darle crédito
a los teóricos de la conspiración, quienes plantean cuestiones que las
corporaciones mediáticas han ignorado.” - James McConnachie
¿Dónde está el veneno?
El venenoso ácido glutámico es muy
barato y se le añade a casi todo lo que (mal)comemos o picoteamos a
diario: “dulces, goma de mascar (chicles), condimentos, sazonadores,
salsa catsup, salsa inglesa, salsa de soya, todas las otras salsas,
gelatinas, extractos de levadura, caseinato de calcio, sopas, bebidas de
frutas, refrescos y sodas, cerveza, gluten de maíz, casi todas las
botanitas (papas adobadas, etc.), tofu, leche de soya, leche
industrializada, leche baja en grasas, quesos (particularmente en el
queso parmesano)”, y además aparece en nuestra higiene y salud diaria,
en “jabones, champúes, acondicionadores de cabello, cosméticos,
medicamentos, vacuna para la viruela, etc. En la actualidad, el MSG se
añade a casi todos alimentos producidos industrialmente, incluso a los
alimentos para niños” (Nasif Nahle).
¿Qué provoca?
El glutamato destruye nuestras neuronas y
provoca desórdenes mentales, tales como autismo, depresión nerviosa,
ansiedad, Alzheimer, esquizofrenia, y tendencias suicidas. Y también
fatiga crónica, náusea, vómito, diarrea, dolor de cabeza, taquicardia,
asma, nubosidad cerebral, vértigos, desmayos, y entumecimiento en la
garganta y la lengua.
El glutamato provoca además obesidad, y
“enfermedades cardíacas, arterosclerosis, tensión arterial alta”,
artritis reumatoide, apendicitis, diabetes, esterilidad y hasta cáncer
(Backman, Melendez Díaz).
“La Sociedad de Neurociencia ha
establecido que indudablemente los Glutamatos, en las dosis encontradas
en los productos, dañan al hipotálamo, parte del cerebro esencial tanto
para la memoria, como el aprendizaje”, advierte por otra parte Nahle.
¿Qué es exactamente el glutamato de sodio?
El Glutamato, dice Backman “como el
aspartame, son una forma de excito-toxina. Las Excitotoxinas son los
productos químicos que excitan a las neuronas, haciendo que se disparen
rápidamente, y después mueren repentinamente… El GSM trabaja
magnificando el sabor del alimento estimulando las células en el cerebro
y la lengua”.
Un poco sobre su historia
En 1907, el químico Kikunae Ikeda, en la
Universidad Imperial de Tokio, aisló el ácido glutámico del kombu, un
alga que se usa mucho en la cocina japonesa tradicional, y lo llamó
“umami”.
Esta droga química para resaltar los
sabores, dicen “fue agregado por primera vez a los alimentos después de
la Segunda Guerra Mundial y ha sido agregado desde entonces
dramáticamente por la industria alimentaria en concentraciones cada vez
mayores” (Backman).
En los años 60, cuenta Agnés Melendez
Díaz, “se popularizó un sazonador de marca AJINOMOTO, que se usaba como
sal en todos los alimentos. Fue retirado del mercado al descubrir que
era altamente CANCERÍGENO. Era glutamato monosódico puro. Entonces, los
industriales lo empezaron a usar combinado con otros aditivos para
sazonar los alimentos industrializados”.
Sabemos entonces que desde por
lo menos 1978, se conoce su nocividad en el cerebro y su potencialidad
cancerígena: “Por lo tanto, hace años que se sabe que este aditivo
perjudica nuestra salud, pero por intereses económicos se nos esconde la
verdad y se continúa usando para hacer que nos volvamos adictos a una
serie de alimentos que generalmente suelen tener un elevado valor
calórico, induciendo un aumento cada vez mayor de obesos”.
Hace unos pocos años, John Erb, desde la
Universidad de Waterloo, escribió su libro El Lento Envenenamiento de
América, denunciando algunos de los males del glutamato monosódico,
desde el Imperio del Norte.
Hoy en día, en medio de esta Cuarta
Guerra Mundial que también incluye una guerra en nuestros estómagos
(nuestro segundo cerebro), este tóxico veneno adictivo (que liquida
directamente nuestras neuronas del “primer” cerebro) está en casi todo
lo que el mercado alimenticio capitalista del Nuevo Orden Mundial, nos
ofrece para supuestamente, beneficiarnos. Pensemos y partamos de que ya
está en la leche que compramos en el supermercado, con la que
alimentamos a nuestros hijos e hijas. Y esto, como vimos, ya lleva por
lo menos 50 años de estar sucediendo.
El glutamato es entonces “una droga
química que nunca debió haberse puesto en las cadenas de suministro de
alimentos. Pero, por algo está ahí. La única respuesta es que ellos, la
Elite Mundial, lo saben y quieren envenenar a la mayor cantidad de
personas posibles, especialmente niños y ancianos”, agrega Backman en
una clara conclusión conspiranoica.
