La Asociación Psiquiátrica Americana considera un trastorno mental el pensamiento desafiante, algo conveniente para mantener una sociedad de personas conformes con la normalidad.
Pensar distinto a los patrones dominantes de la sociedad, el llamado “libre pensamiento”, es una enfermedad mental según la nueva edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Psiquiátrica Americana. Este manual identifica una nueva enfermedad que llama “trastorno de desafío oposicional” (ODD, por sus siglas en inglés) y la define como “un patrón constante de comportamiento desobediente, hostil y desafiante” con síntomas que incluyen cuestionar la autoridad, actitud retadora, tendencia a discutir y a molestarse fácilmente.
Este manual lo utilizan los doctores para definir enfermedades mentales y en cada edición aumenta de forma notable el número de enfermedades mentales, por lo cual se cuestiona si nos estamos trastornando mentalmente cada vez más o es más difícil estar mentalmente saludable. Los doctores dicen que se debe a que actualmente se puede identificar con mayor facilidad estos trastornos, lo cual también significa que se puede medicar a más personas y recluirlas en instituciones mentales.
El manual recientemente ha identificado como enfermedades la arrogancia, el narcisismo, la creatividad fuera del promedio, el cinismo y el comportamiento antisocial. En el pasado todos estos solo eran rasgos de la personalidad, pero ahora ya son enfermedades tratables.
En los últimos 50, años sus páginas han pasado de 130 enfermedades mentales a 357, muchas de las cuales afectan a los niños, quienes en consecuencia reciben altas dosis de fármacos. Se ha especulado que si Mozart naciera hoy se le diagnosticaría déficit de atención y sería medicado hasta volverlo normal, desperdiciando su genialidad natural. ¿Cuántos niños brillantes, de una sensibilidad diferente, han sido acondicionados a la normalidad?
Esta nueva enfermedad que ve como un trastorno el pensamiento desafiante puede ser usada incluso de forma política, como un método de legislar qué es válido pensar dentro de una sociedad automatizada e impedir la generación y comunicación del pensamiento inconforme con los valores de la sociedad.
Sin ir más lejos, la Unión Soviética usó supuestas enfermedades mentales como represión política. Así, la gente que no aceptaba las afirmaciones del partido comunista desarrollaba un nuevo tipo de esquizofrenia. Estas personas alucinaban la creencia de que el comunismo estaba equivocado, siendo aisladas, medicadas a la fuerza y puestas en terapia forzada para poder reinsertarlas de vuelta a la normalidad.
Orthorexia, comer sano, otra enfermedad psiquiátrica.
No es broma: Si te dedicas a comer alimentos sanos, sufres una «enfermedad mental» y probablemente necesites algún tipo de tratamiento psiquiátrico. El diario The Guardian informa: «La fijación con el comer sano puede ser indicio de un grave trastorno psicológico» y luego afirma que esta «enfermedad» se llama orthorexia nervosa, que es básicamente sólo la expresión latina que significa ‘nervioso por el correcto comer’.
Según The Guardian «comúnmente, los ortoréxicos tienen reglas rígidas en cuanto al comer. El rechazo al azúcar y sal refinada, cafeína, alcohol, gluten, levadura, soya y maíz transgénicos y productos lácteos, es sólo el comienzo de las restricciones de su dieta. También quedan excluidos cualesquier alimentos que hayan estado en contacto con pesticidas, herbicidas, o que contengan aditivos artificiales».
¿Te das cuenta de que comer comida chatarra se presume que es «normal»? Si comes comida chatarra procesada y entremezclada con químicos sintéticos, eso para ellos está bien. Los pacientes mentales son, aparentemente, aquéllos que escogen alimentos orgánicos y naturales.
Trata de evitar a los funcionarios de la salud mental que están tratando de rotularte como a alguien que tiene un trastorno mental, sólo porque prestas atención a lo que pones en tu cuerpo. No hay nada malo en evitar la presencia de azúcar refinada, soya transgénica, glutamato, aspartamo, edulcorantes artificiales y otros químicos tóxicos en el suministro de alimentos. De hecho, tu vida misma depende de eso.
Fuente: Revista Mundo Nuevo