Muchas personas no son conscientes del gran alcance de las implicaciones de la educación humanitaria, y pueden caer en el error de simplificar esta área de estudio, reduciéndola a la enseñanza del cuidado responsable de las mascotas y la esterilización de las mismas.
Sin embargo, el cuidado responsable de los animales domésticos es sólo una parte del amplio tapiz que cubre la educación humanitaria, así como todos los temas y asuntos inherentes a este campo.
Los educadores humanitarios defienden y fomentan los valores de la compasión, la empatía, el respeto, la bondad y una consideración positiva hacia todos los seres vivos, humanos o no, por igual. La educación humanitaria abarca diversos tipos de conocimiento con el fin de transformar nuestra sociedad, de un estado de violencia, caos y fragmentación, en una sociedad de paz, tranquilidad y armonía, y de conectar a los seres humanos entre sí, con otros animales no humanos y con el mundo natural, de maneras más cooperativas y cordiales.
La esencia de la educación humanitaria es la de encontrar maneras de relacionarse con la naturaleza, con animales no humanos y entre nosotros mismos que sean enriquecedoras, solidarias y positivas. Este innovador currículo promueve, concretamente, la transformación de las actitudes, creencias y comportamientos relacionados con nuestra conexión con el medio ambiente, con otras especies y con otros compañeros humanos encaminándose hacia los valores humanitarios.
Un método para apelar al parentesco humanitario es recordar a la gente las profundas similitudes entre experiencias humanas y no humanas. Si podemos empatizar con las experiencias de otros seres vivos y ponernos en la piel (o pelaje, o plumaje) de otro ser que sufre, podemos empezar a desarrollar compasión por este otro ser.
Ésta es una oportunidad para enseñar a la gente joven, no sólo la importancia de respetar toda vida, sino de enseñarles también las conexiones que nosotros, los humanos, compartimos con nuestros amigos, los demás pobladores de la Tierra.
Igual que los estudiantes necesitan que se les enseñe historia, geografía, aritmética y destrezas escritas, también necesitan que se les enseñe sobre la bondad. La gente necesita entender las necesidades y deseos de todos los seres vivos para ser capaces de apreciar que los animales no humanos también tienen el potencial de sufrir, de experimentar dolor, y de sentir amor y compañerismo.
Para los educadores, la educación humanitaria puede servir como marco pedagógico complementario para apoyar la protección del medio ambiente, la sostenibilidad y el apoyo a la causa; ambos campos comparten los objetivos para crear un medio ambiente más saludable y unas formas menos agresivas de que la humanidad coexista con la naturaleza.
Promover una educación en medio ambiente a través de una perspectiva humanitaria nos permite despertar a una sociedad más compasiva y empática desde la próxima generación. Si somos capaces de darnos cuenta de nuestra conexión con otras formas de vida aparte de la humana, como compañeros residentes en la Tierra, podremos empezar a reconocer nuestras similitudes y necesidades compartidas como un mismo cuerpo formado por especies diversas.
Proporcionar educación medioambiental a través de una perspectiva humanitaria nos permite evocar una sociedad más compasiva y empática. Integrar los valores humanitarios en los currículos
Es de vital importancia para los jóvenes estudiantes que aprendan sobre nuestra interconexión con la naturaleza, ya que las opiniones, creencias y carácter son formados a muy temprana edad. Aunque cualquier persona, de cualquier edad, puede aprender más maneras de vivir humanitarias, los niños pequeños son mucho más flexibles en sus hábitos, actitudes y comportamientos.
Enseñar a estos jóvenes estudiantes sobre nuestras relaciones de parentesco, sobre la interconexión e interdependencia con el mundo natural, les proporciona una oportunidad de examinar de manera crítica cómo pueden ellos relacionarse con la naturaleza de modos más compasivos.
Elizabeth Gredley propone que la educación humanitaria necesita ser integrada a lo largo del aprendizaje y a través del currículo, para abarcar el ambiente de aprendizaje, de manera que concluya en objetivos humanitarios.
Afirma que los niños que son más amables con los animales tienden a ser más amables con sus compañeros humanos. En este sentido, este campo se esfuerza por facilitar lo que muchas personas considerarían un buen sentido: ser amable con los demás. Dicho esto, la educación humanitaria no es asignatura académica diferente como las matemáticas, las ciencias o la historia: enseñar humanidad y valores humanitarios tiene más que ver con el proceso y la pedagogía.
Los educadores necesitan darse cuenta de que los valores basados en la educación humanitaria – el respeto, la amabilidad, la empatía, la compasión, la integridad, la mirada positiva – fluyen a través del currículo y pueden ser fácilmente integrados en todas las asignaturas centrales.
La pedagogía vigente y el diseño curricular en todos los ambientes académicos están basados en paradigmas antropocéntricos. A los estudiantes se les enseña el mundo desde la perspectiva de cómo puede éste servir a sus necesidades. La economía, el desarrollo de una carrera y el éxito monetario son resaltados como motivaciones del estudiar mucho, permanecer en el colegio y el establecerse como un miembro productivo de la comunidad.
En los currículos, las referencias al mundo natural, a las necesidades de otras especies y nuestro papel como cuidadores del medio ambiente y la biosfera son prácticamente inexistentes.
