La enfermedad cardiovascular ya no se considera una enfermedad que afecta sólo a los hombres. Anteriormente, las mujeres típicamente recibían tratamiento menos intensivo para las enfermedades del corazón y se realizaban menos estudios diagnósticos. Por consiguiente, cuando muchas mujeres eran por fin diagnosticadas con enfermedades del corazón, generalmente se encontraban en un estado más avanzado de la enfermedad y su pronóstico era peor.
Ahora sabemos que la enfermedad cardiovascular afecta a más mujeres que hombres y representa más del 40 por ciento de las muertes entre las mujeres estadounidenses.
Las mujeres y los ataques cardíacos
Los síntomas de ataque cardíaco en las mujeres pueden ser diferentes de los que presentan los hombres. Muchas mujeres que sufren un ataque cardíaco no lo saben. Las mujeres suelen sentir ardor en la región superior del abdomen y pueden tener mareo, malestar estomacal y sudoración. Como podrían no sentir el típico dolor en la mitad izquierda del pecho, muchas mujeres podrían pasar por alto los síntomas que indican que están sufriendo un ataque al corazón.
Los ataque cardíacos son, en general, más graves en las mujeres que en los hombres. En el primer año después de un ataque cardíaco, las mujeres tienen una probabilidad un 50 por ciento mayor de morir que los hombres. En los primeros seis años después de un ataque cardíaco, las mujeres tienen una probabilidad casi dos veces mayor de sufrir un segundo ataque.
Los ataque cardíacos son, en general, más graves en las mujeres que en los hombres. En el primer año después de un ataque cardíaco, las mujeres tienen una probabilidad un 50 por ciento mayor de morir que los hombres. En los primeros seis años después de un ataque cardíaco, las mujeres tienen una probabilidad casi dos veces mayor de sufrir un segundo ataque.
El estrógeno y la enfermedad cardiovascular
Los estudios han demostrado que después de la menopausia, las mujeres tienen un mayor riesgo de sufrir una enfermedad del corazón.
Los investigadores han vinculado este hecho a la disminución de los niveles de estrógeno, una hormona femenina, durante la menopausia —un proceso que comienza alrededor de los 50 años de edad—.
El estrógeno está relacionado con niveles más elevados de lipoproteínas de alta densidad (HDL o «colesterol bueno») y niveles más bajos de lipoproteínas de baja densidad (LDL o «colesterol malo»). Como la esperanza de vida de las mujeres en los Estados Unidos es de 79 años, las mujeres también pueden anticipar vivir una gran parte de su vida con un riesgo cardiovascular más elevado. Es más, una de cada cuatro mujeres mayores de 65 años de edad sufre de algún tipo de enfermedad cardiovascular.
Los investigadores han estudiado la manera en que la terapia de reemplazo hormonal (TRH) puede afectar a las mujeres que sufren de una enfermedad cardiovascular. En el ensayo clínico Heart and Estrogen/progestin Replacement Study (HERS, El corazón y el reemplazo de estrógeno/progestágeno), los médicos descubrieron que las mujeres posmenopáusicas que sufrían de enfermedades cardiovasculares y que recibían estrógeno y progestágeno padecían más ataques cardíacos y muertes por enfermedad cardiovascular durante el primer año del estudio que las mujeres que no recibían TRH.
Sin embargo, después de cuatro años de estudio, no había diferencia alguna entre los grupos en lo que hace a ataques cardíacos y muertes por enfermedad cardiovascular. Después del ensayo HERS y otros ensayos clínicos, la Asociación Americana del Corazón (AHA) desaconsejó el uso de TRH en las mujeres con enfermedades del corazón.
Los ataque cardíacos son, en general, más graves en las mujeres que en los hombres. En el primer año después de un ataque cardíaco, las mujeres tienen una probabilidad un 50 por ciento mayor de morir que los hombres. En los primeros seis años después de un ataque cardíaco, las mujeres tienen una probabilidad casi dos veces mayor de sufrir un segundo ataque.
En el año 2002, una fase del ensayo clínico Women's Health Initiative (WHI, Iniciativa para la Salud de las Mujeres) demostró que las mujeres posmenopáusicas sanas, con útero, que tomaban el tratamiento hormonal combinado de estrógeno y progestágeno no estaban protegidas contra las enfermedades del corazón. La AHA estaba esperando los resultados de este ensayo clínico antes de dar sus recomendaciones sobre la TRH para estas mujeres. Pero se suspendió el ensayo clínico en forma temprana porque el tratamiento combinado de estrógeno y progestágeno demostró aumentar el riesgo de cáncer de mama, ataque cerebral y enfermedad cardiovascular. Por consiguiente, los investigadores del estudio recomendaron que no se iniciara ni continuara ese tratamiento combinado de estrógeno y progestágeno exclusivamente para prevenir las enfermedades del corazón en estas mujeres.
