El blog de Vani Hari, seguido por millones de personas, puso en jaque a la industria alimentaria.
Hace diez años, postrada en la cama de un hospital, Vani Hari tomó una decisión que cambió su vida y la de muchos más.
Embarcada en una loca carrera para ascender
rápidamente por la escalera del sueño americano, había descuidado su
cuerpo al punto del colapso. Cansada, con sobrepeso, y tomando ocho
medicamentos diferentes para sus múltiples dolencias, se prometió
convertir su salud en la prioridad número uno.
Lo primero que hizo fue abandonar su dieta de
comida chatarra. Pero más que eso, se dedicó a investigar sobre los
ingredientes presentes en estos platos y sus efectos sobre los
consumidores.
Aterrada por los hallazgos, decidió compartirlos en un blog al que bautizó FoodBabe, que arrancó en el 2011.
En cuatro años, el sitio se ha convertido en un movimiento global que
cuenta con más de 4 millones de seguidores y ha forzado a que poderosos
de la industria de bebidas y alimentos como Kraft, Subway o Starbucks
retiren de sus productos aditamentos químicos y otros ingredientes
nocivos para la salud.
El TIEMPO la entrevistó.
En pocas palabras, ¿qué es FoodBabe?
Es un sitio web al que se puede acudir para
investigar qué es lo que tienen las comidas que nos venden. Luchamos por
transparencia, por mejores ingredientes, y tratamos de enseñar cómo
alimentarse de manera saludable, con comida orgánica y libre de
aditivos.
Antes de dedicarse por completo a FoodBabe, usted ya tenía una carrera exitosa. ¿Qué provocó ese cambio?
Tan pronto me di cuenta de que estas grandes
compañías estaban reaccionando a mis escritos supe que debía renunciar a
mi trabajo. La pasión por compartir lo que iba aprendiendo se fue
tomando mi vida y supe que podía tener mucho más impacto en la industria
alimenticia si dedicaba toda mi energía a esto.
¿Pero de dónde nació su pasión por comer y vivir de una manera saludable? ¿Fue algo que le enseñaron en su casa?
Para nada. Comencé mi recorrido con la comida
como la mayoría de las personas, siguiendo los patrones de la dieta
americana. Mis papás son de la India y creían que para integrarnos a la
cultura americana debíamos alimentarnos con comidas rápidas. Más
adelante, cuando ya era exitosa en mi carrera como consultora, terminaba
comiendo en la oficina pedidos a domicilio o en la calle, en
restaurantes. Aunque este estilo de vida se acomodaba al de mis
compañeros y era perfecto para la gran cantidad de horas que trabajaba,
generó un gran impacto en mi cuerpo y terminé enfermándome. Tanto, que
en la Navidad de hace diez años, terminé hospitalizada. Estaba enferma,
con sobrepeso.
Desde entonces decidí cambiar. Me hice la
promesa de que de ahí en adelante yo iba a ser la prioridad número uno
de mi vida. FoodBabe.com nació cuando me dediqué de lleno a aprender
cómo vivir de manera saludable y a investigar químicos muy cuestionables
que se incluyen en las comidas que nos venden. En la medida en que fui
aprendiendo e identificando qué ingredientes debía evitar para vivir más
sanamente, mis amigos y familiares me insistieron en que iniciara un
blog para compartir lo que estaba destapando.
Pero una cosa es vivir saludable y
querer compartir experiencias y otra es convertirse en un movimiento con
cientos de miles de seguidores. ¿Cómo lo logró?
Una cosa que he aprendido durante este tiempo
es que las personas están hambrientas por este tipo de información.
FoodBabe.com ha crecido hasta alcanzar más de 4 millones de lectores.
Son personas que quieren vivir vidas saludables y libres de tóxicos en
sus comidas. Hemos podido crecer de esa manera porque es información que
la gente quiere conocer y compartir.
¿Pero cuál ha sido la clave de ese éxito?
FoodBabe es un ejército de activistas que
están decididos a hacer sentir sus voces. Lograr que estas compañías
hayan modificado los ingredientes que utilizan en las comidas ha sido
posible porque hay gente dispuesta a llamarlos, a enviarles correos, a
compartir información, a generar presión a través de su voto. Es un
movimiento que pretende recuperar el control de lo que comemos.
La primera compañía contra la que emprendió fue Kraft. ¿Por qué?
Porque son líderes y sus productos están en
las casas de miles de familias en el mundo. También porque eran un
ejemplo de una compañía que estaba modificando sus productos en otros
países para producirlos con ingredientes más seguros mientras que a
nosotros nos seguían vendiendo unos de menor calidad y más peligrosos.
Si podían hacer cambios para Europa, ¿por qué no para nosotros? Esta
hipocresía es una práctica inmoral que debe acabarse.
¿Por qué cree que lo hacen?
Para ellos, las ganancias económicas son más
importantes que la salud de sus consumidores. Los aditamentos químicos
son más baratos que las alternativas con alimentos verdaderos. Cuando
llenan sus productos con químicos procesados aumentan su vida útil y,
por lo tanto, pueden permanecer por más tiempo en las estanterías sin
tener que retirarlos y perder dinero.
En países donde las regulaciones para
aditamentos de comidas son más estrictos, las compañías se ven forzadas a
cambiar sus fórmulas si quieren incursionar en estos mercados. Ellos no
cambian por sí solos y por eso es necesario forzar ese cambio.
Así luce el inicio de FoodBabe.com. Con sus consejos de nuturción saludable, el blog ha ganado millones de lectores.
