Medio centenar de compañías farmacéuticas de la Alemania Occidental en los años ochenta realizaron experimentos con medicamentos en pacientes ingresados en hospitales de Alemania del Este, según denuncia la Radio Central de Alemania.
Más de 50 compañías, entre ellas Hoechst y Schering, realizaron entre 1983 y 1989 hasta 165 pruebas sobre un grupo de pacientes, sin el consentimiento de estos. "Si realmente ocurrió, estaríamos hablando de una gran injusticia", ha declarado Christoph Bergner, comisario Federal para las Minorías Nacionales, al Frankfurter Allgemeine Zeitung. Una "injusticia" que podría tener sus consecuencias, incluso después de décadas de producidos los hechos.
La Declaración de Helsinki de la Asociación Médica Mundial, firmada en 1964, determina que todos los pacientes sobre los que se apliquen tratamientos experimentales deben estar informados de los mismos y expresar su consentimiento. Si la compañía no obtiene este consentimiento, cualquier experimento sería ilegal. "Tenemos que conocer primero el marco legal sobre el que se pudieron realizar estos experimentos", aclara Bergner, informando sobre la investigación abierta.
Sin embargo, según apunta el FAZ, encontrar hoy información fiable sobre prácticas clínicas en la alemania oriental es, cuanto menos, difícil. Desde hace décadas, cualquier experimentación farmacéutica realizada en un país de la Unión Europea tiene su correspondiente registro en bases de datos de la UE. Pero los archivos con los documentos de los consentimientos de los pacientes, que tienen una vigencia de sólo 20 años, han podido ser ya destruidos. Además, según apunta la secretaria de Sanidad, Ulrike Flach, todos los archivos del Instituto Federal de Medicamentos del Ministerio de Sanidad de la alemania oriental "son claramente falsos. Los experimentos clínicos se realizaban por el bien de la patria".
Una serie de documentos de los archivos de Hoechst revelan que efectivamente la compañía realizó pruebas en la RDA para la producción de una serie de medicamentos. Al menos, uno de ellos aún sigue en el mercado. Se trata de Ramipril, un inhibidor de la hipertensión y que previene transtornos cardiovasculares. Este medicamento se probó sobre cientos de ciudadanos de la RDS, según apuntan los propios archivos de la compañía.