¿Te duele aquel brazo que te rompiste de pequeño?, ¿tienes molestias en la cicatriz de la operación que te hicieron hace años?, ¿te sientes más eufórico sin un motivo que lo justifique? Si respondes sí a alguna de estas preguntas, o tienes otras molestias que se presentan unas horas antes de un cambio de tiempo, o cuando éste ya a llegado, te puedes considerar una persona meteorosensible. Se estima que algo más de la mitad de población mundial es meteorosensible.
Viento, nubes, lluvia y cambios bruscos en la presión atmosférica serán los principales fenómenos meteorológicos que tendremos estos días. En parte, estos serán responsables de las dolencias que puedan sufrir las personas meteorosensibles, ya que su presencia hace aumentar el número de iones positivos en el aire.
Cuando el aire tiene una carga excesiva de iones positivos, este adquiere efectos nocivos que pueden afectan a la salud y al estado ánimo de las personas.
Las afectaciones pueden darse el ritmo cerebral y cardíaco, modificar la resistencia de la piel, cambiar el metabolismo e incluso alterar la polaridad de la membrana celular. Las variaciones de los campos electromagnéticos también actúan sobre el agua de nuestro cuerpo. Dolor de cabeza, dolores relacionados con la artritis, problemas respiratorios, euforia, dolores reumáticos, entre otros, serán frecuentes estos días.
Los científicos estiman que más del 50 % de la población humana es “meteorosensible o barómetros andantes”, es decir que se muestran vulnerables a los cambios atmosféricos, sobre todo si estos acontecen bruscamente. De hecho, vale la pena recordar que Hipócrates, hace 2.500 años, escribió un libro, Aire, agua y lugares, sobre el tema, este es apenas unas líneas de el:
1. Quien desee estudiar correctamente la ciencia de la medicina deberá proceder de la siguiente manera:
I. Primero, deberá considerar que efectos puede producir cada estación del año, puesto que las estaciones no son todas iguales, sino que difieren ampliamente tanto en sí mismas como en sus cambios. El siguiente punto se refiere a los vientos cálidos y a los fríos, especialmente a los universales, pero también a aquellos que le son peculiares a cada región en particular. Deberá también considerar las propiedades de las aguas, pues tal como estas difieren en sabor y peso, también las propiedades de cada una difieren gradualmente de las de cualquier otra.
Entonces, el médico griego sentenciaba: "Hay que prestar atención a los cambios de estación más bruscos y, a menos que sea obligado, no se debe purgar ni aplicar cirugía o cuchillo en los intestinos antes de que hayan pasado 10 días de cambio de estación".
Mucho tiempo ha transcurrido desde entonces y la ciencia se ha desarrollado notablemente desde que los herboristas, en la Edad Media, recetaban determinadas hierbas para combatir los efectos nocivos de los vientos.
A mediados del siglo XX, nació en Alemania una disciplina llamada "bioclimatología", que estudia las interrelaciones directas e indirectas entre el entorno geofísico y el geoquímico de la atmósfera y los organismos vivos, plantas, animales y hombres. Dentro de esta ciencia, la bioclimatología médica investiga cómo los cambios atmosféricos afectan a la salud humana.
Si bien el hombre dispone de una gran capacidad de adaptación a diferentes climas y ambientes, cosa que le permite alcanzar un equilibrio homeostático, sigue siendo vulnerable a la variación repentina de los factores del tiempo: temperatura, humedad, presión y viento.
El neurólogo Werner Becker y un grupo de colegas de la Universidad de Calgary, en Alberta, Canadá, dicen haber constatado que las crisis de migraña aumentan cuando sopla el "chinook", un aire cálido y seco de los valles tributarios del Missouri, que procede de las Montañas Rocosas. Se trata de un viento seco, cálido y de instauración generalmente brusca; en la Argentina se lo puede equiparar al "zonda o el pampero” y en Europa Central, al "föhen", en todo el mundo existen y tiene distintos nombres, en oriente los asesinatos ocurridos mientras sopla este viento actúa como atenuante.
Los investigadores explican que la "malignidad" de estos vientos se halla en las fluctuaciones de la presión barométrica que los acompañan, ya que nuestro cerebro es extremadamente sensible a estas oscilaciones.
No se trata de magia, como pensaban las civilizaciones antiguas; se trataría de que los cambios bruscos de las propiedades electromagnéticas de la atmósfera, o sea el grado de ionización y de conductividad eléctrica del aire, en el campo eléctrico, generaran "meteorosensibilidad".
