El exceso de cuidados y mimos puede generar en ellos comportamientos de agresividad.
Dejar
de comer, ladrar descontroladamente, agredir, mostrarse ansioso,
acicalarse excesivamente y, en casos extremos, automutilarse son parte
de las consecuencias de sobreproteger a los perros. La causa radica, en
gran parte, en que los propietarios tienden a humanizar su mascota,
según Liliana Chahuta, etóloga y creadora de Pet Life.
"Además de vestirlos y abrigarlos muy bien,
incluso cuando tienen bastante pelo, las personas los dejan subir a las
camas, los consienten como si fueran niños y, cada vez que el animal
hace un gesto particular, le dan una galleta", ejemplifica Chauta.
Incluso, agrega la experta, hay quienes los
cargan en canguros especiales, para no dejarlos caminar, cuando lo que
más necesitan es ejercitarse. Aunque para las personas estas acciones
son demostraciones de cariño, el animal las interpreta de otra forma. Él
se sentirá el líder de la manada, al punto de llegar a agredir.
"Muchos propietarios creen que lo que necesita el animal son cuchicheos y caricias exageradas. Sin embargo, lo que ellos requieren son dos cosas fundamentales: alimentación y ejercicio, según la edad y la raza", agrega.
"Muchos propietarios creen que lo que necesita el animal son cuchicheos y caricias exageradas. Sin embargo, lo que ellos requieren son dos cosas fundamentales: alimentación y ejercicio, según la edad y la raza", agrega.
Pero no basta con servirle la comida y
dejarla en el suelo, a la espera de que el perro coma cuando quiera.
Tampoco se trata de sacarlo a pasear 15 minutos en la mañana y 15 en la
noche, solo para que haga sus necesidades fisiológicas. Según la
experta, "hay que establecer horas de comida (en la mañana y en la
tarde, en el caso de los adultos) y sacarlos a pasear por lo menos una
hora diaria, ya que necesitan ejercitarse y socializar con otros
animales".
Para el veterinario Andrés Cadelo, de
Panaca Sabana, a los animales se les puede brindar mucho cariño, pero
sin dejar de entender que son animales pues aunque pueden seguir
órdenes, no tienen democracia. "Entre ellos, uno es el dominante y el
otro, el subordinado y en casa tiene que ser de la misma forma. Así que
el humano debe ser el dominante: es quien da las órdenes, da la comida
cuando lo considera y establece los límites del juego", afirma Cadelo.
Por ejemplo, complementa el veterinario, si
el perro se asoma al comedor cuando todos comen, el peor error es darle
bocados. El animal, desde cachorro, debe aprender que esa no es su
comida, su espacio ni su horario de alimentación.
Lo mejor es ignorarlo siempre y luego, cuando se le sirva la comida, se deja en la taza durante un tiempo, pero luego se retira. Ahora, si el perro ya está muy consentido, lo primero es empezar a poner reglas y a quitarle eso que usted ve como cariño.