Vale, el título es escatológico. Pero no negaréis que a vosotros también os ha pasado eso de comer alubias blancas con sus sacramentos y tener luego una tarde movidita. Así que se impone escribir una entrada: ¿por qué algunos alimentos hacen que nos pase como al cerdo del vídeo?
La explicación es sencilla: algunas legumbres y verduras (col, cebolla, coliflor…) tienen azúcares complejos como la rafinosa y la estaquiosa, que no son digeribles (hidrolizables) por nuestras enzimas. Y, del mismo modo que sucede con la celulosa, si no se rompe, no se absorbe. Pero con una diferencia: el que nosotros no podamos aprovecharlos no significa que las bacterias de nuestro intestino se queden de brazos cruzados: se alimentan de ellos, fermentándolos y produciendo gases como desecho. Y, aunque parte de ese gas se absorbe, otra parte importante se expulsa en forma de pedos y bufas. Dicho sea de paso, es el mismo mecanismo que explica la flatulencia en personas con intolerancia a la lactosa.
Y un frikidato: sabéis que ese gas tiene un cierto porcentaje de metano. Y el metano es inflamable. Por eso, al hacer colonoscopias, puede formarse una mezcla potencialmente explosiva: no sería la primera vez que alguna tripa ha hecho “¡bang!” al usar el electrocauterio.