Nuestra ciudad cambio mucho de lo que antes era, las cuatro estaciones bien marcadas desaparecieron y no podemos tener una adaptabilidad ya que los cambios en el día suelen ser varios, y el cuerpo no sabe como comportarse, los iones positivos generados por la baja humedad, la baja presión atmosférica, y el viento que es casi permanente del norte, genera mucha carga de electricidad estática, la que genera muchísimos problemas de salud, desde la chispa que provoca risa hasta cáncer, pasando por muchos otros malestares empezaremos hablando de las situaciones de estrés por olas de calor donde las reacciones orgánicas más habituales son la hipotensión, adinamia, hipoglucemias, migraña, vómitos, alteraciones respiratorias y cardiacas, dolores reumáticos, conjuntivitis, alteraciones laringológicas, diarreas, reacciones alérgicas, etc. Referente a las situaciones de estrés por olas frías provocan bronquitis espásticas, trastornos ulcerosos y otras alteraciones digestivas de carácter espástico, alteraciones vasculares y cardiacas, dolores poliartríticos y ataques de ciática, lumbago, etc. Con la contaminación iónica de carga positiva suelen aparecer migrañas, hipertensión, cólicos y accidentes tromboembólicos entre otras. Cuando la humedad sube se alteran los procesos reumáticos, respiratorios y las mialgias principalmente. En cuanto a las caídas de presión son habituales los trastornos digestivos, especialmente de carácter intestinal, así como respiratorios y vasculares. Finalmente en situaciones de contaminación atmosférica, dependiendo del tipo de tóxico pueden aparecer problemas respiratorios, cefaleas, vómitos, dolores musculares, desgano, irritabilidad, falta de descanso, depresión, angustia, y muchas otras alteraciones, en muchos lugares hay estudios serios sobre el tema y los médicos no medican hasta estar seguros sobre el síntoma, si es climático no dan medicación y si es orgánico si.
Hay estudios que contemplan incluso el clima por la falta de concentración y atención de escolares, los iones positivos a través de las vías respiratorias generan un conjunto de reacciones fisiológicas adversas sobre el organismo, especialmente en el sistema nervioso, al producir un aumento de los niveles de serotonina en sangre, neuro-hormona, que entre otros efectos provoca una alteración del estado emocional, y en consecuencia una alteración del comportamiento y una disminución de las capacidades de aprendizaje.
Por el contrario, los iones negativos producen un aumento de la enzima mono-aminooxidasa (MAO) inhibidora de la serotonina.
Efectos de los iones negativos en el organismo
• Mejora de dolencias del sistema respiratorio: bronquitis, sinusitis, asma bronquial, alergias, etc. La presencia de iones negativos en el aire favorece la eliminación de la mucosidad que retiene las impurezas del aire (polvo, humo, contaminación, microorganismos) y además se facilita la purificación de la sangre venosa.
• Aumento de la capacidad de reacción visual. • Mayor dinamismo y bienestar general. • Disminución de la fatiga y dolores musculares. • Aumento de la actividad sexual. • Disminución de los niveles de lípidos y colesterol. • Se elimina la agresividad y la ansiedad. • Tiene efectos analgésicos. • Regula la tensión arterial. • Acción sobre las afecciones de la piel por causas alérgicas. • Rejuvenecimiento general físico y mental. • Recuperación de la memoria. • Reducción de esclerosis celular. • Mejora en aparato digestivo: úlceras gástricas. • Cardiología: prevención de enfermedades coronarias, infarto de miocardio y angina de pecho.
Mejora de enfermedades de origen metabólico: obesidad, gota, reumatismo crónico y exceso de colesterol.
Cuenta la Biblia que un día, de muchísimo calor, el rey David se enamoró de la bellísima Betsabé, que refrescaba su desnudez en el patio una casa cercana. Lo que a partir de ese momento pasó no es para publicar en un libro religioso. Pero lo que nos interesa ahora es la excusa con que los sacerdotes, todos ellos muy amigos de David, justificaron las reprobables andanzas de su rey: «Soplaba viento ardiente del desierto, que mata a los camellos y... enloquece a los hombres...».
Pero, lamentablemente ni desde la medicina oficial, ni de las etnomedicinas se toman en cuenta los factores que como veíamos antes Hipócrates detallo la correcta aplicación de la medicina hace 2500 años atrás, no solo vale el juramento Hipocrático, Hipócrates también es un todo.