Cuando nos acostamos y nos preparamos para dormir, el Yo
Superior reúne todas las energías disponibles y las lleva a la región del centro cardíaco. Es importante acompañar este movimiento, interiorizarnos y partir hacia un sueño tranquilo, en dirección a niveles más profundos.
Cuando el cuerpo físico y el cerebro duermen, el alma se recoge en su propio nivel, desde donde puede o no enviar impresiones a los cuerpos de la personalidad. Si los cuerpos estuvieran preparados, en reposo, los mensajes del alma los atravesarían. De ese modo, cuando el cuerpo despierte después del sueño habrá registrado en el cerebro lo que le envió el alma.
Si no hubiera un relajamiento apropiado, el cerebro físico continuará registrando lo que sucede en torno y estará imposibilitado de captar lo que ocurre en los niveles sutiles durante la noche.
También es necesario que el cuerpo emocional esté relajado. La mente pensante, o mente concreta, también puede producir sueños por cuenta propia, pues lo que sucede durante el día queda impreso en ella. Como el cuerpo mental nos permite actuar con la energía de la voluntad, bastaría con no querer sufrir influencia de pensamientos externos, individuales o colectivos.
Sería conveniente que al dormirnos alcanzáramos pronto, con la consciencia, zonas más profundas de nuestro ser. Hay una técnica que puede usarse. Consiste en tener un cuidado especial en el momento límite que antecede al adormecer, el momento en el que entramos en el estado onírico. Allí, el último pensamiento del consciente debe ser positivo y estar imbuido de la voluntad de ir hacia un nivel bien alto, superior.
En cuanto al hábito de leer antes de dormir, la calidad de la vida onírica va a depender de la calidad del texto. Toda lectura nos coliga con el plano mental del escritor o con el nivel que lo inspiró.
Otro punto a ser considerado es el horario de dormir. Es recomendable tener un horario fijo, regular. El uso de estas técnicas o de otras no debe ser permanente. Obtenido el autocontrol, la persona descubre la disciplina que le conviene; puede incluso lograr orientación interna al respecto, lo que en determinado momento suele ocurrir.
Adaptado del libro "También Vivimos Mientras Soñamos" -
Trigueirinho Editorial Kier
Si no hubiera un relajamiento apropiado, el cerebro físico continuará registrando lo que sucede en torno y estará imposibilitado de captar lo que ocurre en los niveles sutiles durante la noche.
También es necesario que el cuerpo emocional esté relajado. La mente pensante, o mente concreta, también puede producir sueños por cuenta propia, pues lo que sucede durante el día queda impreso en ella. Como el cuerpo mental nos permite actuar con la energía de la voluntad, bastaría con no querer sufrir influencia de pensamientos externos, individuales o colectivos.
Sería conveniente que al dormirnos alcanzáramos pronto, con la consciencia, zonas más profundas de nuestro ser. Hay una técnica que puede usarse. Consiste en tener un cuidado especial en el momento límite que antecede al adormecer, el momento en el que entramos en el estado onírico. Allí, el último pensamiento del consciente debe ser positivo y estar imbuido de la voluntad de ir hacia un nivel bien alto, superior.
En cuanto al hábito de leer antes de dormir, la calidad de la vida onírica va a depender de la calidad del texto. Toda lectura nos coliga con el plano mental del escritor o con el nivel que lo inspiró.
Otro punto a ser considerado es el horario de dormir. Es recomendable tener un horario fijo, regular. El uso de estas técnicas o de otras no debe ser permanente. Obtenido el autocontrol, la persona descubre la disciplina que le conviene; puede incluso lograr orientación interna al respecto, lo que en determinado momento suele ocurrir.
Adaptado del libro "También Vivimos Mientras Soñamos" -
Trigueirinho Editorial Kier