Las investigaciones médicas y científicas han concluido que el enemigo más temido por el organismo no son los microbios, no, son los pensamientos y las palabras de cada día.
La ciencia ha descubierto que cuando se tiene un pensamiento el cerebro produce sustancias que abren lo que se podría llamar una ventana. Cuando el pensamiento concluye la ventana se cierra.
Por ejemplo, cuando uno ve a la persona de sus sueños y siente amor y esa sensación increíble que le recorre el cuerpo no es otra cosa que una sustancia química.
Los Neuropeptidos son una cadena de dos o más aminoácidos, unidos por puentes peptídicos que se diferencian de otras proteínas sólo por la longitud de su cadena de aminoácidos.
También se llaman neuromoduladores o cotransmisores procesos metabólicos clave como el crecimiento y la digestión.
Un caso notable de pensamientos que influyen en las reacciones físicas del cuerpo es el de Norman Cousins, antiguo editor de la desaparecida publicación Saturday Review, quien recibió el diagnostico de espondilitis anquilosante, un mal degenerativo y sumamente doloroso que afecta la espina dorsal y del cual muy pocas personas sobreviven (la probabilidad es de 1 en 500).
El médico que atendió a Cousins le dio hasta seis meses de vida, plazo fatal que el periodista se negó a aceptar, rodeándose de amigos y familiares, viendo películas cómicas y negándose a caer en pensamientos depresivos.
El resultado fue que el hombre sobrevivió 26 años a su enfermedad y si bien parece difícil saber si fue por razones de otra índole (genéticas o médicas), su caso podría servir para estudiar los efectos reales del pensamiento en nuestro desarrollo físico.