A menudo pensamos que el amor todo lo
puede y que además nuestro amor cambiará a nuestro amado o amada. Pero
la realidad es bien diferente.
Sobre todo cuando se trata de violencia
de género, violencia doméstica, de obra o de palabra, que se gesta antes
del matrimonio. Esto no tiene límites de edad ni preferencias de sexo.
En principio, nos casamos para toda la
vida. Pensamos y asumimos que el matrimonio es para siempre, aunque
luego nos divorciemos. Pero los divorcios son cosa muy, pero que muy
desagradable. Así que tanto la mujer como el hombre deben escudriñar al
futuro cónyuge como se fuesen a estar casados hasta que la muerte los
separe. Si no estamos satisfechos nos podemos divorciar, claro, pero
quedaremos con cicatrices, secuelas emocionales y económicas, a veces
muy profundas. Y los hijos también, que ni lo comen ni lo beben pero lo
sufren.
El amor es maravilloso y ciega a las
parejas, pero no cambia ni enmienda a nadie. Desde luego que es muy
romántico pensar que el amor lo puede todo y muchos creen que su amor,
su cariño, hará cambiar a la pareja. Pero recordemos el dicho: “el que hace un cesto hace ciento”, para que luego no nos llamemos a engaño.
¿Vamos a poder aguantar a una pareja,
hombre o mujer, que nos desprecia y minimiza, y nos agrede de obra o de
palabra 24 horas al día? ¿7 días a la semana? ¿365 días al año?
¿Durante cuarenta años? Advierto que 40 años es mucho tiempo. Aburre al
más pintado. Acaba con la paciencia del más paciente.
¿Cómo podemos interpretar las pistas que
nuestra pareja nos da sobre su personalidad y comportamiento? ¿Podemos
detectar al futuro maltratador o a la futura maltratadora?
La urbanidad, la buena educación, la
palabra culta, (ahora lo llaman “inteligencia emocional”) parecen
conceptos trasnochados, del siglo diecinueve, ideas anticuadas que ya no
se llevan en esta sociedad contemporánea, avanzada, donde impera la
igualdad de sexos. Ya todos somos iguales, por fin, en democracia,
donde ya no existen las diferencias de antaño entre hombres, mujeres,
ricos, pobres, cultos, analfabetos.
Juan se muestra malhablado y grosero con
su madre. La tilda de tonta y le da órdenes como si fuera una esclava.
Con su novia es cariñoso. ¿Cuál de los dos es el verdadero Juan? Lo
mejor es pensar, para no equivocarse, que con el tiempo tratará a su
mujer como trata a su madre: como un tirano desagradable. Seguro que se
convierte en un maltratador.
Paula maltrata a su padre y grita a su
hermano pequeño. Siempre llega tarde a las citas. Impone su voluntad sin
pedir opinión a su novio. De casada seguirá haciendo lo mismo.
Antonio arma trifulcas en público por
cualquier nimiedad: que si le han empujado, que si él estaba primero,
que si le han cobrado de más, que si le han devuelto de menos… y siempre
dando voces y llamando la atención. Aparte de que resulta desagradable
ir con una persona pendenciera y puntillosa, es siempre peligroso. La
urbanidad dice que una persona defiende sus derechos pero jamás crea
escándalos o llama la atención en público.
¿Te imaginas una pelea callejera cuando
vas con los niños y tu marido se lía a golpes con un borracho por un
sitio para estacionar el coche? ¿Te gustaría? Pues te garantizo que si
de novios arma broncas, de casado será peor.
Reflexiona y hazte las siguientes preguntas sobre tu pareja:
¿Te interrumpe constantemente cuando hablas? ¿Te critica
delante de otros? ¿Te compara con otras personas para humillarte? ¿Te
ofende a sabiendas? ¿Entra y sale de casa sin dar explicaciones? ¿Toma
decisiones de pareja sin consultarte? ¿Te falta al respeto? ¿Te hace
sentirte como un trapo sucio? ¿Maltrata y desprecia a tu familia? ¿Se
cree superior?
Ten presente que la pareja normal no abusa de nadie jamás, ni llama la atención nunca, ni es desagradable.
La inteligencia emocional, que yo llamo
urbanidad, nos alerta de que podemos emprender un camino que puede
convertir ese amor tan maravilloso en un calvario. La ceguera emocional
del amor no conoce edad, ni sexo, ni cultura, ni posición social. Y si
no estamos atentos –y normalmente no lo estamos- la maravillosa aventura
del vivir se puede convertir en una amargura insufrible.
Fuente: http://www.vivafifty.com/amor-vence-todo-no-cambia-nadie-2375/