A partir de los 30-35 años, las mujeres que aún no han tenido hijos comienzan a pensar en esa posibilidad.
La mujer y su reloj biológico / Foto: Thinkstock
En esta época esta decisión llega en un momento tardío respecto de la salud reproductiva. Sabemos que a partir de los 35 años, la calidad de los ovarios y la fertilidad comienzan a declinar.
Sin embargo por los otros intereses que marcan las decisiones vitales: carreras universitarias y/ o laborales, estabilidad y logros económicos y hasta placeres como viajar, la maternidad suele llegar a partir de dicha edad.
Esto genera una serie de situaciones en las que debe intervenir la medicina reproductiva.
Si la mujer comienza la planificación familiar a los 35 años o más tarde aún, y en ese momento la búsqueda se demora, la consulta a especialistas llega cerca del límite de las posibilidades.
Es probable ante esta situación, que el especialista inicie una batería de estudios e indique tratamientos aún sin un diagnóstico preciso, dado que por el reloj biológico femenino, no hay tiempo que perder.
Si todo esto sucediera a una edad más temprana de la mujer, tal los hechos de otras épocas anteriores en las que lo más frecuente era el embarazo a los 20, 25 años, el tiempo de espera sería otro y por lo tanto se requeriría de menor intervención médica.
Está claro que la biología impone sus leyes, y entra ellas la fertilidad y el "reloj biológico". Es importante estar correctamente informadas en relación a ello, para poder tomar la mejor decisión cada vez.