- No se deje guiar por palabras atractivas: en el envase de un zumo es frecuente encontrar palabras encantadoras como “rico en fibra”, “antioxidante”, o “natural”, pero no siempre estas descripciones hablan de un producto íntegramente saludable, sino que sólo son el anzuelo para que escojamos el zumo. Para no dejarnos engañar, debemos visualizar muy bien los ingredientes, pues si bien puede contener muchos antioxidantes o más fibra, el zumo puede poseer también muchísima azúcar y calorías vacías.
- Asegúrese de que sea realmente zumo: generalmente los zumos comerciales puros o completamente naturales son pocos, y puedes descubrirlos al leer en su lista de ingredientes únicamente “zumo de naranja” o “100% zumo de naranja”, no debe decir en ningún momento “zumo concentrado” o “endulzantes XX”, “colorantes XX”.
- Evite el jarabe de maíz: aunque esto suena natural y lo poseen casi todos los zumos, al igual que la fructosa, es probable que si el envase nombra estos ingredientes no estemos ante un zumo totalmente puro y natural, sino que será más concentrado en azúcares y calorías debido a estos endulzantes que se añaden al producto comercial.
Un verdadero zumo saludable es aquel que se extrae de la fruta y si está envasado no debe poseer más ingredientes que el zumo puro de la fruta que le da origen, debe poseer una fecha de vencimiento o caducidad a corto plazo e incluso, debemos poder ver su pulpa o restos de ella al servir el zumo comercial en un vaso. De lo contrario, el zumo no es totalmente sano y natural como para que lo bebas a diario, sino que se trata de un refresco un poco más sano a la vista del consumidor o con más micronutrientes, pero aun así, con mucho azúcar, productos químicos y aditivos artificiales.