Ahora, los Institutos Nacionales de la Salud de los Estados Unidos (NIH) han suspendido la fase del ensayo WHI que consistía en el tratamiento con estrógeno solamente, tras descubrir que incrementaba el riesgo de ataque cerebral y que no reducía el riesgo cardiovascular en mujeres posmenopáusicas sin útero. Debido a los resultados obtenidos durante esa fase del ensayo WHI, los investigadores recomendaron no emplear el tratamiento con estrógeno solamente para la prevención de las enfermedades del corazón.
Las mujeres deben considerar los riesgos de la TRH y hablar de ellos con el médico. Para los síntomas de la menopausia, la pérdida de masa ósea inclusive, existen tratamientos no hormonales eficaces.
Factores de riesgo modificables en las mujeres
Las mujeres deben conocer los factores de riesgo cardiovascular y entender la importancia de realizar cambios en el estilo de vida que puedan reducir esos riesgos. Los factores tales como la raza, la edad y los antecedentes familiares de enfermedades del corazón no pueden alterarse. Sin embargo, otros factores de riesgo pueden modificarse o eliminarse tomando decisiones informadas sobre la salud cardiovascular.
El hábito de fumar es uno de los principales factores de riesgo cardiovascular. Aunque el número total de fumadores adultos ha disminuido en este país en los últimos 20 años, el número de niñas adolescentes que fuman ha aumentado. Los estudios demuestran que fumar reduce los niveles de colesterol bueno, aumentando así el riesgo cardiovascular. El consumo de cigarrillos combinado con el uso de anticonceptivos orales también ha demostrado aumentar el riesgo de sufrir un ataque cardíaco o cerebral. Afortunadamente, independientemente del tiempo que hayan fumado y la cantidad de cigarrillos consumidos, los fumadores pueden reducir inmediatamente su riesgo de sufrir un ataque cardíaco si dejan de fumar.
La presión arterial alta, o hipertensión, es una enfermedad silenciosa. Sin tratamiento, aumenta el esfuerzo del corazón, acelera el proceso de endurecimiento de las arterias (aterosclerosis) y aumenta el riesgo de sufrir un ataque cardíaco, un ataque cerebral y una insuficiencia renal. Las mujeres que tienen antecedentes de hipertensión, las mujeres de raza negra que sufren de hipertensión y las mujeres con sobrepeso que sufren de hipertensión también tienen un mayor riesgo. Aunque la hipertensión arterial no puede curarse, sí puede controlarse con dieta, ejercicio y, de ser necesarios, medicamentos. La hipertensión es un factor de riesgo que está presente toda la vida y requiere un control eficaz a largo plazo. Eso implica, entre otras cosas, tomarse periódicamente la presión arterial y recibir los medicamentos adecuados.
El embarazo puede provocar hipertensión, especialmente durante el tercer trimestre, pero la hipertensión ocasionada por el embarazo generalmente desaparece después del parto. Esta situación se conoce como «hipertensión inducida por el embarazo». Otra forma de hipertensión que puede presentarse durante el embarazo se llama «preeclampsia» y se acompaña generalmente de hinchazón y de aumento de proteínas en la orina. Las mujeres que tienen antecedentes de preeclampsia corren el doble de riesgo de sufrir un ataque cerebral, de padecer enfermedades del corazón y de presentar coágulos peligrosos en las venas entre 5 y 15 años después del embarazo.
Los niveles de colesterol también están relacionados con el riesgo cardiovascular de una persona. Los médicos se fijan en la relación que existe entre los niveles de LDL, HDL y las grasas denominadas «triglicéridos», y la relación entre éstos y el nivel de colesterol total. Antes de la menopausia, las mujeres, en general, tienen niveles más elevados de colesterol que los hombres porque el estrógeno aumenta los niveles de HDL en la sangre. Un estudio dado a conocer en la publicación American Journal of Cardiology determinó que los niveles de HDL constituían el más importante factor predisponente para la salud cardiovascular. Es decir, cuanto más elevado el nivel de HDL de la mujer, menor será la probabilidad de que sufra un episodio cardiovascular tal como un ataque cardíaco o cerebral. Pero después de la menopausia, los niveles de HDL suelen bajar, incrementándose así el riesgo cardiovascular. Los niveles de colesterol HDL y LDL pueden mejorarse con dieta, ejercicio y, en casos graves, medicamentos reductores del colesterol.
La obesidad es un importante factor predisponente para las enfermedades del corazón, especialmente en las mujeres. Una persona se considera obesa si su peso corporal excede en un 20 por ciento o más del peso «deseado» para su estatura y sexo. También es un importante factor predisponente el lugar del cuerpo donde se acumula la grasa. Las mujeres que tienen mucha grasa en la cintura tienen un mayor riesgo que las que tienen grasa en las caderas. En los Estados Unidos, alrededor de una tercera parte de las mujeres son clasificadas como obesas. Un plan de dieta y ejercicio aprobado por el médico es la mejor manera de adelgazar sin riesgo.
