El Grupo de neurólogos trabajó con adultos jóvenes que debieron realizar una difícil tarea de memoria destinada a cargar recuerdos en el hipocampo, estructura cerebral relacionada con el aprendizaje.
A continuación, la mitad de los voluntarios durmió una siesta de 90 minutos mientras que el resto permaneció despierto. Por la noche todos debieron realizar una nueva tarea de aprendizaje pero los resultados fueron ahora diferentes.
Aquellos que estuvieron despiertos tuvieron dificultades para recordar la nueva información mientras que, por el contrario, los participantes que disfrutaron de la siesta obtuvieron mejores resultados que sus colegas cansados.
Durante el sueño, un electroencefalograma registró las ondas cerebrales. Cuantos más husos de sueño mostraban los voluntarios, en mejores condiciones estaban para aprender.
Estos husos de sueño son ondas cerebrales específicas del descanso que se presentan hasta mil veces por noche. Las ráfagas de husos del sueño conectan distintas regiones del cerebro para preparar el camino para el ingreso de nuevos conocimientos.
Es decir, estos impulsos llevarían las memorias del hipocampo a la corteza prefrontal, liberando al hipocampo para que reciba nueva información. Mucha de la actividad de estos husos del sueño ocurre durante la segunda mitad de la noche, por lo cual si una persona duerme seis horas o menos podría contar menos husos y por lo tanto limitar su capacidad de aprender.