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¿Qué otras compañías han tenido que modificar sus recetas como consecuencia de sus presiones?
En el caso de Kraft logramos que retiraran
colorantes artificiales a base de petróleo que usaban en el Mac and
Cheese y de todos los productos que están dirigidos a los niños. Subway,
la compañía de comida rápida más grande del mundo, sacó un
controvertido componente (usado en el pan y que también se emplea para
hacer suelas de zapatos), luego de que nuestra petición recibiera 50.000
firmas de apoyo en solo 24 horas.
En el caso de Chick-Fil-A, terminaron invitándome a su sede para discutir cambios y mejoras en sus ingredientes, que luego implementaron. Anheuser-Busch y MillerCoors (productores de cerveza) aceptaron, por primera vez en la historia, hacer públicos los componentes de sus bebidas. Como resultado de la presión en varios de mis blogs, Starbucks también aceptó revelar sus ingredientes y sacó el colorante de caramelo nivel IV de sus bebidas.
En el caso de Chick-Fil-A, terminaron invitándome a su sede para discutir cambios y mejoras en sus ingredientes, que luego implementaron. Anheuser-Busch y MillerCoors (productores de cerveza) aceptaron, por primera vez en la historia, hacer públicos los componentes de sus bebidas. Como resultado de la presión en varios de mis blogs, Starbucks también aceptó revelar sus ingredientes y sacó el colorante de caramelo nivel IV de sus bebidas.
Hay otros que han respondido también como
Chipotle, Panera, Pop Chips, Campbell’s Soup, Whole Foods, Lean Cuisine,
McDonalds, General Mills, Taco Bell, Coca-Cola o Yoforia.
¿A quiénes más tiene en la mira?
En la que medida en que crecemos, también
crece nuestra posibilidad de forzar cambios de una manera rápida. Hay
muchos otros en los que nos concentraremos en el futuro, porque los
estadounidenses nos hemos acostumbrado a consumir la mayoría de nuestros
alimentos en restaurantes. El resultado es que estamos consumiendo
muchos más químicos que los que consumiríamos si todo saliera de
nuestras cocinas, comidas procesadas que no añaden ningún valor
nutricional y están diseñadas para destruir la salud, pues te hacen
comer más de lo que necesitas. Mi trabajo como activista es tratar de
enseñarles a las personas cómo comer mejor y ayudar a que mejore la
comida que ingerimos por fuera de casa.
¿Qué tan malos son estos aditamentos? Llevamos años consumiendo comidas rápidas y a nadie parece importarle.
Esto es un fenómeno relativamente nuevo. Hace
algunas generaciones la gente consumía productos que venían directamente
del campo. El efecto acumulativo de todos estos químicos no se ha
estudiado. Pero en la medida en que aumentan las tasas de enfermedades y
más y más gente se enferma, es necesario hacer una revaluación sobre en
quién estamos depositando nuestra salud. Es nuestra responsabilidad, no
de las compañías que se benefician con nuestras compras.
Usted dice que muchas de estas
compañías hacen de los niños un blanco para sus comidas chatarra. ¿No es
acaso responsabilidad de los padres decidir qué comen y qué no?
Sí, es responsabilidad de ellos tomar
decisiones informadas sobre la dieta de sus hijos, pero las compañías
tienen estrategias de mercadeo que son engañosas y desinforman.
Parte de su esfuerzo está en que las
compañías revelen el contenido de sus productos en las etiquetas. ¿Cree
que la gente sí se toma el trabajo de leerlas?
Sí. En la medida que aprenden sobre los
químicos que hay en nuestras comidas, más quieren saber sobre el
contenido a la hora de comprar un producto. Yo leo las etiquetas de todo
cuanto consumo. Somos los químicos que comemos. La mejor manera de
consumir saludable es comer orgánico. Sé que puede ser un poco más
costoso, pero créame que a la larga vale la pena, le devolverá energía y
será más saludable.
Su éxito ha llegado con críticas. Algunos alegan que sus investigaciones no son científicas.
La gente que me ataca es porque no quiere que
cambie el statu quo. Me tratan de desacreditar porque no les interesa
que nuestras revelaciones le lleguen al público.
Pero hay otros que la han cuestionado
porque usted ha recibido fondos de las mismas corporaciones a las que
ataca, como Chick-fil-A.
Ellos me invitaron como consultora. Y lo dejé
claro no solo en mi blog, sino en varias entrevistas. Fue de ese
trabajo, de mis blogs y de las demandas de los consumidores que la
compañía eliminó ingredientes controvertidos como el TBHQ, la
azodicarbonamida y la fructosa de melaza de maíz, y se han comprometido a
dejar de vender, en cinco años, pollo criado con antibióticos. Nunca he
dejado que mi trabajo como consultora interfiera en mis valores e
incluso hoy sigo criticando a Chick-fil-A por no incluir un menú
orgánico y por seguir usando MSG en sus sándwiches.
¿Hasta dónde piensa llegar?
Hasta que la gente de todo el mundo esté
comiendo comida real y las compañías asuman la responsabilidad por lo
que nos vendan. Tenemos muchas cosas por delante, entre ellas mi libro
The FoodBabe Way, que debe salir al mercado en febrero del 2015 y en el
que se explica cómo transformar su vida hacia lo orgánico en solo 21
días.
SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
Washington: http://www.eltiempo.com/estilo-de-vida/salud/vani-hari-creadora-de-foodbabe/14530344
Corresponsal de EL TIEMPO
Washington: http://www.eltiempo.com/estilo-de-vida/salud/vani-hari-creadora-de-foodbabe/14530344