En vez de apelar a estándares del cuidado de la naturaleza, la educación ambiental tradicional a menudo prescribe la vigilancia, la gerencia y el control de la naturaleza por el bien de la humanidad – concretamente, la naturaleza es vista como una serie de recursos naturales para el consumo humano.
Uno de los objetivos primordiales de la educación humanitaria es entregar un mensaje de cuidado a nivel planetario, que incluye a todos los habitantes de la Tierra, pero esto no significa que deberíamos eliminar completamente los currículos actuales. En vez de eso, debemos encontrar nuevas maneras de enseñar los currículos centrales para que permitan e inculquen más maneras humanitarias de relacionarse con la naturaleza.
Cualquier profesor puede servir como educador humanitario, integrando valores humanos y lecciones en los currículos centrales actuales. A veces, esto requiere sólo pequeñas alteraciones en la planificación de la clase. Por ejemplo, durante una clase de matemáticas sobre los porcentajes, el profesor puede introducir algunos hechos sobre la tasa de extinción de una especie de animales muertos cada año, en varias regiones geográficas, a causa de la caza, la expansión de la agricultura o las enfermedades.
Luego, los estudiantes pueden averiguar cuántos miembros de una especie dada siguen existiendo y el porcentaje de la población que ha muerto cada año o en un período de varios años. Los estudiantes podrían incluso predecir, asumiendo que las tasas actuales de mortalidad son las mismas, cuándo una especie dada podría dejar de existir definitivamente. Esta clase de matemáticas basada en la realidad podría también provocar un debate de clase sobre las numerosas maneras en que los humanos contribuyen a la extinción de las especies.
Cualquier materia académica permanece abierta a la integración de posiciones no antropocentristas. Por ejemplo, en un escenario elemental, las actividades de lectura y redacción se podrían orientar desde esta postura. Al leer historias que incluyan a animales no humanos, se puede pedir a los estudiantes que reflexionen sobre los sentimientos, pensamientos y experiencias de los animales y que establezcan paralelismos con sus propios sentimientos, pensamientos y experiencias.
También pueden escribir redacciones creativas desde la perspectiva de un animal no humano, y así poder luego comparar y contrastar cómo la historia, la perspectiva y el desenlace podrían variar si los personajes fueran humanos. Estas actividades sirven para introducir a los niños a la idea de que otras especies sufren experiencias físicas, psicológicas y emocionales muy parecidas a las nuestras.
En las escuelas de secundaria, los profesores de geografía pueden, de manera similar, inculcar perspectivas humanitarias en los currículos existentes, examinando los problemas medioambientales desde perspectivas tanto humanas como no humanas. En las clases de historia, los estudiantes podrían investigar el legado de la interacción humana con otras especies, y cómo los humanos han contribuido a la desaparición de algunas de éstas.
El marco de la post-secundaria permanece aún más abierto a una mayor integración de perspectivas no antropocentristas. Las clases de filosofía, en particular, pueden servir como lugar de introducción y discusión de los problemas de la explotación animal y la algunos hechos sobre la tasa de extinción de una especie de animales muertos cada año, en varias regiones geográficas, a causa de la caza, la expansión de la agricultura o las enfermedades.
Luego, los estudiantes pueden averiguar cuántos miembros de una especie dada siguen existiendo y el porcentaje de la población que ha muerto cada año o en un período de varios años. Los estudiantes podrían incluso predecir, asumiendo que las tasas actuales de mortalidad son las mismas, cuándo una especie dada podría dejar de existir definitivamente. Esta clase de matemáticas basada en la realidad podría también provocar un debate de clase sobre las numerosas maneras en que los humanos contribuyen a la extinción de las especies.
Cualquier materia académica permanece abierta a la integración de posiciones no antropocentristas. Por ejemplo, en un escenario elemental, las actividades de lectura y redacción se podrían orientar desde esta postura. Al leer historias que incluyan a animales no humanos, se puede pedir a los estudiantes que reflexionen sobre los sentimientos, pensamientos y experiencias de los animales y que establezcan paralelismos con sus propios sentimientos, pensamientos y experiencias.
También pueden escribir redacciones creativas desde la perspectiva de un animal no humano, y así poder luego comparar y contrastar cómo la historia, la perspectiva y el desenlace podrían variar si los personajes fueran humanos. Estas actividades sirven para introducir a los niños a la idea de que otras especies sufren experiencias físicas, psicológicas y emocionales muy parecidas a las nuestras.
En las escuelas de secundaria, los profesores de geografía pueden, de manera similar, inculcar perspectivas humanitarias en los currículos existentes, examinando los problemas medioambientales desde perspectivas tanto humanas como no humanas. En las clases de historia, los estudiantes podrían investigar el legado de la interacción humana con otras especies, y cómo los humanos han contribuido a la desaparición de algunas de éstas.
El marco de la post-secundaria permanece aún más abierto a una mayor integración de perspectivas no antropocentristas. Las clases de filosofía, en particular, pueden servir como lugar de introducción y discusión de los problemas de la explotación animal y la y mantengan currículos no antropocéntricos, así como ambientes de clase más amables y humanos.
Autor: Robert S. E. Caine. (Ph.D)
Dr. en Educación Ambiental y humanitaria, se dedica a educar en la compasión, la empatía y el respeto hacia los animales no humanos.
Traducido por Irene García Gómez.