La grasa es importante para mantener el equilibrio químico del cuerpo. Existen dos tipos de grasa: saturada e insaturada.
Las grasas saturadas están en productos lácteos, carnes rojas y grasas
hidrogenadas. Son las responsables de obesidad y aumentan el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Las
grasas insaturadas ayudan a bajar el colesterol. Están en el aceite de
oliva, frutos secos y pescado. La clave está en sustituir las saturadas
por insaturadas, limitando su consumo.
Sigue
a continuación la lista de opciones de proteínas, carbohidratos
complejos y métodos de cocción para limitar las grasas no saludables.
1. Come más frutas y vegetales
Consume
frutas y vegetales en meriendas y acompañando tus platos principales.
Consume frutas en lugar de jugos para obtener la fibra. Si optas por
frutas enlatadas, que sean envasadas en sus propios jugos sin azúcar
agregada, ni jarabes.
Come
más vegetales crudos, si los hierves, utiliza hierbas o caldo de
vegetales para su cocción. Los vegetales congelados o enlatados son una
buena alternativa cuando no están en temporada. Si los consigues
enlatados, procura que sean bajos en sodio.
Las
frutas y vegetales proporcionan vitaminas, minerales y fibra. Las
vitaminas te protegen de enfermedades. La fibra te ayuda en los procesos
digestivos, mantiene el tracto intestinal ejercitado y sano y te da
saciedad ayudándote en el control de peso.
2. Come más pescado y aves
Sustituye las carnes rojas por aves y pescado. El pollo y pavo son muy
versátiles en la cocina y fuentes de proteína magra, en especial, la
pechuga. Recuerda remover la piel y los excesos de grasa antes de
cocinarlos. Prefiere las aves al vapor, asadas o en guisos sin grasas
condimentándolas con hierbas y especias.
El pescado es proteína de excelente calidad: bajo en calorías, fácil de
digerir y fuente de lípidos esenciales que te ayudan en la prevención de
enfermedades cardiovasculares.
3. Hornea, asa o cocina al vapor
La grasa que consumes en tu dieta se deriva de dos fuentes: la grasa que
contienen los alimentos y la grasa que le añades al cocinarlos. Una de
las formas de reducir la grasa añadida en los alimentos es sustituyendo
las frituras por métodos de cocción más saludables. Cuando asas,
rostizas, horneas, sofríes, cocinas al vapor o hierves, permites que las
carnes se cocinen en sus propios jugos.
Usa sartenes anti-adherentes y aceites sanos para el corazón en forma de espray, como el de oliva o canola, para cocinar.
4. Consume lácteos bajos en grasa
Los lácteos son el grupo de alimentos que incluyen: leche, yogur y
queso. Son importantes en tu dieta porque te proveen calcio, vitamina D,
potasio y proteínas. Cuando los consumas, procura que sean descremados o
muy bajos en grasa (1% low fat) para reducir las calorías y las grasas saturadas.
Si tienes problemas en digerir el azúcar en la leche o lactosa, trata la
leche sin lactosa o trata otras fuentes de origen vegetal como la leche
de soja o la leche de almendras.
Receta
5. Sustituye huevos enteros por claras
La mejor manera de reducir el colesterol y la grasa en tu dieta es
sustituyendo un huevo entero por 2 claras de huevo. La yema del huevo es
la parte con mayor contenido de grasa y colesterol. Los sustitutos de
huevo por lo general contienen hierro, zinc, ácido fólico, tiamina,
riboflavina, vitaminas A, E, B6 y B12. Su contenido de proteína es igual
a la de los huevos enteros. Sigue a continuación la tabla de conversión
para la sustitución en tus recetas:
6. Elimina las grasas hidrogenadas
Que una grasa sea 100% vegetal no garantiza que sea sana. La
hidrogenación o el proceso que convierte el aceite vegetal líquido en
sólido, como la margarina, convierte los ácidos grasos insaturados en
ácidos grasos saturados. Por su parte, el proceso de hidrogenación crea
los ácidos grasos trans.
Esto ocurre cuando los ácidos grasos insaturados no llegan a saturarse
completamente. Los ácidos grasos trans son perjudiciales para tu salud
cardiovascular y diabetes.
Por su parte los aceites de oliva, canola, cacahuate (maní) y la
margarina líquida, son aceites líquidos a temperatura ambiente porque
contienen principalmente grasa insaturada. Consume más de este tipo.
7. Salsas y aderezos por separado
Los vegetales son fuente de nutrición, pero aun los platos saludables
pueden ser un obstáculo para tu dieta. Me refiero a los aderezos y
salsas. Si te encuentras en un restaurante, ordena aliño de aceite de
oliva y vinagre, o el zumo de una lima fresca. Si optas por aderezarlos,
pregunta qué aderezos tienen bajos en grasa o sin grasa. Siempre pide
que traigan la porción a un lado de la ensalada para que puedas tener el
control de lo que ingieres.
Si estás en casa, puedes aderezar con yogur natural bajo en grasa o sin grasa, o con crema agria sin grasa.
8. Cocina con hierbas y especias
Al condimentar tus comidas, en especial las carnes, utiliza hierbas,
especias o jugo de lima o limón. Evita la mantequilla o margarina y
controla el uso de la sal. La sal es un mineral necesario para el cuerpo
pero en exceso puede elevar la presión arterial.
Se conoce como caloría a una unidad de energía.
Las calorías son energía que necesita el cuerpo para nutrirse y cumplir
con los procesos biológicos. Las calorías se obtienen de los alimentos
en tres formas: hidratos de carbono, proteínas y grasas. Cada gramo de
hidrato de carbono o proteína equivale a 4 calorías de energía. Cada
gramo de grasa equivale a 9 calorías de energía. En tus comidas diarias,
solo de un 10 a un 30 por ciento de las calorías totales deben ser
proporcionadas por las grasas. Puedes calcular el por ciento de grasas
leyendo las etiquetas:
1. Calcula el número de calorías diarias (ej., 2.000).
2. Calcula el total de calorías de grasas que consumiste (ej., 500).
3. Divide el número de calorías de grasas por el número total de calorías (500 ⁄ 2.000 = 0,25).
4. Multiplica el resultado del paso 3 por 100 para averiguar el porcentaje (0,25 x 100 = 25 %).
Recuerda que la cifra ideal debe estar entre el 10 y el 30 por ciento.
10. Cuidado con las grasas escondidas
Asegúrate que no haya grasa escondida en los alimentos que consumes. Hay
alimentos que pueden ser saludables, pero por la manera en que fueron
preparados, contienen excesos de grasa. Un ejemplo son los frijoles
refritos, que en muchos casos, son preparados con manteca de cerdo. De
igual modo algunos cereales para el desayuno podrían tener cantidades
elevadas de grasa.