Como le ocurre a la piel, el cabello también sufre con los rigores del invierno. El viento, el frío, el agua caliente de la ducha y los cambios bruscos de temperatura estropean las puntas y debilitan la fibra capilar. Si queremos conservarlo en buen estado, es fundamental que sigamos algunas pautas, como alimentarnos de forma sana y equilibrada, cepillarlo regularmente para eliminar la suciedad, lavarlo con un champú adecuado y dejarlo secar de forma natural siempre que sea posible.
Si ves que tu melena ha perdido vitalidad por culpa del frío y quieres que recobre brillo y vivacidad, aplícate semanalmente la siguiente mascarilla: mezcla dos yemas de huevo batidas con una cucharada de aceite de oliva y tres cucharaditas de miel. Distribuye bien esta mascarilla en medios y puntas. A continuación, cubre el pelo con un gorro de plástico, deja actúe al menos media hora y aclara con agua tibia. El poder nutritivo de sus ingredientes es espectacular y seguro que notarás su efecto desde la primera aplicación.