¿Cómo afectan las emociones a nuestra salud?
Nosotros tenemos una red de moléculas que traducen las emociones en términos químicos, físicos y fisiológicos. Esta red de moléculas hace que, cuando tú estás triste, también estés triste con tu riñón, con tu hígado, con tu sistema inmunológico y con todas las células de tu cuerpo. Pero cuando hay alegría, todos estos elementos también se alegran y se exaltan, y nuestra red química se armoniza. Es decir, las emociones tienen un efecto enorme sobre nuestra salud.
«Los disgustos cotidianos nos generan indigestión emocional»
¿Cómo afectan a la salud los pequeños disgustos cotidianos?
Los pequeños disgustos se van acumulando y provocan irritabilidad, afectando al funcionamiento del hígado, de la vesícula biliar, del duodeno, del estómago, de la digestión, etc. Todas las cosas que no podemos digerir emocionalmente son mucho más graves que aquellas indigestas desde el punto de vista de la alimentación física. Así, los disgustos cotidianos nos generan indigestión emocional, debilitando nuestro corazón. El siguiente refrán lo explica muy bien: “por un clavo se pierde una herradura, por una herradura un caballo, por un caballo se pierde un caballero y por un caballero un reino”. Es decir, si no cuidamos las pequeñas cosas, no tendremos capacidad para cuidar las mayores.
«No podemos buscar a alguien de fuera para echarle la culpa de nuestros conflictos»
Entonces, si no curamos nuestro conflicto emocional, no sanaremos nosotros mismos, ¿no?
No podemos buscar a alguien de fuera para echarle la culpa de nuestros conflictos. Tenemos que mirar dentro de nosotros mismos. Cada uno es responsable de su propia salud y de su vida. Los fracasos y las dificultades también son nuestros maestros. En la vida, habrá sufrimiento y dolor, y estos sentimientos sólo tendrán sentido si los comprendemos como la mejor de las lecciones.
Hablemos de los adolescentes. ¿Cómo pueden convivir hoy en día padres e hijos?
Es cierto que hay un shock generacional muy grande. Es importante recordar que nosotros también fuimos adolescentes. Debemos ponernos en su lugar, recordando qué hacíamos nosotros con nuestros padres o cómo manifestábamos nuestra rebeldía.
Si nosotros entendiéramos el significado profundo de la rebeldía, como alguien que quiere ofrecer su nota de originalidad al mundo, y no pretendiéramos que nuestros hijos sean como nosotros, evitaríamos muchos problemas. Tenemos que saber que los chicos son únicos, auténticos y originales, y que vienen a poner una nota diferente, que nadie más puede ofrecer en este mundo.
«El amor genuino no es aquel que genera dependencia, sino aquel que te libera»
¿Cómo afecta el enamoramiento a nuestro cuerpo?
El enamoramiento es muy bonito, pero no es amor. El enamoramiento genera dependencia; es cuando sentimos mariposas en el estómago, y eso hay que vivirlo. Pero después hay que transformarlo en amor, porque el amor genuino no es aquel que genera dependencia, sino aquel que te libera. Entonces, si algo te libera, te hace ser tu mismo y te aleja del mundo de la dependencia.
«Este mundo no estaría completo sin ti»
¿Qué consejos nos daría para encontrar el equilibrio emocional?
Ser tú mismo es lo más importante. No debes intentar ser como Buda, Jesús o Napoleón. Cuando eres único y auténtico, cuando eres lo que eres, eres irrepetible y alcanzas la felicidad de aportar al mundo la nota que le falta para estar completo. Recuerda siempre que este mundo no estaría completo sin ti.
¿Por qué a veces existe la necesidad de gustar a los demás?
Se trata de un conflicto de identidad. El afán de reconocimiento te lleva a tu propia negación. Cuando no estás bien contigo mismo, buscas estar bien con el mundo.
¿Qué puedo hacer para evitar las emociones negativas en mi hijo y así conseguir que sea feliz?
No puedes evitar las emociones negativas. Nacemos con ellas, las llevamos dentro y forman parte de nosotros. Las emociones que se consideran negativas (tristeza, rabia o miedo) no nos ayudan a ser feliz, pero sí nos ayudan a sobrevivir (y nos han ayudado como especie durante siglos y siglos).
Hemos creído que nosotros, los humanos, estamos en el mundo para ser felices pero, evolutivamente hablando, estamos aquí para sobrevivir como especie. Por este motivo, sólo tenemos una emoción básica positiva, la alegría, para ayudarnos a ser felices. En su contra, hay tres emociones que nos ayudan a sobrevivir: tristeza, rabia y miedo.
¿Qué hacer entonces para ayudar a nuestros pequeños?
Primero, que sean conscientes de que todos los humanos tenemos emociones (para ser felices y para sobrevivir), y que entiendan que, como son nuestras, tenemos que aprender a dominarlas, para que no pase al contrario y sean ellas las que nos dominen a nosotros.
El primer paso para conseguir dominar las emociones es la consciencia emocional, es decir, identificar la emoción que uno siente (preguntarse ¿qué siento en este momento? tranquilidad, desasosiego, rabia, etc.). El segundo paso es aprender a gestionar las emociones de una manera que sea positiva para uno mismo y para los demás. Por ejemplo, si estoy muy enfadado, elijo salir al patio a chillar en vez de insultar a un amigo.
Nacemos con emociones, son nuestras, así que utilicémoslas en nuestro beneficio y no dejemos que nos controlen. Ya veréis como, entonces, vuestros hijos serán más felices.
Fuente: La Granja