La yerba mate (Ilex Paraguariensis) pertenece a la familia de las aquifoliaceas. El árbol es parecido al laurel, de tronco gris blanquizco, con un diámetro aproximado de 30 a 40 centímetros y una altura de 2 a 6 metros. Sus hojas son alternas, de base estrecha y borde dentado, variando su tamaño de 8 a 10 cms. de ancho.
El árbol del mate nace en zonas boscosas, subtropicales y templadas. En estos lugares, las raíces de la planta alcanzan un gran desarrollo, en profundidad y volumen, lo que explica su período de producción, cercano a los 150 años.
Los efectos benéficos y terapéuticos de la yerba mate han sido confirmados por numerosos estudios científicos. Sus propiedades químicas son similares al té, aunque es una planta más nutritiva. Posee cantidades significativas de potasio, sodio, magnesio y manganeso en las hojas y en la infusión. También vitaminas B1, B2, C, A, riboflavina, caroteno, colina, acido pantoténico, inositol y 15 tipos de aminoácidos.
La existencia de once polifenoles hace que la yerba mate sea altamente saludable. Estudios efectuados en Estados Unidos indican que los polifenoles son poderosos antioxidantes que aumentan las defensas naturales del organismo y los protegen contra la destrucción celular que causa que el cuerpo se deteriore y desarrolle síntomas de enfermedad.
La mateína es una sustancia química de la familia de las xantinas propia de la yerba mate, que si bien es como la cafeína, un estimulante del sistema nervioso y promotor de la actividad mental, es diferente por no inferir con los patrones del sueño. También, la mateína es un diurético suave. La yerba maté contiene además el ácido dicafeoilquínico, que actúa como inhibidor de la enzima del virus HIV que permite su penetración en las células.