“El análisis de 300 pechugas de pollo compradas en tiendas de todo Estados Unidos puso en evidencia la existencia de bacterias potencialmente peligrosas en casi todo el pollo, incluidos los de marcas orgánicas”, señaló la investigación.
“Más de la mitad de las muestras” compradas en julio “contenían materias fecales contaminantes” y “casi la mitad contenía al menos una bacteria resistente a tres o cuatro antibióticos de los recetados más a menudo”, detalla el artículo.
La revista señala que ninguna cadena de distribución ni ninguna marca de las diez probadas (Wal-Mart, Tyson, America’s Choice, Whole Foods, Traders’ Joe…etc.) se salva de este hecho.
Aunque acusa especialmente a Foster Farms cuyas tres fábricas en el sudeste del país se encuentran en el origen de una epidemia de salmonela especialmente virulenta ocurrida en el verano boreal en Estados Unidos, y que no retiró sus productos.
“¿Cuál es el problema con la carne favorita de los estadounidenses?”, se pregunta la revista, que recuerda que en el país se consumen 40 kilos de pollo por cabeza en promedio cada año.
“48 millones de personas se enferman cada año debido a alimentos contaminados con salmonela, campylobacter o e.coli entre otras, pero se atribuyen más muertes a las aves de corral”, que a cualquier otro alimento, precisa el artículo, apoyándose en el análisis de epidemias registradas entre 1998 y 2008 por el organismo federal de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades.
La revista recuerda las precauciones sanitarias: lavarse las manos inmediatamente tras haber tocado pollo crudo y cocinar el alimento a una temperatura de 73 grados o más.