¿Seré yo un mentiroso crónico?
La mentira es una herramienta natural del ser humano, todos alguna vez en nuestra vida hemos mentido, inclusive en casos muy específicos puede llegar a ser útil y sana. Imposible decirle siempre la verdad a un niño. No obstante, este comportamiento no es visto con buenos ojos, debido a que uno de los valores que más se aprecian en la sociedad es la honestidad.
Pero cuando la persona empieza a mentir de manera sistemática, modificando constantemente la realidad, ahí ya podemos darnos cuenta que la persona no es mentirosa ocasional como lo somos muchos, sino que ya muestra signos de ser un mitómano.
Regularmente las personas mitómanas son aquellas que tienen una autoestima muy baja y que les parecen inaceptables ciertas condiciones de su vida, tales como su físico, situación económica, vida sentimental, etc., hasta llegar al grado de ellos mismos creerse sus propias mentiras. Este comportamiento se da por el hecho de no poder alcanzar una madurez emocional, incluso neurológica, que impide a una persona ubicarse en la realidad.
El exceso de mentiras le termina ocasionando al mitómano alteraciones sociales, y esto a su vez le provoca incapacidad de relacionarse con los demás, debido a la poca credibilidad y confianza que le tienen.
Pocas personas con esta enfermedad se acercan con expertos para solucionar su problema, debido a que no saben que la padecen, ya que ellos mismos se cren sus propias mentiras. Buscan ayuda cuando ya la situación se ha vuelto insostenible por los problemas que sus mentiras les han generado.
Siempre que un comportamiento produzca sufrimiento y/o alteraciones en la vida social, familiar, laboral, etc, se puede recurrir a un proceso psicoterapeutico profesional.
Pero cuando la persona empieza a mentir de manera sistemática, modificando constantemente la realidad, ahí ya podemos darnos cuenta que la persona no es mentirosa ocasional como lo somos muchos, sino que ya muestra signos de ser un mitómano.
Regularmente las personas mitómanas son aquellas que tienen una autoestima muy baja y que les parecen inaceptables ciertas condiciones de su vida, tales como su físico, situación económica, vida sentimental, etc., hasta llegar al grado de ellos mismos creerse sus propias mentiras. Este comportamiento se da por el hecho de no poder alcanzar una madurez emocional, incluso neurológica, que impide a una persona ubicarse en la realidad.
El exceso de mentiras le termina ocasionando al mitómano alteraciones sociales, y esto a su vez le provoca incapacidad de relacionarse con los demás, debido a la poca credibilidad y confianza que le tienen.
Pocas personas con esta enfermedad se acercan con expertos para solucionar su problema, debido a que no saben que la padecen, ya que ellos mismos se cren sus propias mentiras. Buscan ayuda cuando ya la situación se ha vuelto insostenible por los problemas que sus mentiras les han generado.
Siempre que un comportamiento produzca sufrimiento y/o alteraciones en la vida social, familiar, laboral, etc, se puede recurrir a un proceso psicoterapeutico profesional.