La diabetes es más común en las mujeres y representa un mayor riesgo porque cancela los efectos protectores del estrógeno en las mujeres premenopáusicas. Los resultados de un estudio demostraron que las mujeres diabéticas tienen un mayor riesgo de morir de una enfermedad cardiovascular que los hombres diabéticos. El mayor riesgo que la diabetes implica también puede explicarse por el hecho de que la mayoría de los pacientes diabéticos suelen ser sedentarios y tener sobrepeso, niveles elevados de colesterol y más probabilidades de sufrir de hipertensión arterial. El control adecuado de la diabetes es importante para la salud cardiovascular. Si cree que pueda tener diabetes, consulte al médico.
Otras enfermedades y problemas de salud, como el lupus y la artritis reumatoide, también pueden elevar el riesgo de que una mujer sufra enfermedades del corazón. Según las nuevas pautas publicadas por la Asociación Americana del Corazón (AHA), las enfermedades que se asocian con un mayor riesgo cardiovascular deberían incorporarse en la evaluación global de factores de riesgo de una mujer.
La inactividad física es un importante factor de riesgo cardiovascular; sin embargo, millones de estadounidenses aún no hacen ejercicio alguno. Muchos estudios han demostrado que el ejercicio reduce el riesgo de sufrir un ataque cardíaco o cerebral, aumenta los niveles de colesterol HDL, normaliza la glucosa, reduce la presión arterial y aumenta la flexibilidad de las arterias. El ejercicio también ha demostrado reducir el estrés mental. Muchas personas pueden beneficiarse si hacen ejercicio durante 30 minutos por día, por lo menos tres veces por semana.
Los anticonceptivos orales (píldoras anticonceptivas) pueden representar un mayor riesgo cardiovascular para las mujeres, especialmente aquellas que tienen otros factores de riesgo, tales como el hábito de fumar. Los investigadores creen que las píldoras anticonceptivas elevan la presión arterial y los niveles de azúcar en sangre en algunas mujeres, además de aumentar el riesgo de que se formen coágulos sanguíneos. Los riesgos relacionados con las píldoras anticonceptivas aumentan con la edad. Las mujeres deben informar al médico sobre cualquier otro factor de riesgo cardiovascular que tengan, antes de comenzar a tomar píldoras anticonceptivas.
El consumo excesivo de alcohol puede contribuir a la obesidad, elevar los niveles de triglicéridos y la presión arterial, causar una insuficiencia cardíaca y contribuir a un ataque cerebral. Aunque los estudios han demostrado que el riesgo cardiovascular en las personas que beben alcohol con moderación es menor que en los que no beben, eso no significa que los que no beben deban comenzar a hacerlo ni que los bebedores deban aumentar su consumo. Para las mujeres, una cantidad moderada de alcohol sería un promedio de una bebida por día.
El estrés se considera un factor contribuyente al riesgo cardiovascular en ambos sexos, aunque los investigadores aún no entienden perfectamente su relación con las enfermedades del corazón. Sin embargo, el estrés puede contribuir a otros factores de riesgo, tales como el hábito de fumar o de comer de más.
Muchos factores de riesgo que contribuyen a las enfermedades del corazón pueden controlarse. Dejar de fumar, adelgazar, hacer ejercicio, reducir el colesterol y la presión arterial, controlar la diabetes y reducir el estrés son objetivos que toda mujer puede lograr.
No se ha demostrado que el tratamiento de la depresión mejore directamente la salud cardiovascular, pero la depresión podría influir en que una mujer siga o no los consejos de su médico. Según las nuevas pautas de la AHA, la valoración para descartar la depresión debería formar parte hoy en día de la evaluación global del riesgo cardiovascular de las mujeres.
Las nuevas pautas hacen
más énfasis en recomendaciones
para la «vida real»
(Febrero de 2011) La Asociación Americana del Corazón (AHA) ha actualizado las pautas para la prevención de las enfermedades del corazón en las mujeres. Se destaca lo siguiente:
- Hay que concentrarse en lo que da mejor resultado en la «vida real» y no en la investigación clínica y tener en cuenta los factores personales y socioeconómicos que pueden impedirles a las mujeres prestar atención al consejo de los médicos y al tratamiento.
- Incorporar enfermedades que aumentan el riesgo de que se presenten enfermedades del corazón en las mujeres, como el lupus, la artritis reumatoide y las complicaciones del embarazo.
- Ayudar a las mujeres —y a sus médicos— a entender los riesgos y a tomar medidas prácticas que tengan la mayor eficacia en la prevención de las enfermedades del corazón y los accidentes cerebrovasculares.