Los melones aparecieron en Francia a finales del siglo XV donde se servían en la corte regularmente. Acompañaron a Colón al Continente Americano, en aquella época se trataba de una fruta pequeña como del tamaño de una naranja, pero a lo largo de los siglos han ido creciendo y se conocen diferentes tipos y variedades, pero todos se generalizan por una pulpa muy sabrosa, olorosa y con muchas semillas en el centro.
El 80% de la composición del melón es agua. La cantidad de beta caroteno, depende de la intensidad del pigmento naranja de de su pulpa. Son una de las frutas más ricas en sodio.
El melón es una fruta que se puede disfrutar casi todo el año, es un hidratante ideal por su gran contenido de agua, además tiene la ventaja de su poco aporte calórico por lo que se puede consumir con toda la libertad sin temor a subir de peso; es excelente para enfermos diabéticos. Es una de las frutas más ricas en potasio, la abundancia de este mineral y el agua lo convierten en una fruta con excelentes resultados diuréticos por lo que es muy recomendable para quienes sufren hipertensión o retención de líquidos. Para aquellas personas con necesidades nutricionales aumentadas también resulta el alimento ideal por su aporte de provitamina A y vitamina C, por lo que resulta ideal para jóvenes adolescentes, mujeres embarazadas, personas con defensas disminuidas o quienes abusan del alcohol y tabaco.
El consumo del melón no se recomienda a personas con problemas de diarrea, insuficiencia renal o alergias del huevo.
Una vez maduro y abierto conviene consumirlo con rapidez y en caso de guardarlo en el refrigerador conviene envolverlo en plástico auto adherente, pues puede tomar fácilmente el sabor de otros alimentos. Para saber si un melón está ya maduro nos debemos fijar en su color, que no tenga franjas verdes, otro punto importante es el aroma, debe despedir un aroma intenso, el centro debe ceder un poco a la presión si lo aplastamos con el dedo y debe ser pesado, el mejor melón será el más pesado.