Otros nombres del mismo veneno…
Son: GSM o GMS, aromatizante,
potenciador del sabor, Accent, Aginomoto, Suavizante Natural de Carnes,
Caseinato de calcio de gelatina, Proteína vegetal hidrolizada, Proteína
Texturizada, Glutamato monopotásico, Fitoproteína hidrolizada (HPP),
Extracto de levadura, Glutamato, Fitoproteína Autorizada, Alimento o
alimento de levadura, Ácido glutámico, Caseinato de sodio, Levadura
Autorizada, Extracto de proteína vegetal, Senomyx (extracto de trigo
etiquetado como saborizante artificial), Caldo en Polvo (Knorr),
Condimentación o Saborizante natural (V8 Splash de Campbell´s),
Concentrado o aislante de proteína, Maltodextrina (Power Ade), y Malta
de cebada, entre muchos otros, o con la letra E y tres números: E620,
E621, E622, E623, E624, E625,E627, E631, o E635, según informan
distintos investigadores. Aunque a veces también ni siquiera lo incluyen
en las etiquetas, como no incluyen los tóxicos químicos que las
tabacaleras les ponen a los cigarrillos industriales.
Fútbol & Campañas publicitarias neurotóxicas
Sabemos de las alianzas siniestras que
han tenido el fútbol y otros deportes con las dictaduras genocidas, que
nos remontan al imperialista slogan romano de “Pan y Circo” de hace más
de dos siglos: en el siglo XX y durante la 2da. Guerra Mundial, el
Nazismo ha usado los deportes para tapar sus políticas racistas y
genocidas; y en Argentina, usaron el mundial de fútbol y a Kempes,
Passarella, etc., para tapar un genocidio y toda una persecución física e
ideológica, con secuestros, torturas, y lavados de cerebro incluidos.
Y hoy en día l, encontramos a
futbolistas y gente del fútbol, como el popular jugador Juan Román
Riquelme, en una paradoja de donde se supone que el deporte es salud,
incentivando publicitariamente en la TV y en afiches callejeros, al
consumo de drogas duras sumamente adictivas y tóxicas, como el glutamato
monosódico y el aspartame, en las papas fritas Lays y en la Pepsi, por
ejemplo (con esta empresa de gaseosas adictivas peligrosas también
trabajó el más popular futbolista del momento: Lionel Messi). En la
propaganda de Pepsi-Lays, el jugador Riquelme decía que “está feliz”, y
se lo veía sonriendo, en un mensaje subliminal (quizás planeado por los
publicistas de turno) de drogas legales + consumo adictivo = alegría y
saciedad del drogadicto.
Algunas marcas responsables
Sabemos en parte el nombre del producto,
y sabemos algunos de quienes lo usan. Va una lista de algunas marcas:
Lays (papas fritas), Campbell´s (sopas), Knorr (caldos), Doritos, Kraft
(aderezos), Heinz (salsas), Maggi (puré, sopas), Arcor (galletitas),
Nestlé, entre otras.
Negocios restaurantes como McDonalds,
Burger King, Kentucky Fried Chicken, y otros locales de comida chatarra
usan también el venenoso glutamato en exceso.
Marcas de endulzantes artificiales como
NutraSweet tienen aspartame, y también Pepsi y Coca Cola usan la misma
droga para endulzar sus bebidas Light.
Otros venenos tóxicos alimenticios para nuestros niños
“Sin darnos cuenta, ingresamos a nuestro
organismo tóxicos en calidad de conservantes, saborizantes,
aromatizantes, acidulantes, colorantes y edulcorantes”, dice Lida
Mariana Puche.
