Dura de uno a 10 minutos; la persona queda inmovilizada, siente miedo, ansiedad, desesperación y opresión en el pecho, como si tuviera a alguien encima; le cuesta trabajo respirar, sufre taquicardia y puede experimentar alucinaciones auditivas, visuales, táctiles y olfativas.
Éstas son las manifestaciones del trastorno denominado parálisis del sueño, descrito popularmente en algunos países con la frase “se me subió el muerto”.
Lo anterior fue señalado en entrevista con La Jornada por el doctor Carlos Solís Pérez, jefe del servicio de Inhaloterapia y titular de la clínica del sueño del hospital Doctor Carlos McGregor Sánchez Navarro, del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), quien expresó que entre 30 y 50 por ciento de la población mundial experimenta por lo menos una vez en su vida este fenómeno.
Advirtió que cuando el fenómeno se presenta varias veces en cortos periodos, es considerado patológico, asociado a alguna deficiencia neurológica o inclusive a un problema siquiátrico.
El especialista precisó que en la parálisis del sueño hay disminución de la fuerza muscular y se experimenta cuando “se está entre despierto y dormido”, en una fase del sueño anterior al despertar, llamada MOR (movimientos oculares rápidos o REM, por sus siglas en inglés).
Explicó que en la fase MOR “soñamos y captamos gran cantidad de información de nuestro entorno, debido a la alta actividad cerebral; aparentemente en la parálisis del sueño el cerebro está despierto, pero el cuerpo continúa dormido y esta condición es indistinta, pues afecta a mujeres y a hombres por igual”.
Señaló que debido a las las características que presenta, la alteración culturalmente se ha asociado a aspectos de tipo paranormal, embrujos o demoniacos, relacionados con seres malignos, ya sea personas, fantasmas o animales.
Pero la realidad, dijo, es que esa sensación puede ser resultado del estrés y la ansiedad, o bien de abundante alimentación antes de ir a dormir, de falta de vitaminas o de problemas con la dieta.
Se reconocen tres tipos de parálisis del sueño: las aisladas, las asociadas a otra patología y las de tipo familiar, y aquí se especula que puede haber algún factor genético, pero se sabe que también influyen los altos niveles de estrés.
El abuso del alcohol o del tabaco, otros desencadenantes
Solís Pérez comentó que la parálisis del sueño se puede convertir en una situación persistente cuando los individuos enfrentan un incidente que les causa un trauma, abusan del alcohol, del tabaco o de estupefacientes.
Agregó que se ha observado que la mayoría de las personas que experimentan esa alteración del sueño duermen boca arriba, aunque eso no descarta que se pueda tener en otra posición; por ejemplo, al dormir boca abajo, la opresión se siente en la espalda.
Según especialistas, cuando ocurren estos episodios no se está del todo consciente, y por lo general el individuo afectado mezcla situaciones reales del entorno con alucinaciones producidas por un sueño, lo que en los países anglosajones se conoce como old hag (vieja bruja) y en culturas afroamericanas se dice que “se subió el diablo”.
En ese estado pueden producirse alucinaciones visuales y táctiles, así como experimentar sensaciones olfativas. Gran número de personas que las han sufrido reportan presencia del diablo o de fantasmas. También se pueden escuchar diversos sonidos, como rugidos, zumbidos o silbidos.
Solís Pérez apuntó que en seis clínicas del IMSS se realizan estudios y tratamiento de ese trastorno. Mediante electroencefalografías o polisomnografía se detecta el problema, el cual es controlado con ansiolíticos o tranquilizantes y medicamentos inductores del sueño.
Recomendó no perder la calma, cerrar los ojos, relajarse, tratar de mover el cuerpo poco a poco, empezando por los dedos de las manos y de los pies.