Se trata de una lesión que afecta a zonas del cuerpo con poco espacio para la dilatación (como la zona tibial de la pierna o el antebrazo), produciendo una compresión en el complejo nervioso, vascular y muscular. Durante el esfuerzo, los tejidos blandos (sobre todo musculatura y sistema circulatorio) se expanden para suministrar o utilizar los nutrientes y el oxígeno necesario para seguir funcionando.
El problema llega cuando esta dilatación está limitada por la fascia (envoltura que recubre las citadas estructuras nerviosa, vascular y, muscular). La fascia no tiene capacidad de extenderse por lo cuál, si cualquiera de las estructuras contenidas en la misma se dilata, produce irremisiblemente un aumento de presión sobre las demás.
Los síntomas son: dolor intenso y continuo, pérdida de la sensibilidad, cambios en la coloración de la piel y pérdida de fuerza.