Ya mencionamos a otra excitotoxina
cancerígena como el aspartame, aspartamo o E-951 (incluido en jugos,
gaseosas, refrescos y chicles), que produce dolores de cabeza, pérdida
de la memoria, cambios del humor, artritis, esclerosis múltiple,
depresión, Parkinson, diabetes, etc., y fue creado por la empresa
Monsanto (que no sólo contamina la tierra, alimentos y cuerpos, sino
también la política, como salió a la luz con su influencia en el
reciente golpe de estado en Paraguay, el mes pasado); y agregamos
también al acelsufamo (también en dulces y gaseosas); la lecitina de
soja (presente en chocolates y otros alimentos) que en exceso provoca
cáncer; conservantes como el Benzoato de Sodio o E211, (en jugos,
gaseosas, ensaladas de fruta, postres, etc.) que puede producir asma,
cáncer y epilepsia; el Anhídrido Sulfuroso o E220, Sulfato de Sodio o
E221, Disulfitos de sodio, potasio o calcio o E223, E224, E225 “que
provocan irritaciones del tubo digestivo, inactivan la vitamina B1,
provocan dolores de cabeza y vómitos” (en cervezas, sidras, vinos y
jugos); y los Nitritos y Nitratos de sodio y potasio o E249, E251 y
E252: “potenciales destructores de los glóbulos rojos, posibles
generadores de accidentes vasculares y con efectos cancerígenos” (en
embutidos); saborizantes como el Acetato de Amilo (se lo incluye desde
en líquidos para lustrar pisos a lácteos y golosinas), el Butil aldehido
(saborizante, y a la vez disolvente de caucho), el Ácido fosfórico
(incluido en las gaseosas cola, es un poderoso corrosivo del calcio), el
piperonal (es además de saborizante, ¡piojicida!); colorantes como la
Tartrazina o E-102, que puede producir desde ansiedad y dolores de
cabeza, a hemorragias internas y úlceras gástricas; el Amaranto o E-123,
(en helados, mermeladas, yogures, vinos, caviar), es cancerígeno y en
algunos países como EE.UU. está prohibido; el Amarillo anaranjado o
E-110 (en jugos, helados, caramelos, postres) provoca alergias y
trastornos de comportamiento en los niños; y los ácidos grasos “trans” y
aceites hidrogenados, presentes en gran cantidad de alimentos
envasados, y que son “peligrosos” para el corazón y las arterias, ya que
están involucrados en el aumento de las enfermedades cardiovasculares, y
son llamados “asesinos silenciosos” por distintas investigaciones de la
salud nutricional: incluso la OMS (Organización Mundial de la Salud),
se manifestó contra ellos en el año 2005, y abogó por eliminarlos de
nuestra dieta.
Y los que consumimos miel también
sabemos que a veces encontramos la miel mezclada con jarabe de maíz, y
este mismo jarabe es “hallado en la mayoría de los alimentos infantiles
procesado y comida chatarra”, y en aguas saborizadas y gaseosas, y
produce diabetes y obesidad. Y recientemente “le han cambiado el nombre a
azúcares en las etiquetas en vez de decirnos que son los componentes
mortales de estas azúcares” que provocaron “una epidemia de cáncer
infantil en México y demás países inframundistas”, denuncia Backman.
En fin, estos son sólo algunos, porque
hay muchos más venenos en nuestra dieta diaria y la de nuestros hijos:
nuestra alimentación está cada vez más plagada de transgénicos, lo cual
develan los informes médicos también es nocivo para nuestra salud, ya
que alteran y debilitan nuestros organismos y sistemas inmunológicos
(Arpand Pusztai): a la vez de que el cultivo masivo de transgénicos
(manejado casi en sus totalidad por la empresa Monsanto) produce “la
destrucción de los bosques nativos, el desalojo de indígenas, campesinos
y trabajadores rurales, un aumento del uso de herbicidas y una grave
sustitución de la producción de alimentos para consumo local” según un
informe de Greenpeace.
Y mientras en nuestro país la presidenta
Cristina Fernández se reúne y firma acuerdos transgénicos nonsanctos
con Monsanto, precisamente en Chile actualmente hay una campaña popular
de organizaciones sociales llamada “Yo no quiero transgénicos en Chile”,
como dice el diario trasandino
El Cuidadano, con denuncias y
movilizaciones ciudadanas, donde se exige al gobierno de Pineda, dé
salida a la ley sobre el etiquetado de alimentos y el análisis
toxicológico de transgénicos, velando sobre todo por la salud de los más
pequeños, nuestros hijos.
El círculo vicioso sistemático de las drogas legales adictivas
Desde muy pequeños, desde que somos
bebés, el sistema dominante alimentario nos droga con glutamato
monosódico y otras exitotoxinas desde los lácteos, sopas, golosinas,
azúcares, etc.: que nos estupidizan, nos deprimen, nos alienan, o nos
ponen ansiosos, desordenan nuestro cerebro y nuestro aprendizaje, y
estimulan nuestro comportamiento adictivo, nos engordan, a la vez que
nos debilitan físicamente con alimentos transgénicos, para mandarnos
después al psicólogo o psiquiatra, o al nutricionista (“la intromisión
terapéutica conlleva una degradación de la persona”, recuerda Szasz), y
drogarnos con ansiolíticos, antidepresivos, etc., y a otros
profesionales de la salud para terminar totalmente debilitados y
dependientes y adictos al sistema médico y sus drogas legales. Sí, nos
llenan de drogas venenosas legales, desde la cuna hasta el cáncer, la
esquizofrenia y la tumba.
Con el moño de la legalidad, la ciencia, el
delantal y la salud. Todo en paquetitos y envoltorios brillantes, o
botellitas de colores bonitos, llenos de sabores “ricos”, en todos los
kioscos, supermercados, farmacias, ciudades del mundo. Envueltos para
regalo: un regalo con sorpresas del Nuevo Orden Mundial, que busca
terminar de imponer su “dictadura global fascista imperial” (Daniel
Estulin), nada más y nada menos que “a costa del bienestar de la
población mundial” (Marcelo Torres).