Existe una gran similitud entre las propiedades de los aceites esenciales y la sangre humana. Por ejemplo, combaten infecciones, contienen compuestos parecidos a las hormonas e inician procesos regenerativos. Los aceites esenciales que funcionan como un mecanismo de defensa químico de la planta, poseen potentes propiedades antibacterianas, antifúngicas y antivirales. También protegen contra insectos. La habilidad de algunos aceites para funcionar como hormonas contribuye el equilibrio de muchos sistemas fisiológicos del cuerpo humano (el aceite de la Salvia sclarea tiene un efecto estrogénico).
Los aceites esenciales tienen una capacidad única de penetrar en las membranas celulares y propagarse por la sangre y los tejidos. La estructura única y liposoluble de los aceites esenciales es muy similar a la composición de las membranas celulares. Además las moléculas de los aceites esenciales son relativamente pequeñas con gran habilidad de penetrar en las células. Cuando se aplican de forma tópica en cualquier parte del cuerpo, los aceites viajan por el organismo en cuestión de minutos.
Algunos aceites esenciales tienen la habilidad de disminuir la viscosidad o densidad sanguínea (clavo, ciprés, salvia esclarea, entre otros) mejorando la circulación y el funcionamiento del sistema inmune.
Los aceites esenciales estimulan la secreción de anticuerpos, neurotransmisores endorfinas, hormonas y enzimas. Los aceites que contienen limoneno previene, retardan y combaten la metástasis de células cancerígenas (por ejemplo el geranio).
Algunos aceites esenciales, como la lavanda o el abrótano macho estimulan el crecimiento del cabello y aceleran la cicatrización.
También aumentan la absorción de oxígeno y ATP (adenosintrifostato, el alimento de la célula).
Un efecto increíble es la capacidad de los aceites esenciales de adherirse a metales pesados contenidos dentro del organismo y de transportarlos fuera del cuerpo, siendo excretados (efecto quelante).
Es importante destacar que los aceites esenciales no afectan al equilibrio natural del cuerpo, a su homeostasis. Si un componente ejerce un efecto muy fuerte, otro componente es capaz de bloquearlo o contrarrestarlo. (esto no ocurre con los químicos sintéticos que a menudo provocan efectos secundarios desestabilizando la homeostasis del cuerpo). Los aceites esenciales proveen equilibrio al cuerpo.
Al propagarse los aceites esenciales tienen la capacidad de aumentar el oxígeno atmosférico y proveer iones negativos, lo que inhibe el crecimiento de agentes patógenos y bacterianos en el ambiente. Debido a su efecto ionizante, los aceites esenciales tienen la habilidad de descomponer los químicos potencialmente nocivos y convertirlos en no tóxicos.
La vía olfativa nos habla de la poderosa influencia de los aromas tanto en la mente como en el cuerpo, sin olvidar los niveles más elevados del Ser. La fragancia de un aceite esencial puede afectar directamente a todo el Ser, desde el estado emocional a la vida entera.
Cuando se inhala un aroma, las moléculas volátiles del perfume viajan por la nariz y las membranas olfatorias, que están bien protegidas por las mucosas, las atrapan. Cada molécula de la fragancia se acopla perfectamente al espacio de la célula receptora específica que reviste la membrana epitelio olfatorio. Estos cientos de millones de células nerviosas receptoras se regeneran cada 28 días. La membrana de las células nerviosas emite impulsos eléctricos al bulbo olfatorio en el cerebro cuando es estimulada por las moléculas olfativas. Luego, el bulbo olfatorio trasmite estos impulsos al centro gustativo, a la amígdala (centro emocional cerebral) y al resto del sistema límbico (hipocampo, etc.). El sistema límbico está directamente conectado con aquellas partes (hipófisis-hipotálamo) que controlan el ritmo cardíaco, la presión arterial, la respiración, la memoria, los niveles de estrés y el equilibrio hormonal, los aceites esenciales ejercen efectos psicológicos y fisiológicos profundos.
El olfato es el único sentido que está directamente conectado al lóbulo límbico, centro de control de las emociones. Las sensaciones de miedo, ira, sensación, depresión y placer se originan aquí. El aroma de ciertas fragancias puede evocar recuerdos y emociones al estimular la memoria olfativa, donde situaciones se asocian a emociones y aromas. Esto puede suceder a nivel subconsciente o antes de que seamos conscientes de ello. En el caso de los olores, primero reaccionamos y luego pensamos, primero hay una respuesta límbica y después se activa la vía de la corteza cerebral, ya que el lóbulo límbico puede activar directamente el hipotálamo, centro importante de control hormonal. Emite mensajes químicos que afectan todo, desde el deseo sexual hasta los niveles de energía. El hipotálamo comanda la producción de hormona del crecimiento, las sexuales, las tiroideas, las adrenales, y neurotransmisores como la serotonina y dopamina, tan importantes en el control del estado de ánimo.
Los aceites esenciales a través de sus fragancias y estructura molecular estimulan directamente el lóbulo límbico y el hipotálamo. No sólo puede usarse la inhalación de los aceites esenciales para combatir el estrés y el trauma emocional, sino también para estimular la producción de hormonas del hipotálamo. Esto produce un aumento en las hormonas de la tiroides (hormona de la energía) y las adrenales y en las hormonas del crecimiento (hormona de la juventud y longevidad).
Los aceites esenciales pueden regular o reducir el apetito, dada su capacidad para estimular el núcleo ventromedial del tálamo, que regula la sensación de saciedad. (existen estudios que demuestran la eficacia de la menta en este sentido).
Es ampliamente conocido el efecto del aroma para estimular la libido y la excitación sexual a través de la estimulación de la amígdala. ( algunas fragancias como el pachuli, ylang ylang, canela son famosas para estos fines. Existen otras como la lavanda y el aroma a calabaza que son menos conocidas para estos fines).
La amígdala es también un centro de la memoria de la respuesta emocional. Por eso es el lugar donde se almacenan y por tanto donde se liberan los traumas emocionales. Diferentes investigaciones se han realizado que demuestran que los aromas ejercen un efecto profundo en la estimulación de respuestas de la amígdala.
Un tema que produce muchas incógnitas en el público en general es el caso de las personas que han sufrido cirugías nasales o afecciones olfativas. Efectivamente como se suele pensar a estas personas pueden resultarles difícil o imposible detectar un aroma completo. Ocurre lo mismo con personas que usan cosméticos, perfumes colonias, aerosoles capilares, tinturas para el cabello, permanentes u otros productos que contienen aromas sintéticos. En ellos posiblemente no se produzcan todos los beneficios psicológicos y emocionales que tienen los aceites esenciales y sus aromas. No hay que olvidar en estos casos utilizar la vía de la ingesta y de la aplicación tópica del aceite esencial.