Obedece a causas tan diversas como temperaturas extremas, la acción de la acumulación local de ácidos láctico, ocasionada por esfuerzos inusuales.
Cuando por algún motivo no llegan los distintos elementos para la formación de energía a una parte del músculo o se produce una acumulación local de ácido láctico, este sector no puede relajarse y lo notamos tenso.
Lo que sucede en este caso es que esa parte del músculo sigue contraída y no puede aflojarse y lo peor es que mientras este tenso va a mantener a los vasos sanguíneos cerrados y estos no van a dejar los nutrientes necesarios para la formación de energía y sin energía no puede relajarse, entonces estamos frente a un circulo vicioso, la contractura limita la formación de energía y la falta de energía provoca contractura.
Siempre que hagamos un esfuerzo sostenido en el tiempo en una zona muy localizada del cuerpo corremos el riesgo de agotar las energías de ese lugar y favorecer la aparición de una contractura.
Esto se da principalmente por las malas posturas y por las tensiones nerviosas.